Como Un Niño

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Normalmente suelo llorar cuando escribo en el papel, pero ahora las letras se burlan y ríen conmigo cuando te nombro en mis escritos. ¡NO! Nunca supe lo que era estar bien contigo. Siempre fue mi error. Cada paso que daba lo sobre pensaba con miedo de no lastimar tu frágil y delicado ego. ¡Ojalá tu pene fuera tan grande como tu orgullo! Hombre feo con personalidad de lindo, ¿no eres muy listo, cierto? Chiquito atrapado en el cuerpo de un hombre. ¡Qué trágico! Me doblas la edad, pero puta madre, juro que a veces actúas igual que un niño.

¿Se me permite opinar? Supongo que no, porque los berrinches solo son válidos cuando tú los haces. Las pataletas y las quejas que proyectas en mí son un reflejo de ti. Podría buscar en todos los momentos que vivimos algo que rimara con alegría, y me moriría de risa intentando encontrar la rima, porque lo más triste de todo es que gasté saliva hasta cuartearme la lengua y cortarme los labios defendiendo lo nuestro.

Siempre soy atractivo para narcisistas faltos de atención y autoestima. Tal vez te devolví el vigor que te hacía falta bajo tu pantalón. Debí escuchar al horóscopo cuando mi destino dictó, cada vez que me recriminabas, me minimizabas o me invalidabas, yo rezaba para que te ahogaras. Escupiste para arriba, pensabas que nunca me iría, pero cuando salí por la puerta, no me fui sin antes decirte tus verdades... Porque si me vuelves a tratar mal o a pisar, el veneno que sale por mis dientes y mis dedos rozarán tu cuello y te dejarán una marca de por vida que jamás lograrás borrar.

Afortunadamente, no me llevó mucho tiempo poner las cartas sobre la mesa. Quererte fue radioactivo. Llámame inmaduro, exagerado o vengativo, jamás fui escuchado. Tus palabras siempre en mayúsculas aplastando mis sentimientos minúsculos. El poco respeto y cariño que tenía por ti se fue ese día en el que me di cuenta de que por más que intentara hacerlo todo bien, el niño siempre iba a derrumbar el castillo, a verlo todo mal, salía a correr de nuevo a llorar. Agarra un banquito y siéntate en el rincón, estás en la hora de castigo. A tu insípido juego le agarré fastidio y con esta última rima del texto me despido.

Los Días Mas Grises (De Todos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora