Capítulo XVII

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Un beso puede ser más devastador que un orgasmo y más peligroso que cualquier otra cosa que Lionel hubiese podido decirle con palabras.

Después de ese beso había cambiado todo lo que había creído hasta ahora. Lionel siempre había estado ahí, lo estuvo siempre cuando eran unos cachorros. Recuerda ahora vagamente como el omega buscaba hacerle compañía de manera tímida en esas aburridas fiestas a las que sus padres solían llevarlo; como en los recreos se sentaba a tomar el desayuno muy cerca de su grupo de amigos; como cuando en esa fiesta llena de adolescentes hormonales lo beso de manera dulce e inexperta pero que al mismo tiempo pudo sentir una pasión única en él. Lionel siempre había estado ahí y él nunca lo había notado o quizá nunca quiso notarlo.

No entendía como el omega había soportado todo este tiempo su indiferencia esperando obtener un poco de su afecto. A lo mejor Lionel era masoquista, o solo era un capricho, pero por primera vez sintió algo parecido a la pena por su esposo. Su esposo había sido muy ingenuo para pensar en que podía forzar sentimientos de cariño hacia él de la manera en cómo hizo las cosas.

Ahora veía todo de diferente manera, ¿Qué tanto debía quererlo para hacer todo lo que hizo?

Lionel era buena persona, se equivocó y cometió un gran error y quizá eso mismo lo había hecho aceptar las condiciones en las que se había manejado su matrimonio en estos casi tres años debido a la culpa.

Tenia tres días dándole vueltas a todos estos pensamientos. Luego de esa tarde después de ese beso y saber que Lionel era ese chico que besó de adolescente y que hasta ese entonces era desconocido para él; su esposo salió huyendo de su habitación. Eran los mismos tres días que no lo había visto.

Esa noche no durmió en su cama y al otro día por la mañana tampoco había ido a verle como lo había estado haciendo desde que estaba hospitalizado. El personal de su casa se encargaba de atenderlo y su terapeuta iba puntual a darle sus terapias. Fue extraño para él no tener a Lionel cerca.

Tres días en los que no había podido conciliar el sueño correctamente, recordando el dulce sabor de los labios de su esposo y la peculiar forma en la que besaba; lenta, con ternura, con algo escondido que se negaba a mostrar y que le intrigaba descubrir. Lo que pasó esa tarde había movido algo en él.

Estaba confundido por los sentimientos que estaba experimentando. No sabía que nombre ponerle a lo que estaba sintiendo, lo único que sabía era que no podía dejar de pensar en Lionel.

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El restaurante era el lugar seguro donde Lionel se refugiaba cuando lo necesitaba. Luego de su momento de valentía se había sentido tan avergonzado cuando Guillermo se dio cuenta que él había sido el de esa fiesta. ¿Qué estaría pasando ahora por la cabeza del alfa? A lo mejor creía que era un completo obsesionado. Agradecía tener a Sergio cerca para ser escuchado.

— Tenés que armarte de valor y dar la cara, re cobarde que sos

— No sé qué decirle Kun

— No tenés que decir nada, fue un chape, hacé como que nada pasó

— No es tan fácil para mí

— Si que lo es, si él no saca el tema, vos no decís nada y ya está — hizo una pausa soltando un suspiro y continuó — Leo, deja de pensar en eso, no deberías ilusionarte por ese beso, ustedes ya acordaron en divorciarse — el omega lo miró con una expresión que él conocía muy bien, estaba afectado — No te pongas así, mejor hablemos de otra cosa; en un par de semanas ya será mi cumpleaños y Javier propuso festejar juntos, él cumple años un día antes que yo y queremos ir a un lugar a bailar, te ayudará a distraerte

Te Quiero a ti [Mechoa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora