capítulo 9

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Tras la llegada de la carta anunciando la tormenta la casa se convirtió en una cuadra, empezamos a organizar las habitaciones para ambas. Dak-ho no tenía ningún problema con eso, ya que tenía varias habitaciones libres, el problema era organizar la habitación donde dormíamos para que pareciese la de una pareja casada y no la de dos personas compartiendo cuarto.

Lo primero fue lavar ambos futones (que son individuales, perfectos para una única persona) y colocar el grande que suelen usarlo las parejas casadas. Con los armarios no tuvimos problemas, ya que cada uno tenía el suyo propio, para mantener la privacidad e individualidad entres ambos géneros. Por último, dejamos el rincón donde suelo colocar mi futón para poner una pequeña estantería (sacada del estudio de Dak-ho) y colocar algunos libros por su parte y cosas de coser por mi parte.

Esto nos llevó casi todo el día y cuando terminamos ya era hora de comer, por lo que prepare Muguk con un poco de rábano, acompañado de kimchi y arroz. Una comida fácil de preparar y que calienta en días fríos. Después nos preparamos para ordenar un poco las habitaciones que ellas ocupan y una pequeña habitación, que según Dak-ho la suelen usar las mujeres para sus reuniones o simplemente para hacer allí sus cosas, como coser o bordar. Esto último no me lo había comentado porque me gusto tanto la zona abierta del jardín trasero que prefirió dejarlo así, pero ahora tocaría fingir en serio para que no sospecharan.

También hicimos acopio de comida y una lista de lo que tendríamos que comprar mañana para tener suficiente durante el tiempo que se queden (espero que poco) y no tener que ir a comprar a mitad de semana, lo aprovechamos también para abastecernos lo suficiente para el invierno, ya que con las nevadas se venden menos productos y la producción baja.

A su vez aprovecharemos para comprar telas y adornos, junto a hilos y cuentas de colores y diversos tamaños, según Dak-ho a su madre le encanta confeccionar adornos y accesorios y puntualmente también chaquetas o faldas, aunque tarda un poco más, pero no está de más tener por si acaso. << Seguramente intente hacerte alguna cosa estando aquí o quiera enseñarte, no sé qué es peor >> Me dijo Dak-ho mientras apuntaba en un papel las cosas para comprar mientras hacía la cena.

Ese día nos fuimos cansados y agotados a la cama, sin ganas de nada y sin incomodidades de por medio al compartir futón por primera vez desde la boda, hace ya tres meses de aquello. Mañana tampoco será un día relajado, tocará ir a comprar varias veces y hacer varios viajes de ida y vuelta, y después contar los días para su llegada.

A la mañana siguiente nos despertamos en uno de esos días de niebla en los que podías salir pese a que es bastante espesa y la cual no se levantaría hasta la noche, un clima bastante normal debido a que vivimos en una zona montañosa y el mar está a un par de pueblos de aquí. Aunque no pasa tan seguido y la gente suele hacer vida normal, con cuidado y siempre acompañados, ya que puede empeorar en cualquier momento y es muy probable y fácil perderse (con ambos tipos no solo con la más espesa).

Gracias a la niebla tuvimos que cambiar los planes de compras y tardamos más porque Dak-ho se aseguró de ir juntos tanto a la ida como a la vuelta, yo ya me sabía perfectamente el camino de vuelta y pese a que una zona está rodeada de bosque, me aseguro de alejarme lo máximo posible, por el peligro de animales salvajes o bandidos. Aun así Dak-ho no se sentía seguro dejándome ir solo, alegando los peligros inminentes debido a la niebla. Al volver por quinta y última vez del mercado me desplomé con la cesta, llena de hilos y diversos materiales para coser y decorar, en el porche delantero y solté un gran suspiro, Dak-ho llego un poco después cargado con tres rollos de telas de color pastel y se sentó a mi lado, soltando también un leve suspiro.

- La próxima vez asegurémonos de tener varias cosas antes y de que no haya niebla. - Dije tumbándome y echándole una mirada de reojo. El silencio nos inundó antes de que contestara y en ese rato me di cuenta de lo que acababa de decir, por lo que me incorporo rápidamente con una excusa en los labios que murió allí porque Dak-ho me miró con una sonrisa en los labios.

