10 •| "Un nosotros"

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Rachel

Rebusco una camiseta suya en el armario.

«Espero y funcione»

Los quejidos de mini Chris se acompasan con su tedioso llanto sin darme tregua alguna. Pasa de la medianoche y simplemente no se duerme cosa que también tiene a Owen despierto y de muy malhumor, asumo que es a causa de la ausencia de Christopher, con tan solo un par de días se hicieron algo cercanos y desde entonces dormirla se trata de un reto.

Me tomo una pausa para frotarme las cienes, estoy agotada. Tanto físicamente como mentalmente, Reece y Alex trataron de ayudar pero no hicieron más que empeorar la situación intencionalmente. Christina no cedió en ningún momento y no hizo más que volverse aún más irritable.

Le acerco la camiseta haciendo que se pegue a ella. Su llanto cesa y su puchero tembloroso desaparece, sorbe su pequeña nariz y rojiza dejando su cabeza hundida en la tela. Suspiro acostando a Owen en una de las cunas, en cuánto toca la superficie me da la espalda dormitando.

Su actitud me saca una sonrisa fugaz, lo cubro con la manta antes de dejar un beso en su cabeza e ir a por su melliza.

Se encuentra casi dormida. El aroma de Christopher apacigua su irritabilidad y logra tranquilizarla.

—¿Extrañas a papá, cielo? —susurro trazando caricias en su mejilla húmeda y sonrojada—. Yo igual.

Beso su coronilla repetidas veces una vez que se permite dejar vencer por el sueño.

En la antigua casa solían dormir en su habitación y yo en la mía (estaban una al lado de la otra) no quería que se habituaran a dormir conmigo siempre y que luego el separarlos de mí fuera una completa odisea pero estando aquí opté porque durmieran conmigo, seguimos estando en un ambiente distinto al que acostumbramos y con un simple par de días no es suficiente para adaptarse del todo.

La tensión en mis hombros me causa punzadas de dolor en la parte inferior de mi nuca. Así que me desplazo al baño y hago mi rutina de forma automática. El sueño me domina y el cansancio me supera, apenas y soy capaz de divisar a la figura a un lado de las cunas de los mellizos antes de alarmarme.

Christopher observa con detenimiento a nuestros hijos dormir. Cabello despeinado y ropa desprolija, una expresión neutra y distante domina su rostro hasta que conecta miradas conmigo robándome un suspiro inevitable de retener, sus ojos vagan por mi cuerpo erizándome la piel a la vez que niego con la cabeza sumergiéndome bajo las sábanas. Toma asiento en la cama dándome la espalda y se dispone a desvestirse, ésta situación me trae recuerdos desagradables.

«Me cercioro de la hora por décima vez en menos de 30 minutos. Me pregunto si le habrá sucedido algo o simplemente está haciendo tiempo para volver y hallarme dormida.

No entiendo qué pretende. No sé que más quiere de mí.

Ésto se está volviendo una rutina y ni me permite objetar cuando ya me está callando. Suele llegar a altas horas de la noche y no le doy largas a conversaciones que simplemente nos llevarán a una discusión desastrosa. Odio discutir y más con él. Siempre halla la forma de distraerme para cesar mis protestas y estoy empezando a creer que solo me necesita para calentarle la cama siempre que le apetece.

Estoy tan cansada y decepcionada a la vez.

No con él, sino conmigo misma. Me prometí no repetir errores ni mucho menos permitirme éste tipo de situaciones y heme aquí.

Dando todo y recibiendo menos.

A veces desearía no amarlo cómo lo hago.

Desearía que el amarlo no se sintiera de ésta forma tan solitaria y sin reciprocidad.

•| 𝑯𝒂𝒑𝒑𝒊𝒏𝒆𝒔 𝒊𝒔 𝒂 𝒃𝒖𝒕𝒕𝒆𝒓𝒇𝒍𝒚 |• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora