22 •| Anhelo

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Rachel

Extiendo mis brazos recibiendo el caluroso abrazo que ansié desde hace mucho tiempo. Papá me besa continuamente la coronilla mientras me estrecha en sus fornidos brazos sin intenciones de soltarme.

Siento otro par de brazos a nuestro alrededor y un cuerpo cálido tras mi espalda. «Emma»

—¡Dios, te extrañamos tanto!

Nos separamos entre lágrimas traicioneras y avanzamos hacia la camioneta.

—¡No puedo creer que te vas a casar! —exclama incrédula dando pequeños saltos que me hacen reír.

Las personas a nuestro alrededor ignoran los cientos de escenarios románticos y poco usuales al contar con la típica prisa que se vive en los aeropuertos.

—Yo tampoco —secunda papá pero con un tono lleno de hastío «Aquí vamos»—, es una desgracia en todo el sentido de la palabra —dramatiza metiendo el equipaje en la cajuela del auto.

Mi hermana y yo nos miramos estupefactas antes de estallar en risas.

—¿Cuánto apuestas a que éste apenas es el inicio a sus interminables quejas sobre la boda?

—Una tarde entera de compras sin cantidad límite si consigue soltar más de 50 quejas sobre mi boda —propongo.

—Doce horas haciéndole la ley del hielo a mi cuñado si Rick consigue idear un total de 50 insultos hacia tú futuro marido —propone de regreso y estrechamos manos finalizando la apuesta.

Hecho —entonamos unísono antes de abordar el auto.

Oficialmente restan dos semanas para la boda. Hace un mes que Christopher me lo propuso oficialmente y en conjunto con las chicas hemos trabajado duro planeando hasta el más minúsculo detalle.

Será una gran boda. Digna de la realeza, no. Digna de los dioses del Olimpo.

No recordaba lo caótico que era planear una boda. La iglesia, el lugar donde se celebrará la recepción, el vestido, la comida, los invitados...

Algo que me reconforta de forma inexplicable es que Chris está formando parte. Se encuentra detrás de cada decisión importante, literalmente todos los detalles han pasado bajo su gusto exigente y no podría decir que me tomó por sorpresa saber que mi futuro marido tiene un gusto exquisito pero también excesivamente costoso.

Con solo evaluar el entorno en el que vivimos, es suficiente para sacar las conjeturas necesarias.

Por otro lado, finalmente opté por emplear al máximo la baja por maternidad así que es un hecho que continuaré en casa con mis bebés durante unos meses más. Al menos hasta que cumplan el año.

Christopher respetó la decisión que desde el inicio lo dejó en mis manos, internamente sabía que él ya era conocedor de mi decisión sin ponerlo al tanto de ella, pero de igual forma me presentó los pros y los contras y estuvo ahí para aconsejarme cuando lo necesité.

Ni en mis más perfectos sueños logré visualizar al Christopher de ahora. Cada día que transcurre no hallo dudas en mí de que él es a quien quiero para compartir lo que dure mi vida.

Pasamos por altos y bajos, no cubriré todo de rosa pastel porque sería muy poco creíble para cualquiera pero lo importante es que los superamos y conseguimos avanzar con toda y nuestra dependencia tóxica e insana.

—Ya quiero ver a mis nietos —menciona papá con impaciencia.

—Adoré las fotografías que me enviaste hace unos días. ¡Están enormes! —parlotea Emma—, y Owen cada vez se parece más a Christopher. Dios no puedo creerlo.

•| 𝑯𝒂𝒑𝒑𝒊𝒏𝒆𝒔 𝒊𝒔 𝒂 𝒃𝒖𝒕𝒕𝒆𝒓𝒇𝒍𝒚 |• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora