Querido Andy,
La presente es para informarte que eres el único al que alguna vez le dediqué una carta enteramente feliz. La desgracia vino a nosotros de muchas formas y nos sumergió en días grises, pero aun así sigo sonriendo cada vez que me acuerdo de ti.
Recuerdo las veces en las que me perdía contando tus lunares sin que te dieras cuenta, perdido en las constelaciones infinitas de tus hermosos ojos, tan dulces como el café. Recuerdo bailar contigo en las nubes de atardeceres rosados, extasiados por amor. Es algo que atesoro y conservo en mi interior.
Fuimos todo y a la vez nada. Ese otoño, que se sintió eterno, fue jodidamente perfecto. Ninguno lo vio venir, pero pasó. Ahora solo le agradezco al destino y al tiempo por cruzarme contigo en una de las infinitas calles de este mundo. Conservo cada carta, cada foto, cada recuerdo en un cajón. A veces mi vista se desliza hacia él y no puedo evitar recordar. Me sentía radiante, pero también dolió. Lamento ponerme sentimental, pero es inevitable si llega tu nombre a mi mente.
Seguimos vivos, tú allá y yo acá, nunca enterrados del todo. Sabes que lo intentamos una vez más, pero no se pudo reparar. Supongo que es mejor así. Por ahora soy solo yo; supongo que tú también estás bien así. Quisiera decir que no quiero volver, pero debo confesar que si te vuelvo a ver, tal vez no me pueda contener. Nunca supe entenderte del todo, pero para querer a veces no hace falta entender todo. El amor es tan extraño y tan cambiante, que aunque ahora no estemos juntos, te deseo lo mejor de aquí en adelante.
Intenté odiarte, intenté alejarme, pero es algo que creo que jamás lograré. Aunque intente buscar espinas, la rosa siempre será igual de hermosa. Ni una mala palabra puedo escribir acá. No sé si me odias, no sé qué pensarás de mí en verdad, pero espero que donde quiera que estés, si alguna vez te sientes solo, mires la luna y las estrellas. Date cuenta de que seguimos bajo el mismo cielo, que mientras yo esté acá, tú jamás estarás solo, mi príncipe sin corona ni reino, mi eterno rayo de sol. Sabes que fue fantástico, pero fue solo momentáneo, como una estrella fugaz, hermoso y brillante, pero no podía durar.
Ojalá pudiera olvidar cómo casi lo teníamos todo. No me malinterpretes, solo así sería más fácil soportar esta pena. Aunque una parte de mí aún se aferra a ella porque el dolor es el único vínculo que me quedó de nuestro amor. Publicaré esta carta como una botella lanzada al mar, sin destinatario real, leída por ellos y por mí, pero creo que jamás por ti. Con mi último aliento, te digo adiós, pero no sin antes decirte que de todos mis días grises, tú fuiste el mejor.
Con cariño, Alejandro
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Los Días Mas Grises (De Todos)
Poetry"Los Días Mas Grises (De Todos)" son escritos llenos de melancolía, ira, tristeza y reflexión. A través de mis vivencias, me sumerjo en un océano de emociones turbulentas, donde me acompañan personas en este viaje tormentoso. Este libro cuenta nuest...