Capítulo 8

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A medida que me voy despertando, siento como uno de sus brazos está por encima de mi pecho y una pierna suya me cubre la cadera.

Miro hacia él y ya me encuentro con su cara a pocos centímetros de la mía. Tenía la cabeza metida en el pequeño hueco de mi cuello, pero llegaba ver su expresión de tranquilidad al dormir, cosa que siempre me pareció muy tierna; ya que Joost dormido y Joost despierto, son personas totalmente diferentes.

Podía notar su respiración chocar contra mi cuello y eso, en cierta forma, me daba tranquilidad. Pensar que él seguiría ahí aunque me diera la vuelta, me tranquilizaba (ya que me tienen hecho lo opuesto otras personas).

Me vuelvo a poner en la misma posición en la que estaba cuando me desperté y me acurruco un poco más contra él, disfrutando el momento… pero mis ganas de ir al baño me ordenaron interrumpir el momento.

Con delicadeza me aparto poco a poco de él, intentando no despertarlo, y consigo salir de la cama, pero al momento escuché un gruñido y, seguido de él, una queja:

—¿A dónde vas?— me pregunta Joost, con voz totalmente ronca y más dormido que despierto.

—Al baño, ahora vengo— le contesto con una sonrisa, al ver como abrazaba la colcha frustrado.

—Tarda poco— me ordena él, mientras que yo cerraba la puerta del baño.

En cuanto me senté, miré hacia abajo y ví una ligera mancha en mi ropa interior, quise que la tierra me tragase.

No me había tenido que bajar la regla, era a final de mes cuando me tocaba, por lo tanto no había traído ni una mísera compresa.

Deseando que no me matase, decido llamar a mi hermana por teléfono. Como me esperaba, no hubo contestación, por lo tanto tenía que acudir a mi segunda opción: Joost.

Pidiéndole al Universo que no se moleste por esto, llamo a mi mejor amigo:

—¡Joooost!— grito, para que me oiga. No hubo contestación.— ¡Jooost!— nada— ¡¿Joost?!

—¡¿Qué quieres?!— me pregunta él una pizca de enfadado, ya que sabía lo mucho que le jodía que lo despertaran.

—¡Código rojo!

—¡¿Código rojo?! ¡¿Qué mierdas es eso?!

—¡Me ha llegado la llamada de la naturaleza para informarme de que no estoy embarazada!

Durante unos segundos no escuché nada; me planteé volver a llamarlo, pero, en cuanto conseguí su respuesta al rato, supe que solamente estaba pensando que me estaba pasando.

—¡¿Y qué quieres que haga?!— me pregunta.

—¡Coge mi cartera, ve a la tienda y cómprame unas compresas!— le mando.

—¡Vale, ahora vengo, no te desangres más!— me contesta, provocándome una risa. Como si yo pudiera controlar lo que sangro o lo que dejo de sangrar, ¿No?

Oí como caminaba por la habitación y, luego de unos escasos minutos, se abría y cerraba la puerta, dándome la señal de que ya estaba en camino. Ahora, solo tocaba esperar…

Joost

Antes de ir al supermercado a por las cosas de Anaís, fui a por los refuerzos y nos fuimos hacia la tienda

—¿Y yo que pinto aquí?— me pregunta Appie.

—Tienes una hermana, sabrás algo— le contesto.

—¡Y tú también, tío!— responde Appie.

—Quien debería de estar quejándose de verdad aquí, soy yo, porque no tengo hermanos ni hermanas, así que a callarse— comenta Martijn, llegando los tres a la puerta de salida del hotel.— Ahora, lo importante, ¿Dónde hay una tienda?

Vrienden || Joost Klein ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora