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Capítulo 14: El libro de los encantamientos

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Capítulo 14: El libro de los encantamientos.

La primera luz del alba se filtraba suavemente a través de las hojas de las palmeras, bañando la playa en un cálido resplandor dorado. Caspian, cuyos sueños habían sido inquietos y llenos de presagios, abrió los ojos lentamente. Su mirada se posó en las huellas gigantescas que surcaban la arena, como si una criatura de otro mundo hubiera pasado por allí. Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, se levantó y caminó con pasos silenciosos hacia donde Edmund y Lucy dormían plácidamente.

—Ed... ¡Ed, despierta!... ¡Lucy!... miren esto —La urgencia en su voz era palpable, y sus palabras cortaron el silencio como un cuchillo.

Los ojos de Edmund se abrieron de golpe, y Lucy, aún entre brumas del sueño, se incorporó con una expresión de confusión. Ambos reyes siguieron la dirección que señalaba Caspian y sus rostros se tornaron serios al instante.

—¿Dónde está Alison?. —La voz de Edmund se quebró, teñida de desesperación. —Alison... ¡Alison! —Su llamado se convirtió en un eco que resonó entre los árboles, llevando consigo la tensión y el miedo.

Caspian, sintiendo un nudo en el estómago, sabía que no había tiempo que perder.

—¡Despierten todos! —Su grito sacudió a los demás, que yacían dispersos por la playa, y uno a uno, se levantaron, sacudidos por la urgencia de la situación.

El grupo, movido por un mismo impulso, comenzó a correr en todas direcciones, llamando el nombre de Alison, cuya ausencia pesaba como una sombra sobre sus corazones. La preocupación se reflejaba en cada rostro, en cada gesto, mientras la búsqueda se intensificaba.

Mientras tanto, Eustace, ajeno a la conmoción, permanecía acostado en la orilla, el murmullo de las olas como única compañía. Su respiración tranquila contrastaba con la agitación de sus compañeros, y en su rostro se dibujaba la paz de los que aún no han sido tocados por la preocupación.

La isla, que hasta ese momento había sido un refugio de maravillas y descanso, se transformó en un laberinto de incertidumbre y temor. Cada rincón parecía ocultar secretos y cada sombra, una posibilidad. Pero la determinación de los jóvenes reyes y sus compañeros era inquebrantable; no descansarían hasta encontrar a su amiga perdida, hasta que el misterio de las huellas en la arena fuera revelado.

Mientras tanto...

Mis pasos resonaban con un eco sutil en el amplio pasillo de entrada, cada uno marcando el ritmo de mi creciente curiosidad. La madera de las escaleras crujía bajo mis pies mientras ascendía, y al final del trayecto, una habitación se revelaba ante mí, sus puertas abiertas como si invitara a descubrir sus secretos. Con el corazón palpitando de anticipación, me acerqué con cautela; el aire estaba impregnado de un aroma a antigüedad y conocimiento.

La estancia era una biblioteca de proporciones majestuosas, sus estantes repletos de tomos que contenían siglos de sabiduría. Un atril de madera oscura dominaba el centro de la habitación, y sobre él, un libro de cuero café oscuro demandaba atención, sus letras doradas grabadas en la tapa parecían susurrar historias de magia y misterio.

Con dedos temblorosos, me acerqué al libro. Una capa de polvo cubría su superficie, testimonio de los años que había permanecido inalterado. Soplé suavemente y, como si respondiera a mi aliento, las letras comenzaron a danzar sobre la tapa, reorganizándose hasta formar una frase que prometía aventuras: "El libro de los encantamientos".

Levanté el seguro con reverencia y abrí el libro. Las páginas crujieron al pasar, cada una revelando secretos largamente guardados.

—Encantamiento para curar el dolor de muelas. —leí en voz baja, mi mente maravillándose con la simplicidad y la utilidad de tales palabras. Continué explorando. —Hechizos para olvidar —Una promesa de alivio para corazones afligidos

Pero fue al pasar una página más que el mundo a mi alrededor cambió. Las hojas se tornaron negras como la noche sin estrellas, y una frase solitaria se destacaba en ellas, sin título, pero con una promesa implícita.

—Estas palabras tienes que mencionar para que a tu alrededor empiece a nevar

Casi sin pensar, las palabras escaparon de mis labios, y en ese instante, un copo de nieve, puro y perfecto, cayó lentamente del cielo y se posó sobre la página negra. Levanté la vista, incrédula, y un torbellino de copos de nieve comenzó a descender, transformando la biblioteca en un paisaje invernal. La nieve se acumulaba en el suelo, cubriendo todo con un manto blanco y silencioso.

—Increíble —susurré, mi voz apenas audible sobre el suave susurro de la nieve que caía.

La emoción burbujeaba dentro de mí, una mezcla de asombro y curiosidad.

Con un giro de mi cabeza, mis ojos se posaron nuevamente sobre el libro, que yacía casi oculto bajo la capa de nieve que había invocado. Con un nuevo soplo, las páginas comenzaron a volar como mariposas en una danza frenética, hasta que, con un gesto decidido, detuve su vuelo, dejando el tiempo suspendido en una quietud perfecta. La nieve, obedeciendo a un mandato invisible, se disipó, dejando el libro a la vista una vez más.

Ante mí, una imagen cobraba vida en la página: una mujer de mirada profunda y serena se contemplaba en un espejo, sobre su reflejo descansaba una corona, símbolo de un destino aún no revelado. Las palabras junto a la imagen prometían una transformación.

—Un hechizo infalible para poder convertirte en lo que en tu interior siempre fuiste

Un suspiro escapó de mis labios, cargado de la frustración de sentirme una extraña en un mundo de reyes y reinas. Edmund y Lucy, con sus coronas de Narnia, eran figuras de una nobleza inalcanzable, mientras yo... ¿qué era yo sino una intrusa en su reino?, ¿había sido traída aquí por un propósito mayor, o era mi presencia un mero accidente del destino?. No quería ser una carga para ellos, una sombra en su luminoso camino.

Con un movimiento impulsivo, arranqué la página que contenía el hechizo, un acto de rebeldía contra la duda que me asfixiaba. Pero entonces, un rugido poderoso y majestuoso resonó en el aire, un sonido que parecía provenir de las mismísimas entrañas de la tierra. Di un paso atrás, sobresaltada, mientras las páginas del libro se agitaban una vez más en un caos de papel y tinta.

Con cautela, guardé el fragmento de magia en el bolsillo de mi pantalón, un tesoro de posibilidades infinitas. Me acerqué al libro, mi corazón latiendo al ritmo de los secretos que aún esperaban ser descubiertos, y con una mezcla de temor y determinación, me puse a buscar lo que las bestias me habían pedido.

Narnia: La Travesía del Viajero del Alba |Edmund|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora