Me encontraba hecho un desastre: acababa de reprobar un examen de hematología; el doctor a cargo de las clases de endocrinología no dudaba en hacerme preguntas muy complicadas cada clase; mis padres discutían como siempre y, por si fuera poco, el jueguito que tenía con Desirée me estaba atrapando.
Todas las noches de los miércoles, viernes y sábados estaban reservadas para ella.
Lo usual es que yo a veces pasara por ella a la universidad donde tomaba sus talleres de literatura o Desirée pasara por mí al hospital. Pasábamos el tiempo en los cafés, los bares, la playa e incluso en su departamento a donde ya había ido un par de veces.
Era una relación libre de todo convencionalismo. Nada más que dos buenos amigos. Esto no quiere decir que no me preocupara el hecho de hablar con una desconocida. Pero el comportamiento de Desirée no era nada sospechoso y jamás había tratado de ir más allá con pretensiones románticas.
Aquella noche de viernes, después de cenar junto a mi familia, me encerré en mi habitación y saqué mi celular. Había pasado una semana desde que mis amigos me recomendaron que bajara una aplicación de citas y Alexa volvió a insistir mandándome un mensaje a mi celular. «Ándale, amigo, a ver que sale, jajaja» escribió, agregando el link para descargar la app.
—¡Ya! A la chingada, vamos a ver qué pasa —mascullé y abrí el link de descarga.
Me quedé pensativo mientras se abría la aplicación. Era humillante para mí usar una app de citas.
Me registré y avalé mi identidad con una foto y mi credencial. Después una amigable inteligencia artificial me realizó un cuestionario.
—¿Prefieres pasar la tarde en casa viendo películas o salir a tomar con tus amigos?
—En casa.
—En cuestiones políticas, ¿te sientes más identificado con la izquierda o la derecha?
—¿Qué clase de pregunta es esa? —pregunté con fastidio.
—Por favor, necesito tu respuesta.
—¿Eso qué tiene que ver?
—Entre más respuestas nos otorgues, mejores resultados podremos ofrecerte.
—¡Está bueno pues, ultraderecha carajo! ¡Heil Hitler!
—Basado en tu respuesta anterior, ¿disfrutas del humor negro?
—No, para nada.
—¿Recurres al sarcasmo o a la ironía con frecuencia?
—No, nunca.
Estuve respondiendo a esas pinches preguntas castrosas por media hora. Al final elegí un rango de edad y distancia. Agarré chicas menores que yo dentro del área de Guanajuato.
La pantalla se llenó con recuadros de chicas muy distintas entre sí: morenas, güeras, con cabello corto, con cabello largo, algunas con tanto maquillaje como un mimo y otras con tantos filtros como una planta purificadora de agua.
Ni qué decir de la información que daban las morras, unas de buenas a primeras te decían que sólo buscaban sexo casual, algunas ponían más requisitos que los gringos para darte una visa. Después de una hora revisando perfiles coincidí con una chica de mi ciudad, bastante agradable, debo decir. Tenía el cabello negro y corto, similar a Lily, sólo que su piel era mucho más blanca y usaba un maquillaje exagerado.
Conversamos, me dijo que no estudiaba, pero que trabajaba en una tienda de drones. Le gustaban las películas de horror, el neo-rock español y asistir a convenciones de disfraces. Era muy amigable y tenía buen sentido del humor.
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Piel onírica
Любовные романыDesirée y Lucien son la pareja ideal, llevan una vida perfecta en Costa Paraíso, un pueblo mediterráneo en 1964. Pero nada de esto es real, el año es 2051 y Costa Paraíso es un entorno virtual. Desirée es en realidad una joven marginada de Colombia...