Wei WuXian sabía que su matrimonio con Lan WangJi tenía establecido una fecha de termino, aunque no estaba preparado para ver al Alfa entregar el acuerdo de divorcio con tanta tranquilidad.
A pesar de que estuvieron juntos por tres años, el amor si...
Lan XiChen levantó la vista de su libro cuando escuchó que la puerta se abría, sonriéndole a Lan WangJi y levantándose del sofá para seguirlo afuera cuando el Alfa le hizo un gesto con la cabeza.
—Estuvo platicando con nuestro tío—, le informó Lan XiChen una vez que Lan WangJi volvió a cerrar la puerta. —Se quedó dormido después de que él se retiró para ir a la empresa.
—¿Está bien?—, preguntó Lan WangJi.
—La doctora Wen aseguró que sí—, respondió Lan XiChen, sin estar sorprendido de que su hermano ya supiera que algo pasó mientras él no estaba.
—¿Qué le dijo ese hombre?—, preguntó Lan WangJi y su tono no voz no hacía nada para ocultar la rabia en su interior.
—Vamos a sentarnos—, dijo Lan XiChen, señalando la banca que estaba a un costado de la habitación, sabiendo que la plática sería larga.
Lan WangJi se sentó y escuchó atentamente todo lo que su hermano le dijo y, para cuando Lan XiChen terminó de hablar, sus manos se habían convertido en puños, con tal fuerza que sus uñas habían dejado una marca en sus palmas.
—Mo Huang no logró alterarlo demasiado—, concluyó Lan XiChen—, pero, aunque él no lo dijo abiertamente, las repercusiones que podrías tener por lo sucedido en la fiesta de Nie HuaiSang, sí lo tenían preocupado.
—Entiendo—, dijo Lan WangJi, tratando de mantener su voz tranquila, ya que no quería que su hermano se sintiera culpable por lo que había pasado—, gracias por cuidarlo.
Lan XiChen negó con la cabeza, rechazando su agradecimiento.—Los miembros de una manada se cuidan entre sí—, estiró su mano para apretar el hombro de WangJi y sonrió mientras decía:—Iré a hacerle compañía a nuestro tío.
Lan WangJi asintió, agradecido de que su hermano supiera que estaba desesperado por estar cerca de su Omega y, tan pronto como Lan XiChen desapareció en el pasillo, él se levantó, caminó hacia la puerta y la abrió con cuidado para después entrar en la habitación una vez más.
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Wei WuXian se despertó al percibir el fuerte aroma a sándalo, que se vio acompañado de un cómodo peso sobre su cintura al mismo tiempo que un aliento frío se derramaba sobre su cuello mientras unos labios se presionaban con suavidad, dejando un beso sobre la marca fresca en su cuello.
—Estás aquí—, dijo Wei WuXian, somnoliento, sin abrir sus ojos, levantando su mano para alcanzar la de Lan WangJi y entrelazar sus dedos para después dejar que descansaran sobre su vientre.
—Mn—, confirmó Lan WangJi, volviendo a besar la marca en el cuello—Te extrañe como no tienes idea—, murmuró sin despegar sus labios su piel y, aún con las manos entrelazadas, logró tirar del cuerpo de Wei WuXian hacía él, para que no quedara ni un solo espacio entre ellos.
