CAPÍTULO 16

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OLIVIA

El día despuntaba con promesas de cambio y renovación. Después de una ardua búsqueda, por fin se había materializado la oportunidad de un nuevo hogar, un pequeño estudio con el que poder dejar atrás las incomodidades del hotel. No es que la vida entre lujos fuese complicada, pero anhelaba un lugar estable al que llamar hogar. Y tampoco voy a mentir, mi cuenta de ahorros lo iba a agradecer soberanamente. Este hotel me estaba costando un riñón.

Dejadme contaros sobre mi nuevo hogar. Ha sido un verdadero hallazgo, una joya escondida en el corazón de la ciudad. Se trata de un encantador estudio minimalista, es modesto pero lleno de potencial, ubicado en un edificio histórico, que irradia encanto a pesar de su antigüedad.

La oportunidad de alquilarlo surgió de manera inesperada y conveniente. La chica propietaria, quien se ausentará durante cuatro meses de merecidas vacaciones, no le gustaba la idea de dejar el apartamento vacío ni tampoco pagar el alquiler sin estar presente. Así que, en un golpe de suerte, decidimos cerrar un acuerdo: ella me cede el estudio durante el tiempo exacto que durarán mis prácticas. Así que a lo largo del día de hoy tendré que llevar todas mis cosas a mi nuevo hogar, cosa que no le va a hacer mucha gracia a Jenell.

Llevaba cerca de veinte minutos en el bullicioso aeropuerto, impaciente, con la mirada fija en la puerta de llegadas. Cada segundo que pasaba parecía una eternidad mientras aguardaba la llegada de mi amiga del alma. Mi teléfono era testigo de mi ansiedad, revisándolo constantemente en busca de alguna señal de su llegada.

Y entonces, como un destello de luz en medio de la multitud, apareció. Alta y esbelta, con una melena rubia que caía suavemente sobre sus hombros, tan perfectamente lisa como una tabla. Cuando nuestros ojos finalmente se encontraron, su sonrisa iluminó el lugar entero. Esa sonrisa que conocía tan bien, tan radiante y contagiosa que era imposible no devolvérsela con igual intensidad. Sus ojos azules brillaban con emoción, capturando mi atención incluso a la distancia. Y entonces, como una melodía familiar, su voz resonó en el aire, anunciando su llegada con un pequeño grito de alegría que podría haber resonado hasta en los confines de la tierra. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia mí, su andar estaba lleno de pequeños saltitos de alegría. Nos fundimos en un abrazo tan sincero y lleno de emoción que el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse, dejando solo nuestras risas y la calidez de estar juntas de nuevo.  Había alquilado un coche para estos días, para así poder movernos y visitar todo lo que quisiéramos. Me moría de ganas.

—¡No me puedo creer que estés aquí! —exclamé mientras la veía sentada en el asiento de copiloto.

—No puedo dejarte sola por mucho tiempo, querida amiga. Todos sabemos que empiezas a hacer tonterías y alguien tiene que detenerte.

—Así es —suspiré aferrándome al volante.

—Háblame sobre él.

—¿Qué te hable de quién?

—¿Te gusta ese chico, Olivia Smith?

—No digas eso ni en broma.

Pero esa pregunta que Jenell me hizo resonaba en mi cabeza una y otra vez, y había evitado enfrentarme a ella durante más tiempo del que me gustaría admitir. ¿Me gustaba Thomas? ¿Realmente podía gustarme ese chico estúpido, sexy y arrogante? ¿Me atraía su aura de exigencia y esa sensación de superioridad que emanaba? ¿Sus cambios de humor constantes y la demostración de poder ante todos los que le rodeaban? ¿Su actitud dominante y chulesca constante? Todas esas características eran precisamente las que siempre había odiado y no entendía por qué verlo a él de esa manera me atraía tanto. ¡Son actitudes que no soporto! O la mayoría de ellas...

Cada vez que intentaba analizar lo que me pasaba respecto a él, me encontraba enredada en un torbellino de confusión. Por un lado, su presencia me provocaba una mezcla de exasperación y fascinación. Por otro lado, su comportamiento me repelía profundamente hasta el punto de querer matarlo. ¿Cómo podía tener estos sentimientos contradictorios? Era como si estuviera atrapada en una lucha interna entre lo que pensaba que debía sentir y lo que realmente sentía. Mientras conducía, me di cuenta de que Jenell seguía esperando a que empezara a hablar.

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