Capitulo 5

26 4 0
                                    

Eleonor

La mañana siguiente a mi llegada comenzó con una sensación agria en la garganta. El rey Magnus había muerto al amanecer.

El palacio se tiñó de un deprimente color gris que salpicó a todos aquí dentro. La familia real se preparaba para la despedida de uno de sus integrantes más importantes, Rose acudió temprano a mi cuarto para comunicarme la triste noticia.

Por lo que había llegado a decirme, el príncipe requería de mi presencia en el acto de defunción que tendría lugar esta tarde a las afueras del palacio. Judit honro mi maravillosa mañana con su presencia.

Entendí que por más que detestara acudir al evento de la mano del príncipe no era momento para expresar mi disconformidad. Sin abrir la boca me dispuse a vestirme como la mujer a mi lado habia pedido, y cruce los dedos para que aquella tortura terminase lo antes posible.

Mi vestido era elegante pero cauteloso, digno de cualquier persona que caminase por estos pasillos. El color negro no era de mis favoritos, pero sin duda el adecuado para la ocasión. Esta vez recurrí a unos zapatos más ordinarios que un par de tacones flamantes.

Judit terminó de retocar mi rostro cuando alguien llamó a la puerta.

-El príncipe está aquí.

Asentí poniéndome de pie. Al abrir la puerta comprobé que era cierto, William estaba allí. Con un traje negro, con algunos detalles en tonos grises, esperaba por mi junto a su escolta. Su rostro denotaba tristeza y oscuridad. En sus manos llevaba una pequeña caja negra de terciopelo.

Al verme, sus ojos enrojecidos repasaron de arriba abajo mi vestimenta antes de asentir. Eric sostuvo el estuche de terciopelo dejando a la vista un precioso collar de perlas blancas. El príncipe lo tomó y sin preguntar lo depositó sobre mis clavículas, rozando sus fríos dedos sobre mi piel desnuda. Era realmente hermoso.

-Mis condolencias para la familia real.- Fue lo único que dije antes de aceptar su brazo.

Mis palabras parecieron tomarlo por completa sorpresa. Su fría expresión flaqueó por un instante dejando ver la triste mirada de un joven devastado. Parpadeo dos veces ahuyentando las lágrimas que amenazaban con deslizarse por sus mejillas.

-Gracias.- carraspeo.- Andando, la ceremonia está a punto de empezar.

En silencio avanzamos por los, ahora fríos y tenues, pasillos del palacio hasta llegar al jardín. Parte de la prensa de los medios más importantes de todo el reino están allí, al igual que los familiares y realezas de otros reinos cercanos.

El príncipe obvió la presencia de todos allí y simplemente nos condujo junto a su madre y hermanas. Sentí como mi corazón se apretaba dentro del pecho al ver a ambas niñas llorando desconsoladas junto a la reina, la cual se mostraba totalmente inmutable. Sentí la necesidad de consolarlas, pues nadie parecía hacerlo más que ellas mismas, pero el brazo de su hermano se enrollo sobre mi cintura reteniéndome en mi lugar.

Los flashes de algunas cámaras encandilaron mi visión. El príncipe a mi lado se inclinó sobre mi costado quedando a una altura similar. Me llevaba dos cabezas por delante.

-Ignoralos, mira hacia el frente en todo momento.- Murmuro en voz baja.- no responderás a ni a uno de los periodistas.

Asentí, sin voltear, con los ojos fijos en el padre que comenzaba a dar el sermón. Apenas tenía respuesta a mis propias preguntas, jamás podría responder las de aquellas personas que se preguntaban lo mismo que yo.

>>¿Qué rayos hacía yo aquí?>>

La misa transcurrió rápidamente, muchos seres queridos del rey Magnus se acercaron a dar el pésame a su familia en cuanto el sacerdote acabó el discurso. Los medios tuvieron lugar para televisar el evento pero no para acercarse a nosotros.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora