Apenas asomaban las primeras luces del amanecer por detrás de los edificios cuando Koutarou salió de casa, su bolsa de deporte colgada al hombro y las manos guardadas en los bolsillos de su sudadera negra y dorada. Como siempre que salía de casa tan pronto, la música sonaba a todo trapo por sus auriculares. Pese al frescor de la mañana, en el cielo no se veía una sola nube. Todo parecía apuntar que iba a ser un buen día. Koutarou sonrió incapaz de imaginar que algo pudiera ensombrecer su ánimo. Por primera vez en mucho tiempo, las cosas estaban yendo bien. Y no era el único que parecía darse cuenta. Incluso en los entrenamientos, su rendimiento estaba siendo mejor que nunca, con sus saltos llegando algunos centímetros más alto y sus remates chocando contra la pista con fuerza renovada.
En el vestuario, los ánimos bullían por el partido del sábado contra el EJP Raijin. Siempre eran encuentros interesantes, pero esta vez todo parecía estar a su favor. Y ahora Koutarou tenía un motivo más para hacer un buen papel cuando Kou-chan lo iba a estar viendo jugar aunque sólo fuera a través de la tele.
Por lo que Keiji le había dicho, el crío no se despegaba de la tele ni un minuto cada vez que jugaban, sus ojos brillando de emoción cada vez que veía a alguien rematar. Al menos nadie podrá decir que no es un Bokuto. Las palabras de Keiji se le habían quedado grabadas a fuego en el corazón.
El Black Jackals Arena parecía completamente desierto tan pronto por la mañana, sólo con algún personal del staff yendo y viniendo para iniciar su jornada laboral. Koutarou saludó a todos con los que se cruzó en camino a los vestuarios. Al llegar, Tsum-Tsum y Meian ya estaban allí.
–¿Hoy también va a estar insoportable? –Tsum-Tsum lo miró como si la sonrisa en su cara lo ofendiera.
–Cualquiera diría que te molesta la felicidad del resto –Meian saludó a Koutarou con un gesto de cabeza.
–No, sólo la suya. –Tsum-Tsum gruñó, sacando una toalla y la botella de agua de su taquilla antes de volver a cerrarla con un portazo–. Ahora os veo.
–¡Hey! –Koutarou tardó un segundo de más en procesar el comentario de Tsum-Tsum pero ya se había marchado antes de que Koutarou pudiera responder.
–No se lo tengas en cuenta, la envidia es muy mala. –Meian le dio una palmada en el hombro. Desde que Hinata fichara para el Asas Sao Paulo en el mercado de verano, Meian era lo más parecido a un confidente que le quedaba en Osaka–. ¿Todo bien con Akaashi?
Koutarou se quedó pensativo por un instante. ¿Las cosas estaban bien con Keiji? Era difícil de decir cuando era difícil percibir sus emociones cuando los separaba tanta distancia. Los escasos retazos que le llegaban a través del vínculo rara vez coincidían con sus palabras pero cada vez que hablaban por videollamada, Keiji seguía prometiendo que no tenía nada de lo que preocuparse. La mayor parte del tiempo era difícil de creer, pero Koutarou seguía haciendo un esfuerzo por hacerlo.
Y sin embargo, pese a la ansiedad, el miedo y el estrés constantes, hacía tiempo que Koutarou no notaba a Keiji tan contento como en las últimas semanas. Por primera vez en mucho tiempo, Keiji parecía estar vivo al otro lado del vínculo, tras años de sentir como la llama de sus emociones se iba apagando poco a poco hasta caer en la más completa apatía. Era imposible no reconocer que todo era gracias a Kou-chan.
–Sí –Koutarou sonrió–, creo que sí.
***
–¡Chicos! ¡Terminamos por hoy! –El entrenador Foster llamó la atención de todos los jugadores haciendo sonar el silbato–. Buen trabajo.
Koutarou se dobló sobre sí mismo, las manos sobre sus muslos y respiró hondo, el sudor resbalando por su frente hasta caer como lluvia sobre la pista. Nada era tan satisfactorio como notar los músculos quejándose tras un buen entrenamiento.
Koutarou se acercó a las gradas, cogió su botella y se tiró el agua por encima, su piel acalorada agradeciendo el contraste de temperatura. Uno tras otro, sus compañeros de equipo fueron recogiendo sus cosas y desapareciendo por el pasillo que llevaba a las gradas. Secándose la cara, Kou echó un vistazo al móvil que había quedado abandonado sobre una de las sillas de plástico junto con sus toallas limpias.
Koutarou frunció el ceño al ver el nombre de Aki en sus notificaciones de llamadas perdidas. Seis llamadas perdidas, todas seguidas, no hacía ni una hora. Kou sintió el sudor frío recorrerle la espalda. Un mal presentimiento le erizó el vello de la nuca. Tenía que haber pasado algo grave para que Aki llamara con tanta insistencia.
¿Y si le había pasado algo a Keiji?
Kou cerró los ojos, respiró hondo y se concentró en el vínculo tirando de él. La atadura alrededor de su corazón seguía allí pero era como si algo la hubiese erosionado, dejándola débil y maltrecha. La sensación de vértigo le revolvió el estómago. Era como si la tierra se hubiese abierto bajo sus pies, dejándolo al borde del precipicio.
Le faltaba la respiración. Su mente empezó a llenarse con decenas de escenarios horribles. Algo le había pasado a Keiji. Algo le había pasado a Keiji y Kou volvía a estar demasiado lejos para hacer nada.
Koutarou notó el tatuaje con forma de búho arder contra su espalda. Su mente seguía demasiado abrumada para procesar lo que estaba sucediendo. Kou notó como le fallaban las fuerzas para mantenerse en pie. De rodillas contra el suelo, pudo sentir como sus alas empezaban a formarse, lidiando por salir. Las plumas cosquilleaban contra su cuello y subían hasta cubrirle los costados de la cara. No necesitó un espejo para saber que sus ojos tenían que haber perdido cualquier rastro de humanidad.
–Las alas no... las alas no... –Kou suplicó, aplastando la frente contra el suelo y se obligó a respirar hondo.
Keiji iba a estar tan decepcionado cuando descubriera que había perdido el control en medio del gimnasio.
–¿Bokuto? –La voz de Meian se le clavó en los oídos como una daga.
La mano contra su hombro quería ser reconfortante, pero sólo consiguió hacerlo entrar en pánico. Meian estaba demasiado cerca para no haberse dado cuenta que Kou no era humano.
–Estoy bien –Koutarou musitó incorporándose sin mirar a Meian a la cara–. No pasa nada.
Lo único que Kou quería era poder huir de allí y llamar a Aki.
–¿Y esperas que alguien se lo crea? –Meian lo detuvo, cogiéndole del brazo y obligándolo a girarse.
Apenas fue un instante pero los ojos de ambos se cruzaron. No era demasiado complicado imaginar lo que estaba pasando por la mente de Meian cuando sus dedos lo soltaron y dio un paso atrás, intentando alejarse.
No era la primera vez que Koutarou veía el miedo dibujado en el rostro de alguien cuando veían su forma híbrida. Quizá el tiempo debería haberlo hecho más fácil de digerir pero seguía doliendo igual. Sólo podía agradecer que sus alas no hubiesen hecho su aparición estelar. En cualquier otro momento, quizá le hubiesen preocupado las consecuencias para su carrera y para su vida en general pero el nerviosismo de no saber si Keiji estaba bien ganó a cualquier otro miedo.
–¿Bokkun está bien?
Koutarou estaba seguro que todo el mundo ya se había marchado pero los pasos de Atsumu se acercaban cada vez más. Kou se sentía como un criminal caminando hacia el estrado, sin saber cuál iba a ser el veredicto.
–Sólo se ha mareado. –Contra todo pronóstico, Meian le cubrió el rostro con una toalla y lo empujó hasta una de las sillas–. Creo que había algún Gatorade en la nevera.
–¿Ahora nos va a tocar hacer también de niñera? –Tsum-Tsum dijo refunfuñando, pero apenas tardó un instante en ir a buscarlo.
Los pasos de Atsumu sonaban cada vez más lejos cuando Kou se quitó la toalla, dejándola sobre su regazo.
–¡Oh, Dios! Gracias. –Meian se restregó los ojos, el agotamiento reflejado en su cara–. Ya has vuelto a la normalidad. Dime qué sólo me lo he imaginado, por favor.
Koutarou alzó el rostro, sin tener muy claro que contestar. Quizá no había sido la reacción de Aki después de ver al búho por primera vez pero tenía que dar gracias porque tampoco eran los gritos enloquecidos de su madre.
Antes de que pudiera mediar palabra, el móvil empezó a vibrar contra el suelo. Koutarou no recordaba en qué momento lo había dejado caer pero apenas tardó un segundo en recuperarlo. Le temblaban las manos cuando al fin descolgó.

ESTÁS LEYENDO
In Between
FanfictionAquí llega la segunda parte de "I'll Stay with You" Koutarou y Keiji llevan diez años juntos pero mantener su relación entre Tokyo y Osaka, la responsabilidad de ser un adulto y el miedo a que el mundo descubra el Gran Secreto de la estrella del equ...