Capitulo 21

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Eleonor

-Despierta bella durmiente.

-¡Hmg!- Gruñó acurrucandome contra su pecho desnudo.

Era una mañana demasiado fría como para despegarse de las sabanas y su cómodo, y acogedor, cuerpo. El me estruja entre sus brazos, mientras intento encontrar una mejor posición para seguir con mi descanso.

Los últimos días habían sido tan agotadores que apenas logró despegar mis párpados.

-Es hora de levantarse.- Insiste apartando algunas cobijas.

Me acomoda sobre el cómodo colchón, inclinándose sobre mi cuerpo, para depositar unos cuantos besos por todo mi rostro. Sonrió por el dulce gesto, deseando jamás despertar de la inmensa paz que estoy sintiendo.

Realmente creo que podría llegar a acostumbrarme a este William, atento, cariñoso y sobre todo un buen compañero.

-No, por favor.- Lloriqueo entre abriendo los ojos, intentando cubrirme con las mantas que él ha alejado.

-Será un día atareado, no podemos demorarnos mucho más.- Me recuerda incorporándose de la cama, en busca de su ropa.

William se pierde en el umbral del baño, tomando una corta ducha, alistandose para un dia ajetreado mientras yo continuo retrasando mi despertar. Mis párpados vuelven a cerrarse y no sé cuánto tiempo pasa hasta que el sonido de la ducha sesa, y la habitación se funde en un cálido silencio matutino.

-Suficiente siesta por hoy señorita, es hora de despertar.

Lo escucho moverse a mi alrededor y sin dejarme gozar de las cómodas colchas un segundo más, las aparta por completo de la cama tomándome por los tobillos.

Como por arte de magia el morfeo abandona por completo mi cuerpo e intenté apartarme de su agarre, pero es demasiado tarde, William jala de mis tobillos con fuerza obligándome a abandonar la cama de un solo jalón.

Me levanta como si solo fuera una estupido saco de plumas y me carga entre sus brazos hasta el vestidor, donde todo ya está listo para que me lo ponga.

Entre quejidos y gruñidos de madrugada, me despojo del pijama enfundandome en un hermoso vestido de saten, color lavanda que combina a la perfección con las tonalidades del atuendo de mi esposo.

-Espero sea de tu agrado.

-Claro que lo es.- Correspondo sus palabras, terminando de colocarme los aretes.

William me ayuda a ponerme los tacones, que son un poco más bajos de lo normal y ajusta el corset del vestido lo suficiente como para que no me apriete el vientre.

-Llamaré a Rose.- Me avisa y lo detengo al instante, tomándolo del brazo.

-Hoy me alistare yo misma.

-Bien.

Sale del vestidor y yo termino con mi cabello, decidiendo no hacerle ningún tipo de peinado extravagante, solo agregaría algunas ondas dejándolo caer libremente por mis hombros. Judith No lo aceptaría ni por casualidad, pero en estos momentos no podía importarme menos..

Esta era yo. Simple y delicada, no necesitaba algo lujoso y llamativo que me adornarse, brillaría por mi propia naturaleza. Salgo del vestidor alisando el vestido encontrándome con William, quien me repasa con la mirada unas cuantas veces algo sorprendido, hasta que finalmente una sonrisa se instala en su rostro.

-Wow.- Suelta con franqueza tomando mi mano, haciéndome dar una pequeña vuelta sobre mis talones.- Estas hermosa.

Una sonrisa tímida se extiende por mi rostro ya enrojecido, el rubio a mi lado me acerca a su cuerpo. Estrechando mis caderas, descendiendo lentamente hasta posar sus manos sobre mi trasero.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora