Capítulo IX

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Hoy por la tarde volverían a México, Guillermo había evitado hablar toda la mañana con Saúl, a pesar de que dijo que lo olvidaría, le incomodaba lo que había pasado con él en el hotel por lo que tomó algo de distancia.

El vuelo había sido tranquilo, después de que Andrés le contara lo bien que la había pasado con el omega con el que se fue, ambos se habían quedado dormidos durante la mayor parte del vuelo.

Saúl se encontraba molesto por lo que pasó una noche antes pero tenía que hacer como si nada pasara para no ser despedido, ahora deseaba a su jefe más que nunca, no perdía la fe en que en algún momento lograría seducirlo. Que lo haya rechazado solo volvía las cosas más emocionantes para el.

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Al llegar a la Ciudad de México, Guillermo se fue directo a su casa, necesitaba descansar después del viaje y la resaca que se cargaba.

Cuando llegó, lo que lo recibió fue un dulce y delicioso aroma que lo hizo salivar de inmediato, caminó hacia las escaleras por donde su olfato lo había guiado y ahí se encontró con Lionel que estaba intentando subirlas con dificultad.

- Leo, tu celo...- lo miró directamente a los ojos, el omega lucía tan indefenso y necesitado.

- Guille, me duele, ayúdame por favor - gimió con deseo y Memo se acercó atraído por su hipnotizante aroma, el omega acortó más la distancia y puso sus manos en el pecho del contrario, se coloco de puntillas y aspiró el olor de Memo directamente de su cuello - por favor, Guille - susurró en su oído mandándole una corriente eléctrica por todo su cuerpo.

- ¿Donde tienes tus supresores?

Quería mantener sus manos alejadas del omega pero su instinto le dictaba que lo tomara de una buena vez, Lionel era un omega dominante y sabía que no iba a poder aguantar mucho tiempo en no ceder a sus instintos.

El omega pasó sus manos de su pecho a su cuello para abrazarlo atrayéndolo más hacia él, con la distancia acortada dejo un beso en su cuello que hizo que su piel se erizará, respondió posando sus grandes manos en su fina cintura y lo pegó a él, tan pronto y ya se había puesto duro, Leo sintió su gran erección presionando en su abdomen y gimió sobre su cuello.

Guillermo no pudo contenerse más y lo tomó por detrás de sus muslos para cargarlo de manera que el omega abrazará su cadera con sus piernas y lo llevó hasta su habitación, Leo estaba tan excitado que el simple roce que tenían sus erecciones cada que el alfa subía un escalón lo hacía jadear y lubricar cada vez más y más, besó el cuello y la mandíbula del mexicano mientras se abrazaba a él y enredaba sus delgados dedos entre sus rizos, deseaba tanto besar sus labios pero el alfa mantenía su rostro con su vista al frente para evitar caerse.

- Guille... te necesito, necesito tu nudo alfa, te daré todos los cachorros que queras - un suave jadeo salió de sus labios - por favor haceme tuyo, lo deseo tanto.

Fue depositado en la cama, el olor del alfa estaba presente en cada rincón de la habitación lo que lo hacía excitarse todavía más. Memo se colocó entre sus piernas y comenzó a besar su cuello con necesidad.

La parte superior del pijama tenía botones los cuales iba desabrochando uno por uno dejando la blanca piel expuesta hasta que retiró la prenda por completo.

Sus labios bajaron del cuello a su clavícula, se detuvo unos segundos en chupar sus pezones, lo que hizo a Leo arquear su espalda por lo bien que se sentía la lengua de su esposo sobre su piel; y finalmente llegó a su abdomen donde además de pequeños besos rozaba de manera suave la pálida piel con sus dientes.

Ese pequeño omega lo estaba volviendo loco.

Lionel era un mar de gemidos y jadeos, mordía con fuerza su labio inferior debido a todo ese placer que estaba experimentando con los roces y apasionados besos del alfa.

Te Quiero a ti [Mechoa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora