𝐗𝐈𝐈𝐈

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𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧
suspicions and truths

Pablo y yo habíamos sido novios durante dos años, y nuestra relación había estado llena de momentos felices, aventuras compartidas y sueños en común. Sin embargo, en las últimas semanas, había notado ciertos cambios en el comportamiento de Pablo que empezaron a preocuparme. Él se mostraba más distante, pasaba menos tiempo conmigo y, lo que era aún más inquietante, siempre tenía su teléfono pegado a él, respondiendo mensajes en secreto.

Una tarde, mientras tomábamos café en nuestro lugar favorito, decidí abordar el tema.

—Pablo, ¿hay algo que quieras contarme? —pregunté, tratando de sonar tranquila aunque mi corazón latía con fuerza.

Pablo levantó la mirada de su taza, visiblemente sorprendido.

—¿A qué te refieres, Agus? —dijo, intentando mantener la compostura.

—Últimamente te he notado diferente. Estás más distante, y siempre estás con el teléfono. Siento que algo no está bien entre nosotros.

Pablo suspiró y tomó mi mano.

—Agus, sabes que te amo. Si hay algo que te preocupa, quiero que me lo digas. No quiero que tengas dudas sobre mí.

Lo miré a los ojos, tratando de encontrar alguna señal de mentira, pero todo lo que percibieron mis ojos fue preocupación.

—Es solo que... siento que me estás ocultando algo, y no sé qué pensar.

Pablo apretó su mano con más fuerza.

—No te estoy ocultando nada, Agus. Solo he estado estresado con el trabajo y algunos problemas familiares. Pero te prometo que no hay nada de lo que debas preocuparte.

Aunque las palabras de Pablo fueron reconfortantes, las dudas que tenía no desaparecieron del todo. Decidí que necesitaba más pruebas antes de poder confiar completamente en él nuevamente.

Una noche, cuando Pablo se quedó dormido en su departamento después de una cena tranquila, sin querer me encontré con su teléfono en la mesa de noche. La tentación de revisar los mensajes fue demasiado fuerte. Sabía que era una invasión de privacidad, pero la necesidad que sentía de saber la verdad me superó por completo.

Con manos temblorosas, desbloquee el teléfono de Pablo y comencé a revisar sus mensajes. No encontré nada sospechoso hasta que llegué a una conversación con una mujer llamada "Marta". Los mensajes eran amigables, pero había algo en el tono que hizo que mi estómago se encogiera al instante.

Decidida a saber más, abrí las fotos y vi varias imágenes de Pablo y Marta juntos, riendo y abrazados en lo que parecía ser un bar. Mi mundo se derrumbó en ese momento. No pude evitar las lágrimas mientras miraba las fotos una y otra vez, tratando de entender lo que estaba viendo.

Al día siguiente, confronté a Pablo con las pruebas.

—Pablo, ¿quién es Marta? —le pregunte, sosteniendo el teléfono con las fotos abiertas.

Pablo palideció al ver las imágenes, pero luego su rostro se endureció.

—Agus, no es lo que piensas. Marta es una compañera de trabajo, y esas fotos fueron tomadas durante una salida del equipo. No hay nada entre nosotros, te lo juro.

—¿Entonces por qué no me hablaste de ella? ¿Por qué tienes que ocultar tu amistad con ella? —pregunté, mi voz temblando de dolor y rabia.

Pablo tomó una respiración profunda, tratando de calmarse.

—No quería que te preocuparas innecesariamente. Sabía que podías malinterpretar la situación, y no quería causarte angustia. Pero ahora veo que cometí un error al no ser completamente abierto contigo.

Las lágrimas que salían de mí continuaron cayendo mientras escuchaba a Pablo. Quería creerle, pero la inseguridad seguía allí.

—No sé si puedo confiar en ti, Pablo. Me siento tan traicionada...

Pablo se acercó a mí y me abrazó con fuerza.

—Agus, no hay nada que quiera más que hacerte sentir segura y amada. Si necesitas tiempo, te lo daré. Si necesitas que hablemos más sobre esto, lo haremos. Pero por favor, cree en mí cuando te digo que nunca te engañaría.

Pasaron varios días llenos de conversaciones largas y sinceras. Pablo hizo un esfuerzo consciente para demostrarme que no había nada que esconder, incluyendo invitarme a salir con sus amigos y a conocer a Marta en persona.

Finalmente, comencé a sentir que podía confiar en Pablo nuevamente. Aunque las dudas no desaparecieron por completo, me di cuenta de que la base de cualquier relación fuerte es la comunicación abierta y la confianza mutua.

Un día, mientras caminábamos por el parque
Pablo y yo nos miramos fijamente a los ojos, el ambiente sereno a nuestro alrededor contrastaba con la intensidad de las emociones. El silencio se prolongó por unos segundos antes de que rompiera el hechizo.

—Pablo, necesito que me prometas algo —dije, mi voz temblando ligeramente.

—Lo que sea, Agus. Dime.

—Prométeme que siempre seremos honestos el uno con el otro. No importa lo difícil que sea, quiero que siempre me digas la verdad.

Pablo me miró con ternura y determinación.

—. Agus, prometo ser siempre honesto contigo, y nunca darte razones para dudar de mí otra vez. Quiero que sigamos adelante juntos, sin secretos ni miedos.

Suspiré, sintiendo un peso levantarse de mis hombros. Sabía que no sería fácil reconstruir la confianza por completo, pero estaba dispuesta a intentarlo.

—Y yo prometo hacer lo mismo, Pablo. No quiero que nada se interponga entre nosotros.

Pablo me abrazó con fuerza, sintiendo su calidez y la sinceridad en sus palabras.

—Vamos a estar bien, Agus. Juntos podemos superar cualquier cosa.

Nos separamos del abrazo y continuamos caminando, nuestras manos entrelazadas. Pablo rompió el silencio con una sonrisa juguetona.

—Oye, ¿te apetece un helado? Creo que necesitamos algo dulce después de tanta seriedad.

Reí, sintiéndome más ligera comparada a días anteriores.

—Claro, me encantaría.

Nos dirigimos a una heladería cercana, riendo y hablando de cosas triviales, como solíamos hacer antes. Era un pequeño paso hacia la normalidad, pero cada paso contaba.

Mientras disfrutábamos de los helados, Pablo me miró con una expresión seria pero amorosa.

—Sabes, Agus, he estado pensando mucho en nosotros. Y me doy cuenta de lo afortunado que soy de tenerte en mi vida. Quiero que sepas que haré todo lo posible para que te sientas segura y amada.

Sonreí , sintiendo una calidez en mi corazón.

—Yo también me siento afortunada, Pablo. Y sé que, aunque hayan momentos difíciles, podemos superarlos juntos.

Pablo asintió, tomando mi mano nuevamente.

—Así es, juntos somos más fuertes.

El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos de rosa y naranja. Era un recordatorio de que, al igual que el día, nuestra relación también podía renacer con nueva luz y esperanza. Nos quedamos sentados en un banco, disfrutando de la compañía del otro, sabiendo que estábamos listos para enfrentar cualquier desafío juntos.














































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𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒

pablo gavi
by gesvanie

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒, 𝗽𝗮𝗯𝗹𝗼 𝗴𝗮𝘃𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora