CAPITULO 18 DANZA

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GABRIEL:

A pesar de todo, su mano se sentía cálida junto a la mía, entre mis dedos, mis palmas..

-No la vi- susurró Sofia y una lágrima le recorrió la mejilla-, creo que fue suerte, porque así puedo conservar un buen recuerdo de ella, bailando en la habitación mientras yo trataba de imitarla--tomó un suspiro antes de continuar– Esa mañana no fui a la escuela, mamá no me había levantado y cuando yo lo hice fui directa al baño, pero estaba cerrado, primero llamé una vez y no atendió, luego dos, tres y era una niña, pero aún así sabía que algo estaba ocurriendo y recuerdo que comencé a gritar y gritar y desde ahí nada...

>>Lo único que recuerdo después de eso es a una señora rubia que nunca antes había visto, acercarse a mi y abrazarme tan fuerte que llegué a pensar que estaba tratando de ahogarme, solo susurraba en mi oído una y otra vez que todo estaría bien. Era mi abuela.

No sabía que pensar, ni como actuar y estaba maldiciéndome por no encontrar la manera adecuada de reaccionar, no sabía que era lo correcto, nunca había conocido a alguien que hubiera vivido una situación de tal magnitud.

Pero me dejé guiar por mis instintos y solté la mano de Sofia para tomarla por los hombros y abrazarla. No sabía si esto serviría de algo, si le brindaría algún tipo de consuelo o si era un granito de arena comparado con la montaña que ella necesitaba.

Pero así lo hice.

Nos abrazamos durante horas.

Y llegué a creer que los dos estaríamos bien.

Que ella estaría bien.

SOFIA:

Llegué al estudio alrededor de las diez de la mañana, pero había estado despierta desde la noche anterior, no había podido pegar un ojo en toda la noche, a pesar de eso, estaba bien.

-Hola?-dije entrando en el lugar porque la puerta estaba abierta. No había nadie en la recepción, aunque era un poco obvio porque estaban buscando una recepcionista -. ¿Hola?-avisé porque no quería que pensaran que estaba robándome algo. 

Nada.

No había música y solo estaba acompañada por el sonido de mis zapatos a medida que avanzaba hacia el centro del estudio.

Era hermoso.

Era una habitación gigante que tenía un piso de madera muy brillante, solo algunas huellas con resina de las zapatillas de baile arruinaban la perfección, pero pensé que, en realidad, no importaba porque le daba a este lugar un toque..

¿Artístico?

No lo sabía, pero no me gustaría que las borraran.

Todo el lugar estaba rodeado de espejos y mi reflejo apareció, mis ojeras estaban más marcadas de lo normal debido a la falta de sueño.

En las esquinas habían casilleros, pero no unos normales grises, oscuros y aburridos, sino unos pintados de forma tal, que separados solo se verían formas abstractas, pero juntos, formaban a una hermosa bailarina.

-Volviste-dijo la vocecita que había escuchado la noche anterior.

-Bueno, yo siempre cumplo con mi palabra -respondí, mis latidos se habían acelerado un poco porque la niñita que tenía frente a mi, tenía la capacidad de aparecer y desaparecer cuando ella quisiera, lo hacía sin que nadie se diera cuenta.

Su nombre es Olivia.

-Eso es bueno saberlo-dijo otra voz, una más potente y seria, antes de que Olivia pudiera contestar.

Levanté la mirada y admiré a la mujer más imponente que yo había visto en mi vida. Iba vestida completamente de negro y hacía un gran contraste con su cabello totalmente blanco.

-Ese tipo de personas han ido desapareciendo con el tiempo, dejándose llevar por todo tipo de tentaciones que han servido para justificar la falta de su palabra siguió y comenzó a caminar hacia nosotras con su tono amargo y con la ayuda de su bastón, su pie derecho cojeaba–. Aunque claro, venir a un estudio de baile a las diez de la mañana no representa un gran reto, veremos si te sigues manteniéndote firme después.

Miré a olivia que llevaba unas medias rositas, en sus pies estaban unas pequeñas zapatillas de baile de color rosa eléctrico llena de brillitos, combinaban muy bien con su tutú, también rosa. Sonreía a pesar de que yo hacía un esfuerzo por mantenerme firme, parecía que la mujer que teníamos en frente no hacía ningún efecto en ella.

-Siempre cumplo con mi palabra--repetí, tratando de sonar igual de firme que ella y a causa de mi intento, que no había resultado como había deseado y en lugar de eso un gallito se escapó de mi, tuve que aclararme la garganta.

-Eso ya lo veremos-continuó la mujer, ya había llegado a nosotras y ahora que la tenía en frente, me di cuenta de que teníamos la misma altura-. Olivia me ha dicho que has solicitado el puesto de recepcionista.

-Así es, vine la otra noche, pero usted estaba...

-Es mi deber advertirte que la paga, de hecho, no es buena y es la razón por la que hasta ahora nadie ha pedido el puesto, muchas chicas se han ofrecido, pero la codicia puede más que el arte-me interrumpió.

Y lo suponía, sabía que la paga no podía ser buena, pero éste era un trabajo que no me avergonzaría comentar.

-Si usted está de acuerdo, yo lo quiero -respondí y esta vez mi tono sí me enorgulleció.

La mujer me miró de pies a cabeza, tenía una de esas miradas tan penetrantes que parecía que te desnudaban prenda por prenda y tuve que resistir el impulso de cubrirme con mis manos.

-Pues es tuyo, doscientos a la semana -concluyó y comenzó a alejarse, lento porque cojeaba-. Todas las tardes de lunes a viernes, solo tres horas, atenderás a las personas que soliciten información sobre las clases, recibirás a los niños y ordenarás cuando llegues. No me gusta el desorden.

-De acuerdo -respondí y mi pecho comenzó a hincharse de la emoción.

-Toma el libro del mostrador, apréndelo, vivelo, ámalo, ahí está todo lo que no necesitas saber de este lugar-dijo antes de desaparecer por una puerta que me imagine, la llevaba hacia otro salón.

Olivia me sonrió antes de comenzar a dar brinquitos detrás de la mujer para alcanzarla.

-iTe lo dije, abuela! ¡Te dije que ella aceptaría!

-Ya te he dicho que no me llames abuela, niña- Su tono era cansado.

Aunque entendía que era una mujer mayor, me pareció que quizás podría ser más amable con Olivia, no aparentaba tener más de cuatro años.

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 Holi platiquenme que piensan de todo lo que salio de la kenia y gabriel... estoy un poco molesta


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