21 •| Al diablo con la forma correcta

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Christopher

Que Antoni no haya muerto en el quirófano me pone de un humor de los mil demonios.

Estuve tan cerca de sobornar a una enfermera para que accidentalmente le cortara el paso de oxígeno por error. Son cosas que pasan; nadie sospecharía.

Pero el concejo se encuentra al tanto de todo lo que hemos hecho y no están jodidamente satisfechos. En su lugar, yo estaría contento de los resultados obtenidos. Tenemos bajo custodia al incestuoso, al mayor infiltrado en nuestras filas y a la pobre amante de Antoni.

Hemos debilitado a los Mascherano a tal punto de que le hemos dado ventaja a la mafia roja de liderar la pirámide. En cuestión de días los Romanov se posicionaron en la cima a costa nuestra, sabíamos las consecuencias de ésto y era una caída al vacío.

Mahala desapareció sin dejar un mísero rastro en conjunto con su gente. Y a pesar de que fue jodidamente difícil no volarle los sesos ahí mismo e irnos contra ellos, me hizo el trabajo más fácil por primera vez en su asquerosa y miserable vida.

Concuerdo con Rachel en que todo se dió de forma pacífica e inesperada. Estábamos listos, por supuesto, pero el cargar con una lucha constante año tras año y obtener el premio mayor de esa forma causa extrañeza.

Por otro lado, no se me dió oportunidad de torturar a nadie hasta morir. Rachel me prohibió, —sí del verbo prohibir, cómo si fuera mi maldita jefa—, tocarle un cabello a la amante de Antoni. Alegando que ya habían suficientes problemas al mantener todo ésto en secreto cómo para entregar a una pieza útil del tablero en mal estado. Y para colmo, Alex se encargó de la seguridad del incestuoso. Así que no tuve oportunidad alguna de descargar mi cabreo en alguien.

Tuvimos que dejar pasar algunos detalles por debajo de la mesa, todo para nuestra desgracia, por el aporte de Alex. Cómo por ejemplo: el "contacto" que nos proporcionó la verdadera identidad de Phillipe y el tiempo que Isabella estuvo retenida en uno de mis almacenes, sin comida ni agua. Volviéndose aún más loca hasta el punto de atreverse a hablar y llorar sola. Me mantuve al pendiente de las grabaciones y si pudiese sentir algo por ella, por única vez en la vida habría sido vergüenza.

Se mantuvo firme ante la decisión sacando  a conversación múltiples escenarios que podían afectar el curso de las cosas pero la más importante de ellas fué:

“Tengo a mi familia unida y salva. No necesito qué tanto a mi hijo cómo mi nuera, se les cuestione la credibilidad de sus actos y su lealtad hacia nuestra rama”

Palabrería barata.

Le pusimos a los malditos en bandeja de plata y él se encargó del maldito concejo de los cojones.

Nada más.

Nuestra valentía fue gratificada con una bonificación exorbitante que se unirá a la mina de dinero que derrocharán los malditos de nuestros hijos y la ceremonia de premiación se llevará a cabo en lo próximos días.

En pocas palabras, si los malditos desean vagar por el resto de sus vidas; son bienvenidos a hacerlo, cosa que claramente no sucederá, ya que por algo son mis hijos. Por más dinero que nos sobre se deberán partir el culo para multiplicarlo.

La reintegración de mi mujer a la milicia ya es un hecho. Lo que me hace hervir la sangre es la cantidad de buitres que carga detrás; listos para acechar. Estoy a nada de ponerle un maldito chaleco reflectante con mi nombre para que les quede claro a quién pertenece.

Aunque, con lo que usará pronto en el dedo debe bastar, sus insignificantes palabras; no mías.

La patada en mi costado me devuelve a la realidad insufrible. La mocosa me reta con la mirada sin tener intenciones de detener su maldito fastidio.

•| 𝑯𝒂𝒑𝒑𝒊𝒏𝒆𝒔 𝒊𝒔 𝒂 𝒃𝒖𝒕𝒕𝒆𝒓𝒇𝒍𝒚 |• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora