Cacería Prohibida

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A pesar del brillo deslumbrante del sol, la espesura del bosque envolvía a Semper, Druis, Zombri y el abuelo en un manto de sombras y susurros. El abuelo y Druis miraban a su alrededor con cautela. Cuando sus miradas se cruzaron, ambos se percataron de una cuerda delgada, casi imperceptible, a los pies del abuelo. Un silbido cortante rompió el aire, acercándose a alta velocidad hacia la cabeza del anciano.

Con reflejos asombrosos, el abuelo detuvo la flecha en pleno vuelo, a centímetros de su rostro. Una risa se escuchó a lo lejos, burlona y desafiante. "Debemos irnos rápido," ordenó el abuelo con voz firme. De repente, un pequeño simio apareció, lanzando dos sacos que dispersaron un humo blanco y denso.

En un destello, Semper y el abuelo se separaron, mientras Druis y Zombri quedaban atrapados en la nube de humo. Apenas se disipó, ambos estaban en el suelo, inconscientes. Semper miraba a su alrededor, alerta por cualquier movimiento. A sus espaldas, el pequeño simio marrón se lanzó en silencio con una daga en mano, apuntando a Semper. En el último instante, Semper se desvaneció en el aire como un espejismo, dejando al simio en una expresión de terror. Los árboles alrededor comenzaron a mover sus ramas como serpientes, atrapando al pequeño simio y envolviéndolo como si de una momia se tratara.

El abuelo avanzaba con determinación por un sendero oculto bajo hojas secas. De repente, un simio de pelaje negro apareció, observando con curiosidad antes de emprender una huida frenética por las ramas. Llegó hasta un hombre vestido de café, con hojas y ramas adheridas a su ropa. "Enterado," dijo el hombre misterioso con una sonrisa maliciosa.

Zombri despertó con un sobresalto, una sensación helada recorriendo su cuerpo. Al ponerse en pie, lanzó un golpe al aire, impactando accidentalmente a Semper, quien cayó al suelo con un moretón en la cara. Druis, impactado, intentó procesar lo ocurrido. "Semper nos despertó con agua," explicó Druis, ayudando a reincorporar a Semper, quien usó magia sanadora para curar su rostro. "¿Qué traes en esa cosa?" preguntó Druis, señalando el manojo de ramas que tenía Semper cerca. "Es el simio que los noqueó. Me lo quiero quedar," dijo con una sonrisa.

El abuelo se ocultó detrás de un árbol mientras pequeñas piezas de metal impactaban contra la madera a gran velocidad. "¿Qué hace un anciano como tú aquí?" se escuchó una voz desde la espesura.

El abuelo sacó un cuchillo largo y respondió con calma, "Eso debería preguntarlo yo. ¿No sabes que la cacería está prohibida en todo el bosque de Herbaria?" Respirando profundo, lanzó una esfera de luz hacia un árbol, revelando una silueta camuflada con el entorno.

"Ni los guardias forestales saben que estoy aquí. El problema de tener un bosque tan grande es que las pieles, alas, cuernos y la carne se venden muy bien en el mercado de sombras." El intercambio de poderes y la impresionante demostración de agilidad mostraban el alto nivel de combate de ambos.

El abuelo esquivaba cuchillos y otros artilugios lanzados por el cazador aficionado, desplegando una fuerza bruta y mágica alucinante. El cazador, en una jugada sucia, hizo que tres simios de colores distintos saltaran sobre el abuelo con dagas en sus manos. Justo cuando parecía que el abuelo estaba en grave peligro, los tres simios fueron lanzados violentamente contra un tronco por un golpe de aire poderoso. La vista del cazador se dirigió hacia un joven de cabello blanco. Con un movimiento impredecible, golpeó al abuelo y, pronunciando un conjuro mágico, desapareció.

"¡Abuelo! ¿Estás bien?" preguntó Semper con preocupación. El abuelo asintió, pero más simios pequeños seguían apareciendo. El pequeño simio que Semper aún conservaba empezó a agitarse bruscamente.

"¿Qué llevas ahí?" preguntó el abuelo. Semper, con pequeños saltos, le mostró al pequeño simio. El abuelo le acarició el cabello y le dijo, "Si logramos salir vivos de esto, te lo regalo."

Bonsai: Una aventura heredadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora