La cacería inicia

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Un día antes, en la habitación del hotel, Doroteo se encontraba animado. Con mucha curiosidad, le dice a Magnus: "Dime, ¿Qué pasó ese día que ustedes dos desaparecieron? Además, ¿Dónde está la pequeña? Ya debe ser toda una mujer."

Magnus, señalando la puerta, responde: "Vamos, salgamos a caminar". Suspirando, añade: "Te contaré todo en el camino."

Una vez caminando por las calles de la ciudad, notaron una multitud corriendo con pánico en sus expresiones. Al fondo, se veía a un niño de cabello blanco con hombres flotando sobre él, ensartados en lanzas.

"¿No es el chico con el que estabas?" pregunta Doroteo asombrado.

"Ignóralo, está muy bien capacitado para salir de una situación así. Yo confío en él," responde Magnus, continuando su camino seguido por Doroteo.

"Pero aún no me has dicho a dónde vamos," dice Doroteo, mirando a todos lados con preocupación.

"Vamos al palacio a ver qué pasó con tu hija," dice Magnus con una sonrisa de determinación.

"No podemos hacer eso. El palacio está lleno de guardias con armas de mi mercado de sombras," trata de detenerlo Doroteo.

"Dime algo, ¿qué has hecho todo este tiempo?" pregunta Magnus, parándose firme ante Doroteo. "¿Por qué no contactaste a Bonny?" Magnus mantiene su postura firme.

Doroteo, enderezando su postura y cambiando su expresión a una con ira, responde: "¿Qué crees que he estado haciendo? ¿Ver a mi pueblo morir mientras me escondo como un llorón sin hacer nada? ¡Pues no! He estado intentando contactar a mis socios más poderosos de la red de información, pero resulta que mis socios, por los que yo me comunicaba con Bonny, Perseo y los hermanos Clockwood, sin mis socios principales, me es imposible poder entrar a la zona de mercados de sombras con guardias por todas partes. ¿¡Crees que no he hecho nada por recuperar a mi pueblo!?" Golpea con un puño débil el pecho de Magnus. "Uy, lo siento," dice, sintiendo miedo recorrer todo su cuerpo.

"Vamos a ir por tu hija y, quieras o no, vendrás conmigo. Te subimos al poder una vez, no será problema hacerlo una vez más." La calma plasmada en el rostro quemado de Magnus era tan sincera como tenebrosa.

Ambos partieron al palacio. Magnus, a plena luz del día, tomó a dos guardias que patrullaban las calles y los adentró en un callejón. Magnus salió del callejón seguido de Doroteo, que se quejaba: "¿Qué? ¿Así nomás? ¿Vas a dejarlos aquí no más? ¿No vamos a usar sus armaduras y entrar?" Magnus siguió caminando, ignorando los quejidos de Doroteo.

Caminando cerca del muro de la parte trasera del palacio, sobresalía un tubo a nivel del suelo. Magnus empujó una de las losas de la pared, abriendo un agujero. Doroteo lo miró con los ojos bien abiertos. "¿Hace cuánto sabes eso?"

Con una sonrisa jocosa, Magnus responde: "No pensaba trabajar sin saber cómo llegar a ti en caso de emergencia." Le guiña un ojo. "Tú me entiendes."

Tragando saliva, Doroteo siguió a Magnus dentro de las paredes. En un laberinto de tablones y tubos, era complicado avanzar sin hacer ruido. El aire estaba cargado con el olor a humedad y polvo. Al fondo, el murmullo de voces y risas se hacía cada vez más claro. Cuando Doroteo se dio cuenta, estaban justo encima de la sala del trono. Vidkun hablaba con más hombres mientras se escuchaban carcajadas.

Con voz muy baja, Doroteo reclama: "¿Qué estamos esperando?"

Con un siseo bajo, Magnus lo calla. Esperaron un rato largo, escuchando a Vidkun y sus hombres hablando cosas sin sentido y riendo hasta quedarse sin aliento. De repente, uno de los guardias entró corriendo, ahogado al cuarto. El silencio que se hizo en la habitación dejaba escuchar claramente cada palabra.

El guardia, con la respiración descontrolada y luchando por recuperar el aliento, recibió una fruta lanzada por Vidkun, impactando en su cabeza. "Habla ya."

El guardia, con el poco aliento que había logrado recuperar, dijo: "Han aparecido múltiples soldados caídos. Todos presentan exactamente el mismo problema, por el cual fueron enviados a..." fue interrumpido por el golpe de una fruta más grande.

"¿Déjate de tanto parloteo y dime qué les pasó? Estamos muy ocupados pensando en cómo atacaremos el mercado de sombras en cuatro días." Todos los que estaban en la mesa replicaron con molestia y otros con confusión.

"No estamos preparados para un ataque así, mi señor. Muchos soldados desertaron, los que aún quedan están empezando a quejarse porque no se les está pagando y sus familias tienen hambre. Y aunque matamos a los principales pilares del mercado, sus contactos se niegan a seguir con nosotros. La comida que tenemos aquí nos aguantará mínimo un mes más, mi señor," dijo el hombre al lado derecho. Perdió la cabeza al corte firme de la espada de Vidkun.

"¡Ya lo sé! Pero si solo se van a preocupar y no me van a dar soluciones, no me sirven aquí." Señalando a todos en la mesa. "Ahora tú, ¿qué les pasó a esos guardias?"

El guardia, tartamudeando, dijo: "To-todos tienen un golpe con forma de puño perfectamente marcado en la pechera de su armadura." Tragando saliva, continuó: "Hubo testigos que afirmaron haber visto a un hombre de edad adulta tomando a los guardias como si de hojas de papel se tratara." Con un leve temblor en su voz, terminó el informe diciendo: "También tenemos el reporte de que el escuadrón cinco, que iba a la panadería de los elfos, cayó."

"¿¡Cómo que cayó!?" gritó Vidkun, lanzando otra fruta contra el guardia que se cubrió la cabeza rápidamente.

"S-sí, señor," respiró hondo. "Según el reporte, la gente vio a un joven de cabello blanco que tenía un dominio impresionante de magia. Señor," el guardia no sabía cómo reaccionar a la expresión extraña de Vidkun. Su mirada estaba perdida, formando una expresión de terror.

Tomando una bocanada de aire, Vidkun volvió en sí y empezó a gritar: "¿¡Qué están esperando!? ¡Tráiganme a la niña de cabello blanco y al anciano rápido! ¡Quiero sus cabezas ante mí lo antes posible!" Arrojando todo lo que tenía cerca, todos salieron corriendo de la habitación.

"Esto no es posible, ellos no pueden seguir con vida," el terror era evidente en su voz y rostro.

"¿Pasó algo, joven borracho?" La voz de Magnus, que estalló detrás del trono, hizo salir un chillido de muerte de Vidkun.

"N-no, no, no, no..." Vidkun estaba sobre la mesa, arrastrándose inundado por el miedo.

"Cuánto tiempo sin verte, jovencito." Magnus tomó un cuchillo y caminó lentamente hacia Vidkun.

"Tú y yo tenemos algo que hablar." Alzó el brazo con determinación.

"¡Ayuda!" gritó Vidkun con todas sus fuerzas. Inesperadamente, entraron dos guerreros, que lanzaron bombas de humo.

"Ya estoy harto de esas cosas," dijo Magnus, sacudiendo los brazos con fuerza.

Al dispersarse el humo, Magnus se percató de que Vidkun no estaba. Con una sonrisa, salió de la habitación. "Es hora de la cacería," dijo, dejando atrás a Doroteo, que permaneció escondido, sin hacer ningún ruido y con miedo de haber quedado solo.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2024 ⏰

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