- Claro, no te preocupes a la próxima me aseguraré de que no falte mucho y de tener provisiones para estos casos. - Con eso se levanta y mete dentro las telas y la cesta, dejándome mudo en el sitio y con esa familiar sensación de calor a la que poco a poco me voy acostumbrando.

El resto del día pasó tranquilamente, después de comer cada uno fue a lo suyo. Por mi parte, empecé a ordenar un poco la habitación destinada a las mujeres para que pareciese que la he estado usando durante tres meses, también deje en una zona las compras para la madre de Dak-ho. Poco a poco la niebla se iba levantando mientras llegaba la noche, aunque estuve toda la tarde dándole vueltas a nuestra conversación de la mañana y la cual no volvimos a mencionar ni a intercambiar palabra durante el resto del día. Durante la cena el silencio siguió y la incertidumbre y la duda empezaron a invadirme, por lo que decidí hablar con él en la habitación, antes de acostarnos.

- Dak-ho, sobre la conversación que tuvimos esta mañana. - No sabía cómo continuar y dejé la pregunta sin formular y la duda en el aire, pero él notó mis intenciones y habló, casi leyéndome la mente.

- No nos preocupemos por eso ahora, ya lo solucionaremos en su momento. - Asentí con la cabeza seguido de un sonido de afirmación.

Aquellas palabras y aquella pregunta escondían mucho más de lo que a primera vista parece y me sentí aliviado al escucharlas, quitándome un peso de encima. Toda aquella felicidad y libertad se acabarán algún día, de eso estaba seguro, pero era algo que no quería dejar escapar y a lo que me aferro fuertemente, atesorando todos los momentos y disfrutando al máximo. Sintiendo que el momento que llegará a su fin me destrozaría y perdería una parte de mí, una pequeña parte en mi interior se removió al pensar que no volvería a estar al lado de Dak-ho.

Al parecer me quede inmerso en mis pensamientos y con cara de pena, ya que Dak-ho me había preguntado algo y lo estaba ignorando. Cuando apareció de repente en mi campo de visión con cara de preocupación retrocedí del susto, golpeándome con la cómoda, haciendo que unas pocas lágrimas me empañaran la vista mientras me sujetaba la cabeza.

- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? - Pregunta mientras me apartaba las manos con delicadeza y comprueba que no me hubiese hecho ninguna herida. Asiento aún con sus manos en mi cabeza y cuando levanto un poco la cabeza me encuentro su cara a centímetros de la mía, no pensé que estaría tan cerca, demasiado como para que nuestros alientos se mezclan y pueda respirar ese aroma a lavanda que siempre le acompaña.

Nos quedamos así un rato, mirándonos a los ojos, mientras la lavanda me inunda la nariz y sus manos aún en mi cabeza, todo esto hace que se me embote la mente y no pueda pensar en nada más que en ese pequeño lunar que tiene debajo de la ceja izquierda. Al parecer él está en el mismo estado que yo, ya que no hace ningún movimiento de incomodidad o comentario al respecto. Solo estamos los dos en este momento íntimo que poco a poco se está volviendo mágico. Pero como todo, la magia se rompe cuando él se aleja carraspeando un poco y se aleja en dirección al futón.

Al rato le sigo y me acuesto a su lado, pero un montón de pensamientos y preocupaciones vuelven a invadir mi mente y mientras les busco una respuesta o los apartó, uno se destaca entre todos ellos. Aunque me duela admitirlo y es algo que está mal visto y la condena es la muerte, no puedo evitar darle forma y relacionarlo con lo sucedido entre nosotros durante todo este tiempo.

Es algo que me cuesta y duele pensar en ello por varias razones y motivos, y sé que si él se entera puede reaccionar muy mal, porque pese a que llevamos tiempo viviendo juntos muchas veces no sé qué piensa o cómo puede reaccionar antes ciertas cosas, pero no puedo evitar susurrar porque es un pensamiento que va creciendo en mi mente e inunda mi pecho.

- perdóname, pero me he acabado enamorando de ti Dak-ho.

DalryokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora