5

206 27 1
                                    


Toque la pierna de Matt suavemente
—Sácame a bailar— casi rogué perdiéndome a mi mismo. Acusando como alguien que no era.

—Yo soy un asco bailando ve tu Gavín— miró al mayor de todos.

El mayor me miró y negó —Yo también tengo dos pies izquierdos.

Hice un puchero porque él único que sabía bailar de nosotros era Hunter y se acababa de ir con una chica.

—Oye— sentí un toque en mi hombro y tuve que voltear para ver quién era — ¿quieres bailar bonita? — era un chico de mi edad, yo mire a mis amigas y alzaron sus pulgares en aprobación, asentí, el joven tomó mi mano y me hizo caminar detrás de él hasta la pista de baile.

Se detuvo y fue su turno para colocarme detrás de mí y moverse al ritmo de la música. Yo también me moví, pegando más mis caderas con la suyas, yo no era mala bailando, aúnque no me gustaba hacerlo en público porque me cohibía fácilmente.

Sin entender mi actitud busque a Luz con la mirada, ella seguía bailando con la mujer ignorando a todo el mundo.

Solté un largó suspiro intentando que mientras bailaba con el muchacho llegáramos hasta Luz.

Quería que me viera.

El chico se aferró a mis caderas restregándose contra mi y haciendo que me sintiera muy incómoda, hablo en mi oído susurrando algo, no le entendí hasta que me dio una bebida.

Negué, pero insistió y tuve que volver a negar.

Pero volvió a insistir tomando mi barbilla con fuerza e intentando que la bebiera, lo empuje ligeramente.

Pero me atrajo con fuerza de nuevo — tranquila sólo es una bebida no voy a hacerte nada— me susurro al oído.

Y claro yo era Cleopatra pensé con sarcasmo, no se lo dije, pero volví a negarme —no tomó, pero gracias.

—Una copa no va a matarte— volvió a tomarme del mentón y forzar la bebida en mis labios cerrados.

—¿Qué crees que haces? — sentí un jalón y vi a Luz con el rostro fruncido hablándole al joven —ve con tus estúpidas drogas a otro lado a ella no la tocas.

Amenazó.

El otro tipo gruñó a Luz pero se alejó rápido maldiciendo en todo momento, yo aún estaba perplejo.

—Vamos— me hizo caminar detrás de su ancha espalda y yo no sabía a dónde me llevaba.

No hasta que vi la calle y a Luz deteniendo un taxi.

—Sube, estos no son lugares para ti, ve a casa.

Hice un puchero enojada.

¿Y está quién se cree?




Mala VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora