23 •| Tú, yo y una boda

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Rachel

—Emm deja las bolsas allí, por favor —mi hermana hace lo que le pido para después avisar que se encerrará en su habitación—... y Christina mi amor, deja la sonaja ¿si? Ya fue suficiente —suavizo el tono al hablarle.

Se encuentra sentada sobre la alfombra con Zeus dormido cercano a ella. Mira el objeto en su manita dudando en si obedecerme o no, pero como digna hija de Christopher, sigue agitándolo aumentando el dolor en mi cabeza.

«Jesús...»

Resoplo dejándome caer sobre el mueble mullido quitándome los molestos tacones de un puntapié. La búsqueda del atuendo de Mini Chris se extendió más de lo propuesto, absolutamente todo le quedaba precioso y es como una muñequita de carne y hueso para vestir y jugar. La adoro.

Sacando el móvil del bolsillo trasero de mi pantalón, marco el número de la persona que he tenido en mente desde hace días. El aparato empieza a pitar y la voz de mi amigo llena la línea.

—¡Angel! —saluda felizmente y sonrío.

Es bueno escuchar su voz.

—He sido la peor, Steph, perdóname.

—Nada que disculparte, mi ángel, me encanta saber de ti. ¿Cómo han estado?

—Felices y pues..., resumiendo, me casaré pronto —le anuncio de golpe un poco (muy) entusiasmada.

Oigo una serie de maldiciones susurradas y mucho ruido al otro lado de la línea. Ollas cayendo y platos rompiéndose. «¿Qué demonios?»

—¿Steph? ¿Estás bien?

—Eh, eh... Si, sí estoy bien. No te preocupes —su voz se oye algo lejana y frunzo más el entrecejo—. ¿T-te vas a casar? ¿Con quién?

—Bueno... —me despego el móvil de la oreja un momento para quitarle los molestos mechones a Tina de la boca. Me sonríe juguetona y me corazón se derrite con su gesto—, me casaré con Christopher, el padre de los mellizos —respondo finalmente.

Silencio.

Incómodo silencio.

—¿Stephan...? ¿Sigues ahí....?

—Sí, sí, y-yo... estoy muy feliz por tí; por ustedes.

Una sonrisa de alivio se instala en mis labios.

—Gracias, Steph. Te llamaba para invitarte a la boda. Es la semana entrante, te enviaré los detalles y me dices que tal ¿está bien? —más silencio—. Oye, sé que es extraño que te llame solo para ésto, pero si te contara todo lo que ha pasado desde que llegué...—suspiro—, no creas que nos hemos olvidado de tí, eh. Eres el tío Steph.

Capto una ligera risa.

—No debo ni pensarlo, Rach. Estaré ahí. Te lo prometo.

Christopher

—No seas caprichoso, Owen —le digo y se enfurruña en su silla miniatura.

«Cada vez hay más porquerías para niños en las cuales derrochar dinero. Es impresionante»

La dependienta se divierte ante la frustración que nos causa la situación en la que nos encontramos con un crío de 9 meses resultando así que su presencia me irrite a lo que Reece, consciente de ello, le sonríe de forma coqueta haciéndola sonrojar.

«Ya está hecho...»

—Te llamaremos si se nos presenta otro aprieto, linda  —la mujer asiente de forma cortéz y se da media vuelta sin más. «Mucho mejor»

•| 𝑯𝒂𝒑𝒑𝒊𝒏𝒆𝒔 𝒊𝒔 𝒂 𝒃𝒖𝒕𝒕𝒆𝒓𝒇𝒍𝒚 |• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora