capítulo 15

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Pasaron los días tranquilamente, las lluvias no tardaron en llegar y con ellas las tormentas y los cielos oscuros, tanto que parecía que se avecinaba el fin del mundo. La temperatura bajaba cada vez más, y cuando llovía por la noche, al día siguiente estaba todo con una capa fina de hielo. También hemos empezado a romper el hielo del estanque y las pocas flores que se habían mantenido ya no estaban, dejando unos setos oscuros, sin ese color anaranjado de las flores.

Bajamos por última vez al mercado para terminar de abastecernos, ya que dentro de poco empezara a nevar y los comerciantes cerraran para mantener a sus familias y no pasar frío. Los que viven más alejados del pueblo y cerca de la montaña, como nosotros, suelen bajar al pueblo para no pasar tanto frío y los que no se lo pueden permitir comprar mucha madera para mantener sus hogares calientes.

En nuestro caso, Dak-ho prefiere la tranquilidad de estar alejado y el frío no le supone ningún problema, según me comentó mientras volvíamos a casa, ya lleva varios años viviendo allí y el frío no le ha resultado ningún problema. Además, modificó el baño para que el calor llegará a la bañera de madera, para que tanto el ambiente como el agua se calentará.

La lluvia nos pilló por sorpresa en la puerta de casa y después de eso no paró en todo el día, no podíamos lavar la ropa y la que estaba tendida se había mojado, por lo que tardaría en secarse. El día pasó lento y aburrido, al estar nublado tampoco podía coser o bordar y la luz de las velas era insuficiente.

Decidí ir al estudio de Dak-ho para ver si podía prestarme un libro, o para molestarlo. Él tampoco lo tenía fácil, ya que me lo encontré escribiendo en una mesa baja rodeado de velas, simplemente me senté a un lado y me quedé mirándole trabajar, mientras la lluvia envolvía la habitación y poco a poco me sentía más adormilado.

- Hwa ahn, despierta. - Un suave movimiento en el hombro y esa voz susurrada me hizo abrir un ojo para encontrarme con Dak-ho demasiado cerca, el poco sueño que todavía arrastraba se desvaneció de golpe y me incorpore rápidamente. Dak-ho me siguió y empezó a reír.

- Me he quedado dormido con el sonido de la lluvia y el calor de la habitación ¿verdad? - Pregunto mientras me limpio la comisura del labio que me he babeado mientras dormía. Levantó la vista y me encuentro a Dak-ho sonriendo ampliamente y negando con la cabeza, me da una caricia en la cabeza y se dirige a la puerta, lo sigo.

- Eso parece, pero deberías tener cuidado, no quiero que caigas malo por dormir en cualquier parte sin abrigarte. El doctor no puede subir aquí con este tiempo. - Asiento y término de seguirle a la cocina. Empieza a preparar todo para hacer té, intentó detenerle con la intención de hacerlo yo, pero es Dak-ho quien me detiene y me sienta en uno de los taburetes de la cocina.

- Tengo que recordarte que he vivido solo durante varios años y todo el trabajo de cocina lo he hecho yo solo, así que quédate ahí entrando en calor mientras preparo té. - Obedezco y le veo moverse por la cocina preparando todo.

La fuente que alimenta todo el calor del suelo y que se reparte por toda la casa está fuera y al lado de la cocina, al estar al lado la mayor parte del calor está en la cocina debido al foco de calor. Y si le añadimos fuego a la hora de cocinar es un lugar bastante agradable para estar en invierno, ya que siempre se mantiene caliente.

Dak-ho pone ambos tés en la pequeña mesa y se sienta en el otro extremo, en el taburete que queda. El que té que ha elegido es nokcha, el cual se puede servir tanto frío como caliente y se suele tomar por las mañanas temprano para que aporte la suficiente energía para enfrentarnos al largo día. Es un té caro porque al comprarlo está fresco y tienes que dejarlo secar, además de que es un té que en las altas esferas suelen consumir mucho.

Así pasamos el resto del día, en la cocina hablando y tomando té acompañado de naranjas y algunos dulces. Cuando dejó de llover ya había anochecido y mientras preparaba la comida Dak-ho salió para avivar el fuego y comprobar el estanque.

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Las semanas pasaban y cada vez llovía más, por lo que lavar la ropa y secarla se convertían en una odisea, por suerte Dak-ho me ayudaba para terminar rápido y cuando el cielo se ponía más oscuro o escuchábamos tormenta recogemos rápidamente la ropa tendida y la dejábamos secar en una de las habitaciones que habían ocupado su madre y hermana, a veces teníamos tanta ropa que ocupamos ambas habitaciones. Dejando recipientes debajo para que no se manchara el suelo y con el calor de las habitaciones la ropa se secaba al cabo de tres días.

Una mañana despejada apareció un visitante en la puerta, yo me encontraba doblando y guardando la ropa y Dak-ho fue quien lo recibió, al parecer se conocen de hace tiempo y cuando lo vi pasar al estudio de Dak-ho vestía ropa de guardia imperial.

Al verle un sudor frío comenzó a bajarme por la espalda y una sensación de incomodidad se alojó en mi pecho, las preguntas se agolpaban en mi cabeza y a su vez mi deber como esposa de Dak-ho. Mientras preparaba té y algunos dulces deje que esas preguntas tomarán formas y voz propias.

¿Por qué está aquí? ¿Ha venido a por mí? ¿Han descubierto el engaño después de tres años? ¿Ha atrapado a Gyu jin? ¿Mis padres han dicho algo? ¿De qué se conocen? Esta última pregunta me dejó pensando, es cierto que Dak-ho me comentó que tenía estrecho contacto con la familia real y sus trabajadores, pero al ver en lo que trabaja todas las tardes pensaba que tendría más contacto con los funcionarios que con los guardias. Decidí alejar estos pensamientos y actuar de manera natural, sin levantar sospechas.

Mientras me acercaba al estudio vi que la puerta estaba entreabierta y pude captar parte de la conservación, me quedé en el pasillo paralizado al escuchar el comentario del guardia, el cual no se su nombre.

- Por ese motivo he venido amigo. Te esperaré dentro de tres días en el pueblo con un caballo, espero que no se te haya olvidado montar. - El guardia suelta una sonora carcajada y Dak-ho se le une, negando entre risas.

- También me he enterado de que te has casado, no pensé que estabas interesado en eso y tampoco que alguien podría estar interesado en ti. - Dice apaciguando la risa de hace un rato. Dak-ho permanece en silencio. - No me mires así, tampoco lo niegues.

- Es cierto, es raro verme con alguien, pero en mi defensa diré que fue un matrimonio concertado. Todo decidido por nuestros padres. - Dak-ho suspira y el silencio inunda la estancia, decido que ese es el momento perfecto para entrar, pero el guardia se adelantó.

- Eso explica muchas cosas. - Pausa, y me imagino a Dak-ho enarcando una ceja y mirando acusadoramente al guardia lo que le obliga a hablar. - bueno, y dime ¿Quién es la afortunada? - Una pequeña pausa por parte de ambos. No puedo evitar quedarme ahí escuchando, con la bandeja que empieza a pensar en mis manos.

- Baek gyu jin, viene de una familia como la nuestra, con recursos y hueco en las altas esferas. - Más silencio y creo que ese es el momento perfecto para entrar, casi como si me hubiese invocado, pero algo en el tono de voz del guardia y de sus palabras hace que me detenga.

- Baek gyu jin. - Dice pensativo. - ¿La hermana del traidor?

- ¿Traidor? De qué estás hablando Dong sun. - La duda y confusión se pueden notar en la voz de Dak-ho y lo único en lo que puedo pensar ahora mismo es en que el guardia se calle la boca.

- ¿No lo sabes? Y pensar que viviste en el palacio Gyeongbokgung a la vez que su hermano, hay que ver Dak-ho. - El guardia cuyo nombre es Dong Sun, se ríe. - Deberías preguntarle a ella para que te dé más detalles, pero todos en el palacio lo saben. El traidor que asesinó al príncipe heredero hace ya cuatro años y que fue ejecutado por ello es el hermano de tu esposa, Baek Hwa Ahn.

El silencio inunda todo, mientras me alejo de allí maldiciendo una y otra vez, sin querer escuchar las palabras de Dak-ho y pensando que ya han pasado cuatro años de aquel incidente. Cuando llegó a la cocina no puedo dejar de temblar y las lágrimas amenazan con salir, dejó la bandeja en la mesa y noto los brazos adoloridos. Me dejo caer contra una de las paredes hasta el suelo y rompo a llorar, ajeno a lo demás, con un dolor inundándome el pecho.

DalryokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora