CAPITULO 64 El tercer mejor beso de mi vida

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Sofia:

Oscar ni siquiera había respondido mi mensaje cuando le pregunté si quería que le llevara algo cuando fuéramos a dejar a Oli.

-Oye, no es solo una cena-Zoe hizo una mueca- es una cita-aclaró y comenzó a buscar entre las bolsas que había traído-. ¿No te emociona?

Traté de disimular mi sonrisa.

-Pues la verdad es que sí...

-¡Perfecto!-dijo interrumpiéndome y sacó un precioso vestido color azul bajito-. Mira, lo compré el otro día, pero como ya sabes, estoy en tiempos de sequía, así que pensé: Oye, yo tengo una amiga con novio, ella es la que tiene que verse exquisita y sensual, no yo-explicó y me lo lanzó-. ¡Toma! Además combina con tus ojos.

Lo atrapé en el aire y fruncí el ceño.

-¿Qué es lo que estás ocultándome?- pregunté y Zoe volteó los ojos.

-Oye, si querer que tu mejor amiga se vea hermosa en su cita con el hombre que ama es un crimen, pues que me arresten.- soltó y extendió sus manos.

Solté una risa.

-Pues muchas gracias.

-No es nada.

Miré el vestido, era muy hermoso, aunque levanté una ceja cuando vi la etiqueta, este vestido era justo de mi talla.














Gabriel:

-Y anoche le dolió el estómago, así que no le des de comer nada pesado-le advertí a Oscar cuando terminamos de organizarlo todo.

-Gabo, tu monstrito es invencible-dijo Oscar colocando las rosas alrededor de la mesa.

Yo volteé los ojos.

-No le des comida chatarra-repetí.

-De acuerdo-dijo Oscar y sonreímos al ver todo terminado-. Vaya, ni siquiera en la escuela me había esforzado tanto.

-Yo tampoco-respondí y miré a mi hermano-. Gracias por ayudarme.

-Ya sabes, estoy para lo que necesites -respondió e hizo un gesto tratando de restarle importancia, lo cual me hizo reír- pero me debes una y me la pienso cobrar, pronto se lo pediré a Aurora.

Sonreí y lo abracé.

-Mamá va a soltar un suspiro de alivio -dije y miré la hora en mi móvil, pronto atardecería y debía ir a cambiarme y buscar a Sofia-. Prende las velas antes de irte, asi no se apagan-dije y Oscar asintió. Corrí para darle un beso en la cabeza a Oli, que estaba saltando detrás de algunas mariposas -. ¡La cuidas!.- le advertí a Oscar una vez más cuando me subí al auto.






Mientras conducía a casa solté un suspiro, estaba un poco ansioso por la espera...










Contuve la respiración cuando vi a Sofia salir de la habitación.

Estaba preciosa.

Y no pude evitar sonreír cuando se acercó para darme un beso. Todo mi cuerpo hormigueó por el contacto.

-¿Y Oli?.- preguntó.

-Pasé a dejarla con Oscar antes de venir-dije y la tomé de la mano, entrelazando nuestros dedos.

-¿Dónde vamos a ir a cenar?

-Es una sorpresa-respondí y sonreí un poco más al ver su cara de emoción.

-¿En serio?

-Y vas a tener que cubrirte los ojos con esto -añadí levantando una venda.

-¿Es en serio?.- preguntó otra vez y me miró un poco confundida.

-Es un lugar secreto, muy pocas personas lo conocen, así que quiero mantener la exclusividad.

-Pero vas a arruinarme el maquillaje-se quejó Sofi.

-Aunque tengas el maquillaje arruinado, tú te ves hermosa todo el tiempo-dije y me coloqué detrás para vendarla.

-De acuerdo, pero si parezco un mapache va a ser tu culpa-dijo y cerró los ojos.

Solté una risa y comencé a guiarla hacia el auto.

-Aunque es un poco temprano para ir a cenar, ¿no? Apenas está atardeciendo.

-Es que al lugar a donde vamos se puede ver al sol ocultándose, es parte de la sorpresa-expliqué y sonreí al verla.










Mi corazón estaba tan acelerado que pensé que podría explotar en cualquier momento.

Me salí del auto y lo rodeé para abrirle la puerta a Sofi y ayudarla a bajar.

Solté otro suspiro antes de quitarle la venda porque ella lo sabría. En el momento en el que abriera los ojos y viera el gran jardín con el atardecer de fondo y el camino hacia la pérgola de madera iluminado con velas...

Lo sabría.

Sabría que yo quería casarme con ella.

Le quité la venda y Sofi se llevó las manos a la boca, sus ojos se humedecieron de inmediato mirando todo el lugar.

Ambos caminamos hacia donde se encontraba la mesita, solo había una pequeña cajita en el centro.

Sofia me miró a los ojos y no dejó de llorar en cuanto la tomé de la mano y me arrodillé.

-Sofia...

Tenía una mezcla de emociones dentro de mí, eran muchísimas y no podía decidirme por una, así que, solo sonreí cuando dije:

-¿Te casarías conmigo?

Y fui el hombre más feliz del mundo cuando la escuché responder:

-Sí.

-¿Sí?-pregunté solo porque no podía creérmelo.

-¡Sí!

Le puse el anillo y cuando me levanté, Sofia me rodeó el cuello con los brazos para después darme un beso.

El tercer mejor beso de mi vida.
















Otro, otro

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