Capítulo 20

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Me comienzo a despertar poco a poco por los rayos de sol que entran por la ventana. Con la mano, intento encontrar mi móvil en la mesilla de noche guiándome por mi tacto, consiguiéndolo después de pasarla por toda ella y casi tirar la lámpara que reposaba encima.

Miro la pantalla y consigo ver que son las nueve menos veinte. Buena hora para levantarse, sin duda alguna, sino fuera porque Joost estuviera durmiendo encima mío y no me dejara moverme en absoluto.

A pesar de que mi cabeza optaba por apartarle e irme preparando para el día que nos esperaba, porque ante todo era responsable, mi corazón prefirió dejarlo como estaba y disfrutar un poco más de este momento.

Joost estaba prácticamente encima mío, a excepción de sus piernas, que cada una estaba en un lado de la cama. Tenía la cabeza apoyada en mi pecho y sus brazos estaban a ambos lados de mi cintura, como si se estuviera asegurando que no me fuese de ahí.

Tenía una expresión relajada en el rostro que me dio mucha tranquilidad. Su pelo estaba todo alborotado y tenía los labios ligeramente separados. Me daba entre risa y ternura ver esa imagen que tenía enfrente de mí, porque sin duda alguna se le notaba que le estaba gustando el sueño.

Fijándome un poco, me doy cuenta de que comienza a abrir poco a poco los ojos, dejándome entender que se estaba despertando.

—Buenos días— digo susurrando, acariciándole el pelo.

—Buenos días— me contesta, con voz de dormido todavía, frotándose los ojos con las yemas de los dedos. Acto seguido, levanta la cabeza y apoya la barbilla en mi pecho, quedándose mirando para mí.

—No te pongas así, que desde ese ángulo no estoy guapa, que me sale toda la papada— me quejo de broma entre risas.

—No digas tonterías, que tú desde todos los ángulos estás guapa— dice él, para luego darme un beso en la mandíbula, haciéndome sonreír.

—Mira que eres cursi, ¡eh!

—Romántico, dirás, que la cena que te preparé ayer fue inolvidable e insuperable.

—Ahí va, baja modesto que ya sube Joost— me río.

—¿Acaso miento?

—Para nada, tienes razón: fue inolvidable.

—Ya lo sé…

—¿Nos levantamos?— le pregunto.

—No, estoy muy bien así— contesta, aferrando más sus brazos a mí.

—Pero hay que levantarnos para ir a desayunar y luego prepararnos.

—Eso puede esperar cinco minutos, ahora déjame disfrutar donde estoy.

—¿En la cama?

—No, acostado encima de ti— me contesta, volviendo apoyar su cabeza en mi pecho.—Me lo merezco después de la cita de ayer.

—¿Cita? ¿No era una cena de mejores amigos?

—Por favor Anaís, piensa un poco— dice, para luego reírse.— Me encanta lo inocente que eres, ardillita, no has cambiado nada…

Después de ese comentario, los dos nos quedamos callados, haciendo que solamente pudiéramos escuchar nuestras respiraciones.

Su comentario me dejó reflexionando algo y me dio que pensar. ¿En serio había cambiado tan poco durante todos estos años? No sabía si eso era bueno o malo…

Durante unos minutos nos quedamos en esa misma posición, él dándome caricias en mi cadera y yo en su pelo.

Estábamos tranquilamente, disfrutando del momento, cuando la puerta que unía la habitación de Appie y Martijn a esta se abre de golpe, saliendo de detrás de esta nuestro amigo que se disfrazará de pájaro para esta noche:

Vrienden || Joost Klein ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora