Capítulo XX

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El fin de semana había pasado más rápido de lo que Lionel habría deseado. Si no fuera por la cantidad de trabajo que tenía, se hubiera quedado a descansar todo el día después de tener tan agitado domingo. Las piernas le dolían y su piel estaba marcada en algunas zonas, cortesía de los labios y dientes de su esposo.

Aún con todo no podía dejar sus responsabilidades de lado. Que Guillermo haya regresado a la oficina le permitía volver a sus actividades en el restaurante, el cual extrañaba horrores. Extrañaba cocinar postres, atender a sus clientes y sobre todo pasar más tiempo con los chicos.

Y era por eso que aunque fuera lunes por la mañana y la pereza estaba a nada de ganarle, fue despertado completamente por el sonido de la ducha.

Guillermo había despertado temprano, limpió toda la evidencia que dejaron en la cocina y luego se metió a bañar, tenía unos asuntos pendientes en la oficina que no podía dejar de lado.

Lionel se levantó de la cama y se estiró un poco para desperezarse, se dirigió al baño completamente desnudo y con una sonrisita coqueta. Una o dos horas que llegarán tarde no hacía daño a nadie, pensó. Al final ambos eran los jefes. Por obvias razones no tuvieron tiempo de desayunar y ambos salieron a las prisas.

Guillermo sugirió llevar a Lionel al restaurante, no lo hacía por obligación, si no porque estaba dispuesto a dar todo de sí para que las cosas funcionaran y Lionel necesitaba de estos pequeños gestos para demostrárselo, no quería que creyera que todo el sexo que habían tenido ese fin de semana era única y exclusivamente para sacarse las ganas.

—Estoy pensando en incluir algunos postres fit, te sorprendería la cantidad de gente que pregunta.

Mientras el coche avanzaba la conversación  fluía fácilmente, Lionel hablaba con entusiasmo acerca de sus nuevas ideas mientras el alfa escuchaba atentamente.

—Eso le quita el encanto, prefiero lo tradicional. Nada como un pastel de chocolate repleto de azúcar y calorías — dio su opinión y Lionel lo miró con el entrecejo fruncido — no me mal entiendas, la idea es buenísima y tú sabes lo que les gusta a tus clientes, hablaba por mi.

Siguieron conversando acerca de las actividades del omega en en restaurante. Lionel se mostraba un poco reacio a las sugerencias de Guillermo, no quería que el alfa se involucrara en su espacio. Quizá lo que habían vivido antes lo ponía algo a la defensiva, aún así sonrió por lo que creía era interés genuino. Su esposo era un hombre de negocios y líder nato, y varias cosas que mencionó le habían parecido excelentes ideas.

Al llegar al restaurante, Lionel observó desde el auto como ya había clientes ocupando algunas de las mesas. No pudo evitar sentirse agobiado por haber dejado a los chicos solos tantos días pero al mismo tiempo estaba agradecido por hacerse cargo de todo, confiaba plenamente en cada uno de sus elementos. Había formado un excelente equipo.

—¿Quieres que pase más tarde a recogerte? — preguntó el alfa con una sonrisa que fue correspondida por el menor.

—No te preocupes, puedo tomar un taxi— le respondió retirándose el cinturón de seguridad y antes de abrir la puerta del auto, se atrevió a darle un beso en la mejilla.

Guillermo sonrió, la acción le había causado ternura, las actitudes del omega lo confundían pero también le encantaban. Podía ser de un momento a otro sumamente atrevido y eso lo había dejado claro hace unas horas en la ducha, para luego pasar a ruborizarse por un cumplido o avergonzarse por tan solo darle un beso en la mejilla. Tomó su rostro entre sus manos y le dio un suave beso en los labios.

—Nos vemos más tarde. Vengo por ti.

—Guille, si quieres podes llevar algo para el camino. Es tarde y aún no desayunamos.

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⏰ Última actualización: Jan 12 ⏰

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