3 •| Terreno desconocido

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Rachel

Decir que estoy nerviosa es poco.

Hasta los mellizos lo han notado, supongo que por ello no han querido separarse de mí ni por un segundo.

Hasta no hace mucho

Vamos de camino a Londres, en el jet privado de los Morgan que Alex envío a por nosotros.

El vuelo desde París a Londres es relativamente corto.

Todo a nuestro alrededor destila dinero y poder y los mellizos parecen satisfechos con eso. Más que eso, ambos se encuentran en sus costosas sillitas especiales sumamente cómodos. Ya estaban preparadas aquí en el jet no hizo falta que trajera las que tenía en casa, y había comprado por internet justo ayer.

Retuerzo mis manos entre sí. Hay una gran posibilidad de que él esté allí, conociendo a Alex, posiblemente lo haya llamado y exigido para que asista.

Muevo mi pierna de arriba a abajo, intranquila. Muchas veces preferí olvidar el hecho de que estaba y está, casado.

Cierro los ojos llenando mis pulmones de aire con lentitud.

«No flaquees»

Haré lo posible para que sepa que no me afecta, aunque sea todo lo contrario. Ya le he llorado demasiado, no necesita saber lo mucho que me jode que esté con otra, porque podrá no estar conmigo, pero sigue siendo mío.

Solo imaginarla tocándolo o con sus manos alrededor de...

Me muerdo el labio inferior hasta obtener el característico sabor metálico.

Desgraciada.

Que nunca se le pase por la mente provocarme con mis hijos, que no soy capaz de responder por todo lo que le haga.

No peleo por hombres, ni siquiera por Christopher que es el amor de mi vida o... fue, en realidad.

Ahora ese lugar lo tienen mis pequeños.

Owen conecta miradas conmigo haciéndome sonreír. Sus ojitos se iluminan y bate sus largas pestañas oscuras, todo un pícaro.

—Eres un bebé muy hermosho... —le hablo cómo idiota encantada con las muecas bobaliconas que hace.

Mi princesita a su lado se encuentra muy sumida en su sueño, con esas posiciones extrañas y difíciles de lograr, me acerco para acomodarla suavemente con cuidado de no despertarla pero es en vano, ya que vuelve a su posición inicial.

—Tú sí que eres difícil, bebé —le susurro acariciando su mejilla regordeta.

Vuelvo a mi puesto dejando el portátil sobre mi regazo. Todo este tiempo he estado trabajando como gerente de una pastelería. Luego de irme de Londres me dí de baja del ejército con ayuda de papá de la manera más discreta posible. Conocí a Stella; la dueña, en una de mis visitas a su pastelería cómo clienta, platicó conmigo y resultó que también estaba embarazada así que me animó a asistir a un curso pre-mamá. Luego de desahogarme con ella, obviando detalles, me ofreció trabajo y yo acepté con la condición de que fuera desde casa, estuvo totalmente de acuerdo y simplemente debo ir uno que otro día a la tienda.

Le debo mucho.

Es la única amiga que he tenido desde que me mudé.

Allí conocí a un chico; Stefan. Es mesero de la pastelería, todo un amor de persona, nos hicimos amigos hace poco tiempo. Me he vuelto reacia a las personas y él me transmitió confianza desde el inicio.

Además, los bebés lo adoran. Me es un buen niñero cuando debo hacer algún tipo de trabajo o compra, obligatoriamente fuera de casa.

Abro la boca con estupefacción. No puedo creer que he sido tan mala amiga, hasta ahora es que recuerdo a las chicas. Cuando me mudé, cambié de número de teléfono y me fui al pueblo más pequeño y discreto que encontré. Desistí más de una vez en dejar que papá les dijera dónde estaba y mi estado actual.

•| 𝑯𝒂𝒑𝒑𝒊𝒏𝒆𝒔 𝒊𝒔 𝒂 𝒃𝒖𝒕𝒕𝒆𝒓𝒇𝒍𝒚 |• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora