Capitulo 17: Desde el otro lado

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Bill se tomó el rechazo mejor que Tom.

Había una rutina a la que Tom necesitaba aferrarse. Incluso si Tom odiaba la rutina, aún así era cómoda, era la manera en que las cosas debían ser. Las piezas del rompecabezas encajaban en cierta forma, de la misma manera que las gorras de Tom encajaban en su closet, organizadas y perfectas.

Bill no debería quererlo de esa manera. Tom no debería querer a Bil de esa manera. Así que Tom hizo lo que mejor sabía hacer. Tomó el recuerdo del beso y lo escondió en un rincón de su memoria. Fingió que nunca había sucedido.

Tom no pensó en lo que pudo haber pasado, o incluso, si él lo quería. Tampoco se preguntó se Bill se marcharía después de ésto. No se prenguntó que haría sin Bill. Tom no pensó en la sensación de tener a Bill entre sus brazos, o su estúpida sonrisa y su estúpida forma de hablar, o en la estúpida manera en que hacía que la vida de Tom fuera mucho mejor. Él no pensó en los suaves labios de Bill, en su abrazo posesivo o la confianza que siempre había en sus ojos.

Tom no contó los momentos, los segundos desde que los labios de Bill tocaron los suyos.

Tampoco contó los días.

El primer día fué el más difícil. Pero todo se cura con el tiempo.

Con su corazón queriéndose abrir paso dolorosamente para salir de su pecho, Tom sólo podía esperar que todo se curara con el tiempo.

Era la primera noche que Tom dormía solo en una cama que casi había sido de ambos. Despertó con un espacio vacío a su lado y en su soñolienta confusión no supo por qué.

Tom gruñó adormilado, acariciando con su mano la almohada donde la cabeza de Bill debería estar, pero inexplicablemente

– ¿Bill...? – no estaba. Tom esperaba que Bill no estuviera en el closet reorganizando sus gorras de nuevo.

Frotó su cara con el dorso de su mano, y miró a su alrededor. El.silencio era extremadamente raro en presencia de Bill. Incluso cuándo dormía, Bill murmuraba, suspiraba y hablaba entre sueños.

El silencio de su ausencia, era incluso más ruidoso que el mismo Bill.

De alguna manera, Tom sabía que Bill no se había marchado. Era la diferencia entre el silencio sutíl y el silencio ensordecedor.

El aroma a café se escurrió por debajo de la puerta. Tom se vistió lentamente, tratando de prepararse para la desdicha de Bill, preparándose para negarse a sus abrazos posesivos y sus miradas de anhelo.

Cuándo Tom entró en la cocina, Bill traía puesto un descolorido mandíl de maripososas y una de las gorras rojas de Tom, puesta alrevés sobre su cabeza. Estaba bailando con una espátula.

Tom miró frenéticamente por toda la habitación, preocupado de que Bill hubiera encendido la estufa y tratara de cocinar algún elaborado platillo hecho de ingredientes incomibles. Para su gran alivio, la estufa estaba apagada. Realmente, Bill no parecía estar cocinando, simplemente bailando con la espátula.

– ¡Tomi! – Bill gritó con inesperada alegría, dando un brinco para colgarse de los hombros de Tom. Su contacto, hizo que la piel de Tom hormigueara. – Tengo una nueva amiga. -Bill dijo, golpeando alegremente la mejilla de Tom con el metal de la espátula. Tom envolvió sus dedos alrededor de la huesuda muñeca de Bill, inconcientemente.

– ¿Y cómo se llama tu amigo? – Tom preguntó con voz ronca.

– Mi amiga... – Bill corrigió, golpeando de nuevo la mejilla de Tom para hacer énfasís. – se llama Belinda. – cuándo Tom asintió vagamente, Bill bufó contra su cuello. – ¡No seas grosero, Tom! Dí hola. A ella le caés bien, por supuesto. – Bill no tenía un solo amigo al que Tom no le cayera bien.

A través de sus ojos | fic tollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora