24 •| Goodbye S... 1/3

1K 96 7
                                    

Christopher

—...No deberíamos dejarlos aquí —repite y me pellizco el tabique nasal entre los dedos.

—Por el maldito cristo, Rachel. ¡Serán dos días!

—Claro que no. Serán dos días, que equivalen a 48 horas, 2880 minutos y 172800 segundos separados de nuestros bebés. ¡Es muchísimo! —exagera caminando de un lado al otro cual niño saturado en azúcar con demasiada hiperactividad para su cuerpo—. No podrán alimentarse de mi pecho, nos extrañarán, Christina no dormirá si no te tiene cerca y Owen no...

—¡Basta! —mi grito la hace detenerse—. Joder, nena, ya céntrate. Son solo dos días, no los matarán y a nosotros tampoco. Tranquilízate, de acuerdo.

Se hala las mangas del jersey. Sacude la cabeza de arriba abajo mentalizándose. «Ni para ir a una guerra se lo pensaría tanto»

—¡De acuerdo! Iremos —se repite en voz baja una y otra vez.

La tomo por ambas muñecas acercándola a mí. Sus ojos se abren como platos cuando nuestros pechos se colisionan y su delicioso aroma penetra mis fosas nasales. «Exquisito»

—Calmate —le pido con voz neutra. Sus ojos no se despegan de los míos mientras sus pupilas se dilatan y sus extremidades se amoldan a las mías. Buena señal.

—Es complicado —susurra.

—Lo sé.

—Nunca había estado lejos de ellos —sigue y un sinsabor se me instala en la boca «Ella no pero yo sí»—. Solo tengo miedo de que les pueda suceder algo.

La abrazo dejando mi mentón sobre su cabeza. La siento relajarse de a poco mientras respira hondo. «Sólo necesitaba calmarse para pensar con claridad»

Nos alistamos para despertar a los mellizos y partir a High Garden. La hermana de Rachel nos desea un buen viaje haciendo que mi mujer lloriquee más. Los escoltas cargan la camioneta con el equipaje y en cuanto finalizan, tomamos camino.

—Van a una pequeña pijamada en casa de los abuelos —les habla a nuestro par—. Deberán portarse bien en la ausencia de mami y papi ¿Vale? —sus ojos se ponen acuosos al pronunciar las palabras.

Christina y Owen la observan con atención, sus grandes ojos fijos en el rostro de su madre y en las palabras que les dice. A veces me impacta la atención que le dan, perciben el momento en que las cosas son importantes o serias, prestando atención y analizando cada detalle. Los dos son excelentes observadores.

A la espera de nuestra llegada nos topamos con Alex, Reece y Rick en la entrada de la mansión. Literalmente corren a tomar a los niños y Rachel se indigna.

—¡Son míos. Yo los parí! —recalca cruzada de brazos.

—A nadie le interesa —le hace saber el Ministro y enarco una ceja.

—¿¡Perdón!? —mi mujer se exalta y decido intervenir.

—Me puedo llevar a mis hijos, saben —los señalo y se yerguen—. No la hagan cabrear. Ya fue suficiente, nos largamos.

Le revuelvo las matas de cabello a las copias y me doy vuelta sin más. «Me niego a hacer alguna otra muestra de afecto»

—¡Christopher, vuelve aquí! ¡Ni siquiera los abrazaste! —vocifera la mujer de ojos azules—. ¡No se te van a caer las bolas, cabrón!

Niego. No soy ningún mandilón.

—¡Christopher! —insiste—. ¡A qué te ignoro todo el viaje!

—¡Qué no, carajo! ¡Ya acaba que nos vamos! —cierro la puerta del auto.

•| 𝑯𝒂𝒑𝒑𝒊𝒏𝒆𝒔 𝒊𝒔 𝒂 𝒃𝒖𝒕𝒕𝒆𝒓𝒇𝒍𝒚 |• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora