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—¿De nuevo estás aquí? —pregunté lanzando un suspiro al aire y mirando a la chica que acababa de entrar a la habitación, con evidentes golpes y manchas de sangré en su cuerpo — ¿cuándo vas a dejar de pelear?

—Deja de sermonear como su fueras cercana a mi— gruñó Luz, conocía a esta "chica problema" desde el prescolar, pero ella tenía razón, nunca fuimos precisamente amigas ni nada por él estilo, en cuanto a mi la verdad prefería evitarla, Luz era sinónimo de problemas y a mí no me gustaban, huía de ellos y los evadía lo mejor posible, la vida pacífica siempre es mejor.

Curiosamente aquello había sido casi imposible, siempre terminábamos en el mismo salón, sentadas uno lado de la otra de forma incomoda, cualquiera diría que ya deberíamos ser amigos pero nuestra relación era bastante extraña.

En todo momento Luz nunca fue violenta conmigo, pero la vi ser violenta con muchas personas.

Saque algodón y alcohol del botiquín escolar y unas pequeñas gasas por si las dudas.

Con cuidado me acerque a ella, ya había aprendido que no le gustaba mucho la cercanía de otras personas, se ponía especialmente irritante.

Limpié las heridas de su cara agradecimiento que no eran muchas, ni graves, sería un total desperdició dañar su rostro, que casi, casi estaba esculpido por los mismos dioses, puse algunos curitas en sus heridas, también vende sus manos y le una palmada en la espalda.

—Listo, ya estás, trata de no meterte en problemas, te daré unas pastillas para el dolor que debes tomar casa ocho horas.

Luz las tomó como quien no quiere la cosa y salió como todo un perro gruñón por la puerta de la enfermería escolar.

Mi madre trabajaba aquí como médico por lo que de forma regular salía ayudarle la mayor parte del tiempo y aunque no era experta tampoco era una ignorante, sólo cuando había situaciones demasiado graves se lo dejaba todo a mi madre.

Ella apareció después de un rato con una taza de café.

—Siento que voy a vomitar— dijo tallando, más bien sobando su estómago.

—Déjame adivinar, de nuevo comiste como si fuera el último día — sonreí, había algo adictivo en la comida de la cafetería que ni ella ni yo nos quedábamos satisfechas con una porción.

—Esa mujer tiene algo, creo que que hizo un tipo de amarre para que nos volviéramos adictas a sus platillos, hoy hizo pan francés— dijo, se sentó en la silla de la oficina y desabrochó el último botón de su pantalón —y trague como cerdo.

—La gula también es un pecado —le dije mientras me ponía mi sudadera —es hora de que vaya a clases.

Me despedí dándole un beso en su mejilla, mi madre sonrió y palmeó mi cabeza.

—Te veo en la casa— me dijo y asentí, eso quería decir que me iría solo en el microbús.

Luz es el problema, ella se acostó con la chica de hunter así que se merecía esos golpes

Escuché por los pasillos sobre la pelea que había tenido Luz y suspiré de nuevo.

Me senté a su lado y lo mire mientras recargaba mi rostro en la mesa, ella estaba perdiendo la cabeza de su bolígrafo con la mirada fría y espeluznante.

—¿Fue por una mujer? — pregunté sin saber por qué —¿La querías? — no entendía porque a pesar de evitarla también quería saber de ella, no entendía porque mi corazón se entristecía casa que la miraba lastimada. Ya había explicado que nuestras relación era muy rara, o al menos yo era muy consiente de su persona.

Tal vez tenía un trastorno de bipolaridad sobre mi relación con Luz, solía evitarla, debía hacerlo y aún así siempre quería saber sobre ella, ser cercana a ella

—Ocúpate en tus asuntos Amity— fue su corta respuesta.



Mala VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora