𝐗𝐈𝐕

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𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐟𝐨𝐮𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧
under the starry sky

La brisa nocturna acariciaba mi rostro mientras nos sentábamos en la arena, observando las olas que brillaban bajo la luz de la luna. Apoyé mi cabeza en el hombro de Pablo, sintiéndome más cerca de él que nunca.

—No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí —dije, rompiendo el silencio que nos envolvía.

Pablo acarició suavemente mi cabello, un gesto que siempre lograba tranquilizarme.

—Amelia, tú significas mucho para mí. Quería darte algo especial, algo que siempre recordarás. Y la verdad es que he estado planeando esto desde hace meses.

Levanté la cabeza para mirarlo a los ojos, sorprendida por sus palabras.

—¿Meses? ¿En serio? —pregunté, aún procesando la magnitud de su dedicación.

—Sí, y fue muy difícil mantenerlo en secreto. Sobre todo cuando veía que te preocupabas por mi comportamiento. Pero sabía que valdría la pena cuando vieras la sorpresa.

Sonreí y lo besé con ternura, sintiendo una ola de amor y gratitud hacia él.

—Y lo fue. Cada detalle, cada momento... todo fue perfecto.

Pablo me devolvió la sonrisa y se levantó, extendiéndome la mano.

—Ven, aún no ha terminado.

La curiosidad volvió a encenderse en mi interior mientras tomaba su mano y me levantaba. Caminamos juntos hasta un pequeño muelle donde una lancha nos esperaba. Pablo me ayudó a subir y, con habilidad, condujo la lancha mar adentro.

Me aferré a su mano, sintiendo la emoción de la aventura. Después de unos minutos, Pablo detuvo la lancha en un lugar apartado. La luna brillaba intensamente, reflejándose en el agua y creando un ambiente mágico.

—Mira hacia arriba —me dijo, señalando el cielo.

Levanté la vista y vi un espectáculo impresionante: un cielo estrellado como nunca antes había visto. De repente, una serie de fuegos artificiales comenzaron a iluminar el cielo, formando figuras y colores que parecían danzar en el aire.

—Pablo, esto es increíble —dije, maravillada por la belleza del momento.

—Todo por ti, Amelia —respondió Pablo, abrazándome por detrás.

Cuando los fuegos artificiales terminaron, Pablo me giró suavemente para mirarme a los ojos.

—Hay algo más que quiero darte —dijo, sacando una pequeña caja de su bolsillo.

Contuve la respiración mientras Pablo abría la caja, revelando un delicado colgante en forma de corazón con una pequeña inscripción.

—Amelia, este colgante representa mi amor por ti. Quiero que lo lleves siempre, para que nunca olvides cuánto te amo.

Sentí lágrimas de felicidad llenando mis ojos mientras tomaba el colgante y me lo ponía.

—Es hermoso, Pablo. Gracias. Te amo tanto.

Pablo me abrazó con fuerza, y nos quedamos así, sintiendo la conexión profunda que nos unía. El sonido de las olas, la brisa marina y las estrellas brillantes crearon un momento perfecto.

De regreso a la orilla, caminamos de la mano, sabiendo que este día sería uno de los más especiales de nuestras vidas. Me di cuenta de que, a pesar de las dudas y preocupaciones, el amor de Pablo siempre había estado ahí, esperando el momento adecuado para sorprenderme y hacerme sentir la mujer más afortunada del mundo.

La noche estaba llena de magia, y mientras regresábamos a la orilla, mi mente estaba en un torbellino de emociones. Cada paso que daba en la arena me hacía sentir más conectada a Pablo, y cada mirada que intercambiábamos reforzaba el amor que compartíamos.

Una vez de vuelta en la playa, Pablo sugirió que camináramos un poco más. Las estrellas parecían brillar con una intensidad especial, como si fueran cómplices de nuestro momento.

—Hay algo que quiero preguntarte, Amelia —dijo Pablo, deteniéndose y girándome para que lo mirara a los ojos.

—¿Qué es, Pablo? —respondí, mi corazón latiendo con fuerza.

Pablo respiró hondo, como si estuviera reuniendo todo su valor.

—Amelia, sé que hemos pasado por muchas cosas juntos. Hemos tenido nuestros altibajos, pero siempre hemos encontrado la manera de superar cualquier obstáculo. Esta noche, mientras planeaba todo esto, me di cuenta de que no quiero pasar un solo día más sin ti a mi lado.

Mi respiración se aceleró mientras trataba de entender a dónde quería llegar con sus palabras.

—¿Qué estás diciendo, Pablo?

—Estoy diciendo que quiero pasar el resto de mi vida contigo, Amelia. Quiero que cada día sea tan especial como hoy.

Antes de que pudiera responder, Pablo se arrodilló en la arena y sacó una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo. Al abrirla, reveló un anillo de compromiso brillante y delicado, que reflejaba la luz de la luna.

—Amelia, ¿quieres casarte conmigo?

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, y mi corazón se llenó de una alegría abrumadora. No había esperado esto, pero en ese momento supe que no había nada que deseara más en el mundo.

—Sí, Pablo. Sí, quiero casarme contigo —dije apenas, abrazándolo con fuerza mientras él se levantaba y me ponía el anillo en el dedo.

Nos besamos bajo el cielo estrellado, sellando nuestra promesa de amor eterno. La playa fue testigo de nuestro compromiso, y las olas parecían aplaudirnos mientras rompían suavemente en la orilla.

Pasamos el resto de la noche hablando sobre nuestros sueños, nuestros planes y el futuro que íbamos a construir juntos. No podía dejar de mirar el anillo en mi dedo, una señal tangible del amor que Pablo y yo compartíamos.

Cuando finalmente regresamos al pequeño hotel junto a la playa, nos acostamos abrazados, escuchando el sonido del mar. Me quedé dormida con una sonrisa en los labios, sabiendo que este era solo el comienzo de nuestra increíble historia juntos.

La mañana siguiente nos recibió con un sol brillante y un cielo despejado. Desayunamos en una terraza con vista al mar, y cada vez que miraba a Pablo, sentía una ola de amor y gratitud. Sabía que, sin importar lo que el futuro nos deparara, enfrentaríamos todo juntos.

Y así, con el corazón lleno de esperanza y felicidad, nos preparamos para regresar a casa, listos para empezar una nueva etapa de nuestra vida. A partir de ese día, cada momento se convirtió en un tesoro, y cada desafío, en una oportunidad para fortalecer nuestro amor.














































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𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒

pablo gavi
by gesvanie

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒, 𝗽𝗮𝗯𝗹𝗼 𝗴𝗮𝘃𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora