VI

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"La muerte de una mala buena madre y tres tejedoras que no pueden cortar"

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"La muerte de una mala buena madre y tres tejedoras que no pueden cortar"

Mis ojos se cerraron lentamente, conteniendo mi respiración. Sentía el peso de la decisión que estaba a punto de tomar. Al abrirlos de nuevo, mis pupilas rojas se encontraron con las de Kae, que me observaba con una mezcla de desafío y resignación. Sus ojos se entrecerraron, conscientes de que no me rendiría fácilmente.

Acepto que sea un siglo de letargo, ¿pero dos siglos? No, eso es inaceptable. No desean simplemente apartarme; quieren arrancarme del camino de forma definitiva. Pero tengo los mismos, si no más, derechos que cualquier otro miembro de este clan.

Con un ligero movimiento de mis muñecas, dos cuchillos afilados se deslizaron silenciosamente desde mis mangas. Mi cuerpo giró en un ágil salto hacia atrás cuando uno de los ancianos intentó atraparme. Su movimiento era rápido, pero mi determinación y mi destreza eran superiores.

—¿Creen que pueden detenerme?—Murmuré, mi voz resonando con un eco helado en el gran salón. Las sombras danzaban alrededor, reflejando la tensión que impregnaba el aire—!Soy nieta de Crovin, hija de un Dios, nadie puede interferir en mi camino!

Kae dio un paso adelante, su mirada fija en mí.

—Akari, piénsalo bien. El castigo es inevitable. No puedes luchar contra el destino que ha decidido el consejo.

Sonreí, una sonrisa que no alcanzó mis ojos.

—El destino es una excusa para los débiles que temen cambiar su futuro. Yo no seré una prisionera de sus miedos, madre.

Con un rápido movimiento, me desplacé entre los ancianos, esquivando sus intentos de inmovilizarme. Mi agilidad y precisión eran una danza mortal, una coreografía de años de entrenamiento. Cada paso era calculado, cada golpe medido.

Sentí la energía pulsar dentro de mí, una fuerza que no podían comprender. No era solo mi derecho, sino mi deber resistir. Mi clan había subestimado mi voluntad, mi deseo de libertad.

Los ancianos se abalanzaron en oleadas, sus ataques sincronizados con precisión milenaria. Mis cuchillos trazaban arcos de plata en el aire, bloqueando, desviando, contraatacando. Sentí el roce de sus garras y colmillos, el calor de su aliento, pero mi mente estaba clara, enfocada. El sonido del acero chocando resonaba en el salón, un eco de nuestra lucha ancestral.

Uno de los vampiros logró rasgar mi hombro con sus garras. El dolor fue agudo, pero no suficiente para detenerme. Mi cuchillo encontró su cuello en un movimiento rápido y decisivo, y cayó al suelo con un gorgoteo final. La sangre oscura manchó el suelo, un testimonio de la batalla que se desarrollaba.

Los más jóvenes y menos experimentados comenzaron a retroceder, el miedo y la duda reflejados en sus ojos. No querían lastimarme, no se atrevían a enfrentarse a mí directamente.

ʟᴏꜱ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏꜱ ᴅᴇʟ ɪɴꜰʀᴀᴍᴜɴᴅᴏ|ʜᴀᴅᴇꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora