— Tengo miedo ¿Y si alguien más se entera? - Su mirada nerviosa decía mucho.
Se encontraban en una pequeña habitación lejos de todos, un lugar donde lo único que se podía escuchar eran sus voces.
— No te preocupes, nadie lo sabrá.
— Pero, pero - Hablaba trabandose.
— Es muy tarde para arrepentirse, lo hecho ya está así que solo nos queda callarnos o ambos estaremos en graves problemas.
— No estoy seguro, tengo un mal presentimiento.
— Shhhtt. - Dijo mientras le ponía su dedo anular en sus labios. — No te quejes ¿Acaso no fuiste tu quien quería que pague lo que te hizo?
— Lo se, solo estoy asustado. - Podías notar su inseguridad, no sabía cómo sentirse en ese tipo de situaciones.
— Escucha, puedo entender cómo te sientes. Yo también estoy así, solo no dejes que esos pensamientos ocupen toda tu mente ¿De acuerdo?
Su contraparte lo pensó muy bien, talvez tenía razón, tal vez lo que habían hecho si fue lo correcto después de todo.
— Solo nunca olvides lo que te hizo, la razón por la cual estamos aquí.
— Es verdad, no voy a permitir que eso suceda de nuevo. Solo dime qué hacer y lo haré.
El contrario sonrió de oreja a oreja victorioso, sabía que su compañero accedería pues era muy cobarte para enfrentar la verdad.
— Por ahora solo sigue con tu papel, yo me ocuparé de lo demás. Ahora vámonos antes de que se den cuenta que no estamos.
Asintió con la cabeza a modo de respuesta y ambos empezaron a caminar pero antes de salir de la habitación el contrario le sujetó la mano con fuerza.
— ¿Esto no nos convierte en los malos de la historia verdad? - Preguntó viéndolo a los ojos.
La contraparte río sarcásticamente.
— Por su puesto que no.
Refutó fastidiado y salieron a toda prisa cerrando la puerta tras de ellos sin que nadie sospeche lo que estaban tramando.
...
6 días después.
La oscuridad de la noche abrazadora más el aire frío por el cambio de clima repentino llenaban la habitación en un profundo silencio. No se escuchaba nada más que el ruido de las ramas de los árboles que chocaban contra el vidrio de ventana, podías sentir esa melancolía en el ambiente.
Se encontraba acostado viendo hacia la nada, ya no tenía ánimos para levantarse, salir, comer ni mucho menos ver a nadie.
No se sentía bien para ello, su respiración cada vez se hacía más lenta, las pocas fuerzas que le quedaban se desvanecian con cada segundo que pasaba.Todo este tiempo prefirió estar encerrado sin decir una palabra y la única que parecía estar preocupada era su madre quien siempre trataba de comunicarse con él pero todo era en vano, no le respondía ni los buenos días.
Después de aquel acontecimiento con San nadie más lo buscó, ni las personas que el creía que eran sus amigos nunca preguntaron por el.¿Acaso no hay ninguna persona que en serio se preocupe por Yeosang?
— Hijo ¿Estás bien? Por favor háblame. - Dijo aquella mujer con voz suave pero llena de tristeza.
No hubo respuesta, no se escuchaba nada dentro de la habitación, ni siquiera un respiro.
— ¿Yeosang?
A pesar de que llamaba varías veces no respondía, era como si ni siquiera se encontraba allí.
— ¿Cielo? ¿Qué tienes? Estoy preocupada por ti.
Los segundos pasaban pero aún así solo había un silencio abrumador, ella estaba asustada, temía que a su hijo le esté pasando algo y no quiera contarle.
No quería imaginarse cosas pero desde la última vez que Yeosang estaba así fue cuando todo sucedió. Lo que los llevó hasta ese accidente donde lejos de estar heridos físicamente quedaron dañados en su interior haciendo que todos se vayan alejando poco a poco.— Voy a entrar, perdoname si lo que estoy haciendo te molesta pero es porque de verdad necesito saber que estás bien.
No lo pensó más y abrió la puerta encontrandose en total oscuridad más el polvo que volaba por el aire a consecuencia de no haberse limpiado en dias, el ambiente se sentía pesado al momento de poner un pie dentro de la habitación pero eso era lo de menos.
No se podía ver nada por la ausencia de luz más que una silueta en el piso, pensando que era algún tipo de bulto o maleta se acercó para verificar pero se llevó tal sorpresa cuando pudo ver lo que realmente era.— ¡Yeosang! - Gritó su madre con terror.
Sintió su corazón dejar de latir y su presión bajar muy rápido en ese momento, su hijo estaba tirado en el suelo sin moverse ni nada.
Se tiró al suelo a su lado intentando hacer que reaccione pero nada funcionaba, lo sacudía, lo abrazaba, lo golpeaba mientras empezaba a llorar, se estaba comenzando a desesperar al ver a su único hijo de tal manera. No sabía que hacer, su vista se nublaba a causa de tal impresión.
Lo único que podía hacer era llamar al número de emergencias pues no tenía a quien más acudir. Angustiada buscaba torpemente su teléfono por todas partes arrojando cualquier cosa que no sea de ayuda, solo tardó
unos segundos para encontrarlo pero para ella fue una eternidad de agonia.[9-1-1 ¿Cuál es su emergencia]
[¡Envien una ambulancia por favor es urgente! ¡Mi hijo no reacciona!]
[Señora calmese, necesito que me diga primero en que estado se encuentra su hijo]
[¡No se! ¡Lo encontré inconciente en el piso! ¡Esta muy pálido y frío! ¡Creo que tampoco está respirando!]
[De acuerdo, en este momento le estamos mandando a los paramédicos más cercanos a ustedes, esté pendiente para cuando lleguen y puedan auxiliar a su hijo para llevarlo al hospital lo más pronto posible]
[No quiero que mi hijo se muera, no podría soportarlo]
[No se preocupe señora, la ayuda va en camino... ]
***
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La razón de estar contigo. || JONGSANG
Fanfiction¿Qué tan cruda puede ser la realidad si llegara a recordarlo? Después de un accidente Yeosang despierta de un coma del que tiene que recuperarse poco a poco, todos están muy contentos de que su ángel haya vuelto. Al principio era normal o eso creía...