Wei WuXian sabía que su matrimonio con Lan WangJi tenía establecido una fecha de termino, aunque no estaba preparado para ver al Alfa entregar el acuerdo de divorcio con tanta tranquilidad.
A pesar de que estuvieron juntos por tres años, el amor si...
Lan WangJi estaba más que furioso mirando el vídeo que había grabado la persona que había estado en el departamento antes de que él llegara.
En un principio, el Alfa había planeado irse en cuanto se aseguró de que Wei WuXian estaba profundamente dormido, para poder estar de regreso mucho antes de que él se despertara, pero al salir al pasillo, por fin notó el celular y el regalo que estaban ahí.
La caja de regalo estaba aplastada y rota, claramente porque alguien la había pisado, por lo que Lan WangJi pudo ver su contenido, era una bufanda y un par de guantes, hechos de un material áspero y de un color dorado muy llamativo, además, tenían un olor desagradable, como si hubieran sido guardados junto a un alimento en descomposición.
Lan WangJi empujó la caja hacia un lado, sin tener intenciones de meterla al departamento, pero ya sabiendo lo que haría con ella.
Después, se inclinó para recoger el teléfono, encendiéndolo para confirmar que estaba bloqueado y necesitaba una contraseña.
—Pero qué diablos es ese olor—, se quejó Nie HuaiSang, abriendo su abanico para agitarlo frente a su rostro, tratando de alejar el olor que estaba esparcido en el aire.
—¿Puedes desbloquearlo?—, preguntó Lan WangJi sin prestarle atención a su queja, extendiendo el teléfono hacia él.
—Dame cinco minutos—, afirmó Nie HuaiSang, volviendo a hacer una mueca de desagrado ante el olor. —Diez si quieres que lo haga aquí.
—Entra—, dijo Lan WangJi, guiando a Nie HuaiSang hacia el interior del departamento.
Caminaron hasta la sala de estar, donde Nie HuaiSang se dejó caer en uno de los sofás, poniéndose cómodo antes de cerrar su abanico y extender la mano hacia Lan WangJi, para que él le entregará el teléfono.
Nie HuaiSang realmente no necesitó cinco minutos, tres fueron suficientes y sonrió astutamente mientras le entregaba el teléfono desbloqueado a Lan WangJi.
El Alfa se deslizó por el hilo de mensajes que estaba abierto, no eran muchos en realidad, la dirección de su departamento, la notificación de que había llegado y un vídeo que se había enviado.
Lan WangJi reprodujo el vídeo, sintiendo como con cada segundo de grabación la ira en su interior crecía más intensamente.
—Él está durmiendo—, le dijo Lan WangJi a Nie HuaiSang, levantándose del sofá una vez que el vídeo terminó. —No permitas que nadie entre hasta que yo regrese.
—Descuida, no tenía intención de hacerlo—, afirmó Nie HuaiSang, sin atreverse a preguntar qué estaba pasando, pero haciéndose una vaga idea al percibir la agresividad en el aura del otro Alfa.—No hagas nada de lo que puedas arrepentir.
Ellos son los que van a arrepentirse, pensó Lan WangJi, pero le asintió a Nie HuaiSang antes de darse la vuelta y salir del departamento.
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