CAPÍTULO 23

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THOMAS

Olivia Smith
17:23 p.m

Hola, ya he terminado, ¿Estas por casa?

Thomas Walker
17:26 p.m

Hoy trabajo en casa, estoy en el despacho y tengo mucho lío. Empiezo una reunión en unos minutos y luego seguiré trabajando un rato más. Por la noche seré todo tuyo.

No sabía si mi respuesta había cumplido con las expectativas de Olivia, pero tenía una reunión muy importante donde debía solucionar todos los problemas que estaban surgiendo en la empresa. Mi padre seguía en su línea, persiguiéndome día y noche, cuestionando por qué no estaba ya buscando soluciones. Mi respuesta siempre era la misma: Las buenas soluciones llevan tiempo, pero a él no le gustaba esa respuesta en absoluto.

Encendí el ordenador mientras me servía una copa de whiskey. Sabía que no era lo más prudente, pero en este momento lo sentí necesario. Era consciente de que me estaba matando lentamente, pero a veces ni siquiera eso me importaba. Cargar con una vida llena de problemas y un padre cuya única función parece ser arruinarme la existencia, metiéndome presión y recordándome constantemente que no sirvo para nada, era agotador. No podía deshacerme de él, y aun así, debía mantener mi posición en uno de los mejores bufetes de Estados Unidos. La presión era tan abrumadora que solo el ardor del alcohol en mi garganta me ofrecía un alivio momentáneo.

—Buenas tardes, señor Walker —saludó Benjamin.

—Detalla los problemas —quizás no fue el mejor saludo, pero no tenía tiempo para rodeos. Necesitaba un punto de partida para arreglar este desastre.

Quince minutos de reunión y los problemas parecían multiplicarse. Benjamin hablaba de números y estrategias, pero en mi mente solo resonaban las críticas de mi padre, recordándome lo inútil que era. Cuando volví a concentrarme en la conversación, todo lo que escuchaba eran evasivas ante el mismo problema.

—Me da igual, quiero esto solucionado para mañana —interrumpí, cortando de raíz su perorata.

Justo en ese momento, unos suaves golpes sonaron en la puerta, que se abrió con cautela dejando entrever a una Olivia increíblemente sexy. Llevaba el pelo recogido con una pinza, y aunque su rostro mostraba signos de cansancio, me regaló una sonrisa con sus labios rojos. Vestía una camisa blanca con algunos botones desabrochados, dejando ver parte de su escote. Una falda negra de tubo se ajustaba perfectamente a su cuerpo, resaltando cada una de sus curvas, y los tacones que llevaba la hacían aún más irresistible. ¿Había algo más provocativo que una mujer como Olivia en tacones? No lo sabía, solo pensaba en desnudarla por completo, y perderme en ella hasta el amanecer.

Se apoyó en el marco de la puerta, observándome con una mezcla de picardía y desafío, mientras Benjamín seguía hablando sin parar. Su presencia llenaba la habitación y mi mente se dividía entre la urgencia de resolver los problemas de la empresa y el deseo incontrolable que sentía por ella. La voz de Benjamín se convirtió en un ruido de fondo mientras mis pensamientos se centraban en Olivia, y la batalla interna entre la responsabilidad y la pasión.

—Perderemos mucho dinero y no nos conviene si queremos seguir con los números del año pasado, o incluso superarlos. Creo que la mejor opción sería reunir a todo el equipo y buscar soluciones —comentó Benjamin, pero mi mirada hacía rato que no estaba en el ordenador.

Olivia cerró la puerta y se apoyó en ella, observándome detenidamente. Llevó su mano hacia la pinza que sujetaba su cabello y la quitó, dejando que su melena cayera libre y salvaje sobre sus hombros. Ninguno de los dos apartaba la mirada, y yo solo pude aferrarme a la copa que tenía en las manos. Se aproximaba una tormenta, y no me refería precisamente al clima.

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