𝐗𝐈

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𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐞𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧
beyond the pain

—¿Pero has tomado algo?—preguntó Pedri del otro lado.

—Pedri, es obvio que si, solo que no me ha hecho efecto y no me para de palpitar la cabeza

— Cam voy a seguir insistiendo, tienes que ir al médico, si quieres le digo a Pablo, tal vez él pueda...

—¡No! —me apresuré a decir al escucharlo— No le digas nada por favor, no quiero que se preocupe más de lo que ya está. Además sé que estos premios son importantes para él. No quiero arruinarlo

Sabía que Pablo había estado esperando este momento durante un tiempo bastante largo y solo por un poco de fiebre no quería arruinar su momento especial.

Pedri suspiró, su preocupación era palpable incluso a través del teléfono.

—Camila, no es solo un poco de fiebre. Llevas días sintiéndote mal y no estás mejorando. Esto podría ser serio.

Me recosté en el sofá, sintiendo un nuevo latido doloroso en mi cabeza. Sabía que tenía razón, pero la idea de arruinar el momento de Pablo era insoportable.

—Lo sé, Pedri, pero... —comencé a decir, luchando por encontrar las palabras—. No quiero que Pablo sienta que tiene que elegir entre su carrera y yo. Ha trabajado muy duro para esto.

Pedri guardó silencio por un momento, reflexionando.

—Camila, Pablo se preocupa por ti más de lo que te imaginas. Si supiera que estás así y que no has ido al médico, se sentiría terrible. Déjame al menos llevarte al hospital. Solo una revisión rápida, y si todo está bien, no tenemos que decirle nada a Pablo.

Cerré los ojos, sintiendo las lágrimas asomarse. Sabía que Pedri estaba tratando de hacer lo mejor para mí.

—Está bien —cedí finalmente—. Pero solo una revisión rápida. Y si todo está bien, no le diremos nada a Pablo.

Pedri asintió con firmeza, aunque no podía verlo, podía sentir su alivio.

—Te recojo en diez minutos.

Mientras esperaba a que Pedri llegara, me preguntaba si estaba haciendo lo correcto. Tal vez estaba siendo egoísta al ocultarle esto a Pablo. Pero también sabía que no podría soportar verlo preocupado, especialmente en un día tan importante para él.

Minutos después, escuché el timbre de la puerta y, con un esfuerzo considerable, me levanté para abrirla. Pedri estaba allí, su expresión mezcla de preocupación y determinación.

—Vamos, Cam —dijo suavemente, extendiendo su mano.

Tomé su mano y lo seguí fuera, tratando de mantenerme firme mientras mi cabeza seguía palpitando con fuerza. En el fondo, sabía que tenía que enfrentar esto, pero parte de mí todavía deseaba poder mantener a Pablo ajeno a mis problemas.

Durante el trayecto al hospital, Pedri intentó mantener la conversación ligera, hablando de cualquier cosa para distraerme. Pero mi mente estaba en otra parte, preocupada por lo que podría significar esta visita al médico.

Al llegar, nos dirigimos directamente a urgencias. Pedri habló con la recepcionista mientras yo me sentaba, sintiéndome cada vez más débil. No pasó mucho tiempo antes de que me llamaran para entrar.

—Voy contigo —dijo Pedri firmemente, y no tuve fuerzas para discutir.

Dentro, el médico me examinó detenidamente, haciendo preguntas y tomando notas. Cuando finalmente se apartó, su expresión era grave.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒, 𝗽𝗮𝗯𝗹𝗼 𝗴𝗮𝘃𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora