Mala Vida

6

—Ummm, ¿Por qué tengo que subir? — me crucé de brazos indignada —vine con mis amigos regresare con ellos.

Volvió a tomarme del brazo —No vas a ningún lado, ¿para que quieres regresar?, todos estaban ahí te ven como carne fresca y ¿dónde están tu amigos cuando ese hijo de puta intento drogarte?

No supe que decir, no cuando Luz tenía varios puntos a su favor.

—¿Qué harás tú? — vi a la mujer de hace rato salir y caminar hacia nosotros, bueno más bien hacia Luz.

Ella la miró y le sonrió coquetamente — estaré algo ocupado, deja de preguntar cosas tontas y sube al taxi.

—No quiero— me alejé, pero volvió a tomarme del brazo.

—Deja de ser necia Amity que no ves que me preocupo por ti

Me quedé quieta por la revelación, pero no, no iba a caer en su juego sólo estaba tratando de convencerme de regresar a casa, además tenía que despedirme de mis amigos.

—No, voy a regresar.

—Maldita sea no me importa si tengo que subir al taxi contigo, pero no regresas para que un montón de tipejos te arrimen sus cosas.

La miré a los ojos haciendo los míos más pequeños tratando de retarlo —Eso quiero verlo.

De pronto fui empujado dentro del coche, iba a decir algo hasta que que se subió a mi lado y le dio mi dirección al taxista que resoplo un "por fin".

—¡Oye!, Luz— le llamo la mujer —¿a dónde vas?, ¿vas a dejarme?

Me acerque a la ventana subiéndome prácticamente encima

—¿No lo estás viendo?, se va conmigo— le mandé un beso —adiós... perra.

Ella me miró indignada y Luz me regreso a mi lugar, tocando mi frente, el taxi ya había arrancado.

—No tienes fiebre— dijo —a ver sóplame.

—Sólo tome refresco.

Luz frunció el entrecejo aún más
—¿Quién te enseño esas palabras? No puede decirle perra a una mujer, número uno por respeto y dos por qué no saldrás viva.

Hice un puchero por el sermón de Luz.

—Skara— respondí.

—Y seguramente ella te hizo vestir así — asentí —no creo que ella sea buena compañera para ti.

Sonreí —sabes que ella debe pensar lo mismo de ti.

—Pero ella y yo somos diferentes yo no estoy cerca de ti como una plaga, no puedo influenciarte.

Luz no dijo más, se quedó viendo por la ventana con el típico ceño fruncido de siempre, los brazos y piernas cruzadas.

El taxi se estacionó fuera de mi casa —Ya sal, directo a tu habitación y abrígate bien.

—Si mamá— le dije tratando de mejorar su humor —¿vas a ir a casa o regresar al bar?

—Supongo que iré a casa.

Me sentí un poco más relajada —gracias Luz, por ayudarme y defenderme.

Me acerque para darle un beso en la mejilla.

—¿Y eso? —preguntó como si acabará de hacer la cosa más rara del mundo.

—Es por ayudarme, solo y exclusivamente para ti y nadie más.

—Lo eres— le dije mientras salía del auto —buenas noches Luz, sueña con los angelitos.

—¿Me estás pidiendo que suele contigo?

El taxi ya había arrancado, pero yo seguía ahí clavada al piso como una estatua.

¿Acababa de coquetear conmigo o era solo mi imaginación?