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Capítulo [12] parte 2

Estaba devastado,  llevaba dos meses sin saber absolutamente nada de Cairo, lo único que sabía es que estaba viva.

Todo cambió el día después del cumpleaños de Horacio, esa mañana ella llegó tan diferente.

— Buenos días señorita.— saludé cuando vi a Cairo entrar a mi oficina.

— Buenas.— respondió secamente.

Ella no me miraba, caminó y se sento en el asiento del frente.

Siempre se sentaba a mi lado.

—¿Estás bien?.—  pregunté mirándola.

— Sip, ¿Que tengo que hacer?.— respondió mirando hacia otro lado.

Yo tomé los papeles que estaban a mi lado y se los dejé en frente de ella. — Solo timbra la primera hoja.— dije algo desconcertado.

Fueron  dos  semanas en donde ella estuvo tan alejada de mi, no me miraba y solo respondía con palabras cortas.

Intenté acercarme a ella varias veces pero ella se alejaba.

Un día le compré unos chocolates que sabía que le gustaban, y un tulipán, ella siempre decía que los amaba.

Pero ella no llegó, los chocolates siguen en mi oficina al igual que el tulipán, pero de el solo queda el tallo.

La espere semanas, pero ya llevaba dos meses sin aparecer.

Durante estos meses le preguntaba a Isidoro todos los días que había pasado con Cairo, pero el estaba tan pendiente a otras cosas que no se daba cuenta que su hermana no venía al trabajo.

— Isidoro que tú hermana lleva días sin venir, por eso te pregunto si está bien.— le dije.

— Joder, la verdad que no lo había notado, siempre veo cosas cambiadas de lugar en la cocina por lo que pensé que si estaba viniendo.— dijo él rascando su nuca confundido.

— Bueno, al menos sabemos que está comiendo, ¿has hablado con ella?. —

— No. —

— Pero como no te has dado cuenta que no está bien, ¿la has visto al menos? —

— No, siempre que llegó está la puerta de su habitación cerrada así que pensaba que estaba ocupada.—

Desde ese día fuimos junto a Isidoro para poder hablar con Cairo, pero nunca respondía, la única manera por la que sabíamos que seguía viva es porque comía.

Habían cosas en la casa que nos indicaban que si salía de su habitación.

Pero ¿Porque no quería hablarnos?.

Llevaba unos días llenos de estrés, más irritable de lo normal,  la necesitaba...

—¿Estás así por ella?.

Me preguntó Freddy quién había llegado hace unos minutos a mi oficina.

—¿Que?.— pregunté mientras encendía otro cigarrillo.

— No te hace bien que te fumes dos cajetillas diarias.— dijo el cruzándose de brazos.

— Ya estoy jodido...

— ¿Porque no la vas a buscar de nuevo?.—

— ¿A Cairo?.— dije luego de exhalar el humo.

— Si, te tiene muy mal su ausencia y al menos yo lo noto, no sé qué había entre ustedes pero antes de que dejara de venir estabas más amable.— dijo apoyándose en la puerta.