Capítulo 16

387 36 14
                                    

—¿Estás despierta?— le pregunto a mi hermana nada más escucho descolgar  la llamada.

—No, te he cogido la llamada y te estoy hablando pero, ¡eh!, que estoy dormida— contesta sarcástica Dara.— ¿Qué quieres?

—Necesito hablar con alguien, ¿Te molesta mucho si vamos a dar un paseo por ahí y hablamos?— le pregunto.

—No hace falta ir a dar un paseo, Elliot no está en la habitación, puedes venir aquí.

—¿Entonces dónde está?

—Appie y Martijn nos habían invitado a mí y a él a ir a un bar, pero a mí no me apetecía y fue él— contesta.— Pienso que también fue Joost, pero no estoy segura.

—Ah, bueno…

—¿Vienes o no vienes? Sino me duermo.

—No, no, voy— contesto, saliendo del cuarto de baño.

Cuelgo la llamada después de avisar a mi hermana de que estaba donde ella en cinco minutos y me acerco hasta Noah, para despertarlo ligeramente y decirle que me iba un momento hasta la habitación de mi hermana:

—¿Te parece bien?— le pregunto.

—Sí, sí, ve— me contesta.

—Vale, descansa, te quiero— me levanto de la cama y me dirijo hacia la salida.

—Y yo a ti…

Salgo de la habitación y me voy a paso rápido hacia la habitación de mi hermana, que nada más llegar a ella llamo. Espero unos segundos enfrente de la puerta cerrada y finalmente la abre:

—Pasa— me dice mi hermana, echándose a un lado y dejándome pasar.

—Gracias— contesto, metiéndome en la habitación y yendo hacia la zona de la cama.—¿Te molesto mucho?

—No, tranquila, estoy acostumbrada de cuando eras pequeña— contesta ella, mientras que las dos nos sentábamos en el sofá pequeño que había pegado a la ventana.— ¿Qué pasa esta vez? ¿Tienes pesadillas o piensas que hay un monstruo en la esquina de tu habitación?

—No, esta vez es diferente— contesto, suspirando.— ¿Viste el directo que hice con Joost esta tarde?

—Sí.

—Bueno… Pienso que no hace falta explicar mucho más sobre lo que quiero hablar.

—Ya… fue una pésima idea de tu parte querer que tus seguidores te hicieran preguntas. Las primeras que te hicieron fueron bastante pasables, pero las últimas… iban a hacer daño y lo hicieron.

—No pensaba que pretendían ir a dar.

—Anaís, eres demasiado buena e inocente, tienes que empezar a pensar que no todo el mundo quiere hacer el bien y que algunas personas te van a hacer mal, y mientras que a ti te duele lo que te hicieron, ellos se lo pasan pipa— me dice mi hermana con tono cansado. Siempre me lo repetía y yo nunca le hacía caso.— No digo que esas personas quisieran joderte, pero era obvio que buscaban oro y tú se lo diste.

—Pero les dí poco…

—Poco pero suficiente como para dar que hablar, ¿O acaso no viste X? ¿O Instagram? ¿O Tik Tok?

—Algo ví, sí— contestó, suspirando.— Pero es que, Joost y yo hemos dado de qué hablar desde siempre, tanto juntos como separados, así que ya me la sopla absolutamente todo.

—Pues que no te sople tanto, que te puede perjudicar— me advierte.— Yo que tú iría cuidando lo que subes y lo que dejas de subir. No tiene mal alguno tu contenido, pero a lo mejor alguien consigue hacerte daño con alguna cosa que hagas o digas.

Suspiro.

—Y si me hace mal, ¿Por qué me lo hace ahora?— pregunto.— Más de diez años subiendo contenido a YouTube y nunca tuve un problema, ¿Por qué ahora sí?

—Porque ahora Joost es famoso.

—¿Qué tiene que ver él con que me quieran hacer daño? Joost ya era famoso de antes.

—Pero solo en casa, como quien dice, ahora lo conoce todo Europa y seguramente más gente… Que Joost sea más famoso, te perjudica a ti también, cariño. Os perjudica a ti, a Martijn y a Appie, queráis o no; porque como siempre vais con él, cuando quieran saber algo que él no diga, van a ir directos a vosotros.

—Sigo sin entender por qué a mí me afecta que Joost sea famoso.

—Cualquier imagen que publiquéis o publiquen, la van a malinterpretar, al igual que lo que digáis, con quién estéis, dónde, con qué y lo que hagáis… Anaís, tienes casi treinta años, empieza a madurar y a entender que tu mundo no es todo de color rosa.

—Yo nunca he dicho que sea de color rosa y nunca lo he idealizado.

—Pero lo has defendido o no has querido ver la parte de atrás.

—¿Cuándo yo he hecho eso?

—¡Ahora mismo!— me grita.— Anaís, de verdad, te quiero un montón y daría mi vida porque no te pasase nada, pero tienes que empezar a ver tu trabajo con otros ojos.

—Ya… ¿Me das un abrazo? Lo necesito.

—Todos los que quieras.

Ambas nos fusionamos en un abrazo. Como hacía de pequeña, hundo mi cara en su cuello y me relajo escuchándola respirar.

—Te quiero mucho ardillita, no quiero que pienses que lo que te digo es a malas… solo quiero que no te hagan daño.

—Y yo te agradezco que me quieras proteger, porque se ve que yo no doy sola… Te quiero.

Ella me dio un beso en la cabeza y me acarició la espalda.

—¿Vamos a dormir y nos olvidamos de todo? Mañana hay mucho que hacer…

—Tienes razón, vamos.

Ambas nos separamos y nos metimos en la cama. Yo, en busca de sentirme segura, me acurruco y dejo que ella envuelva sus brazos alrededor de mi.

Apoyo mi cabeza en su pecho y cierro los ojos, tranquilizándome al escuchar los latidos de su corazón y consiguiéndome dormir a los pocos minutos.

Vrienden || Joost Klein ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora