Capricho

Capitulo 16

Lo que nos han enseñado que la historia es cíclica, se repiten los mismos patrones sin importar las circunstancias se la vida, se hacen los mismas promesas, sacrificios y tiene por consecuencia el dolor que permea el alma hasta que se renueve ese ciclo para poder repetirlo de nueva cuenta.

Habían pasado 3 años del compromiso entre la familia Prado y Moleña, todos veían a la pareja caminando por la plaza, comunicándose por medio de una libreta y un lápiz de grafito; era extraño que esa pareja durara mucho a pesar que muchos decían que el joven Aarón era un monstro debajo de esa mascara de metal. La boda se efectuaría cuando Claudia terminara su formación dentro de esa academia, la cual también le enseñaron a manejar la espada, Xóchitl ya era una guerrera completa segunda al mando de las amazonas, era el mejor guerrero que tenían, la comarca que habían hecho en puebla funcionaba a la perfección a pesar de ser una comunidad cerrada siempre buscaron el bienestar de la región.

Había llegado la fecha de la boda iniciando el nuevo siglo, ambas paradas en la iglesia de esa comarca, tomando sus votos de matrimonio, jurándose ante ese dios amor eterno en estas vidas y las que siguen, terminando esa ceremonia religiosa católica, fueron al patio de la hacienda donde estaba el altar preparado con flores de cempasúchil y alcatraces adornando ese altar, Claudia aun con su vestido de novia blanco e inmaculado, Xóchitl con un huipil blanco con bordados blancos donde simulaban jaguares recorriendo esa prenda, hicieron el juramento es cuando sintieron que los dos dioses aceptaron ese hizo presente esa marca, dando la señal para que empezara la fiesta.

La comida, la bebida y la música se hicieron presentes, todos festejando a las novias, estaban todos los que conocían quien era realmente Moleña, a excepción del viejo Tecpatl que había fallecido dos años antes de esa boda, regalándole a su nieta dos alianzas de plata para el día que se uniera a su bella diosa, que ambas mujeres ya tenían 19 años, las cuales ya eran mujeres fuertes y frondosas con un futuro asegurado.

Pasando de media noche aun la fiesta seguía pero las novias se retiraban a sus aposentos, Xóchitl cargo a su esposa hasta la recamara nupcial, que tenía colocado el ajuar de novia que Claudia estaba realizando desde que cumplió 16 años, todo era un blanco a excepción de los bordados de un jaguar y quetzal durmiendo juntos. Cerrando la habitación ambas mujeres se sentían nerviosas, sabían que esta noche seria el día que tomarían su virtud.

Una vieja prostituta gitana le hizo un regalo algo fuera convencional; un miembro masculino en madera debidamente tratada para el placer con un cinturón que lo sostendría, dándole un aceite especial para usarlo antes, en ese momento al ver la cara de la jefa de la comarca confundida por esos artilugios, le explico que era el placer y las artes amatorias, sabía que se guiaba con el instinto pero también para el sexo tenía que pensarlo y la instruyo como debía guiar a su mujer en ese momento de tomar su virginidad tanto con sus manos como con el instrumento regalado.

Volviendo a esa recamara, Tecpatl fue desvistiendo a su esposa, sus mano temblaban y tenía miedo, a pesar que anteriormente se habían amado ahora sería distinto; Claudia al notar a su bella ninfa nerviosa por ese momento la cual le da un beso apasionado dejando que las manos de mujer le quitaron la ropa completamente, ambas temblaban por la expectativa de estar en esa nueva etapa de su relación.

- Claudia Prado, perdón es que tengo miedo de lastimarte – dejando caer una lagrima de sus ojos esta Tecpatl, la cual Prado limpia con su mano, dándole un beso en mejilla – te amo tanto

- Xóchitl Tecpatl no tengas miedo, soy tuya y nos guardamos para esta noche, quiero ser siempre tu mujer hasta que la última estrella del cielo se apague – quitándole el huipil a su bella ninfa, dejándola con su ropa interior, la cual también despojo guiándola hasta la cama – estamos solo nosotras en demostrar nuestro amor.