Capítulo 7

406 39 0
                                    

Aida

Cerré la puerta detrás de mí con un portazo, del que me arrepentí durante un segundo hasta que recordé que Colton no volvería hasta tarde, entonces se me pasó y el cabreo volvió. Salí a toda velocidad detrás del mayor de los Fernsby, había decidido ignorarme todo el camino hasta casa incluso se sentó al lado del conductor para bloquear la pantalla que dividía la parte delantera de la trasera para no escucharme.

—¡Ven aquí ahora mismo Christopher Abel Fernsby!— le grité caminando detrás de él

—¡Déjame en paz!— gritó de vuelta sin mirarme andando cada vez más deprisa.

Sin pensármelo dos veces tiré de él haciendo que ambos cayéramos al sofá, intentó levantarse pero le volví a empujar, su rostro estaba rojo de la ira además de un espantoso corte en la ceja y en el labio.

— ¡Aida déjame joder!

— ¡No me grites, siéntate y cállate!

Caminé en dirección a la cocina para pedirle a Greta que me diera un botiquín, me lo extendió rápidamente junto a un paño mojado; me acerqué a Christopher que no se había movido de donde le dejé, me miraba con el ceño fruncido, me coloque a su lado para poder limpiarle las heridas; no puso objeción alguna mientras curaba los cortes.

— Ahora que estás más calmado cuéntame qué ha pasado.

— No ha pasado nada.

— Mira Christopher tengo mucha paciencia cariño, pero se me esta acabando, dime ahora que narices a pasado para así saber si tengo que patearle a alguien el culo o pateártelo a ti.

Sonrió levemente antes de hacer una mueca de dolor, suspiró con cansancio y asintió.

—Yo solo... joder, no me metí en una pelea, esos chicos simplemente se metieron con Zack un amigo mío, por el simple hecho de ser un nerd como todos le llaman ¿Qué hay de malo en que le guste estudiar, leer y cosas así?

— No hay nada de malo, cada uno puede ser como quiera ser.

— No me pareció justo lo que le decían solo le insultaban y el termino llorando y le pegaron mientras lo hacia diciendo que los hombres no lloraban, que era como una niñita.

— Pues menudos estúpidos, te puedo asegurar que hay niñitas más hombre que ellos, según su criterio de hombre claro esta. Los hombres también lloráis sois humanos joder, no entiendo esa estúpida manía de decir que no se es hombre si lloras.

— Yo tampoco, el caso es que me metí para que le dejaran en paz y me acabé pegando con ellos.

Me pasé las manos por la cara, sabía que tenía que echarle la bronca por meterse en una pelea, que la violencia no era la solución, pero por otra parte solo quería felicitarle por defender a otra persona.

— Vale, esta bien, no debiste hacerlo, pero defendiste a una persona, alguien que a ojos de los demás se ve más débil y eso está bien, no puedes dejar que la gente abuse de otros, estoy orgullosa de lo que has hecho hoy, pero la violencia no es la solución Christopher, deberías de haber acudido a algún profesor antes de meterte. Tenlo en cuenta para la próxima vez.

Espero que no haya una próxima vez, por que igual la que iba a tener unas palabras con esos niños iba a ser yo.

Le di un beso en la frente abrazándolo, enrosco sus brazos en mi cintura y pego su cabeza a mi pecho comenzando a llorar. Le acaricié la cabeza intentando consolarlo, odiaba verlo llorar.

— Ojalá...haber tenido a alguien como tú antes— Sorbió por su nariz intentando retener los mocos— papá siempre ha estado ahí, pero al vez no, solo se preocupa por su trabajo y ahora por su estúpida novia.

Al final las palabras no las tendría que tener con los abusones de su colegio, si no con su padre.

Mason caminó hasta nosotros llorando y nos abrazo, me partió el corazón escucharle decir eso, viendo que no se sentían amados por su padre, algo que no era verdad, por que estaba más que claro que el les adoraba.

— Cariño eso no es verdad, vuestro padre os ama, solo trabaja mucho para poder daros lo mejor

Se separó de mi riéndose de forma sarcástica sin dejar de frotarse los ojos. Mason en cambió no se aparto de mi lado en ningún momento. Chistopher levanto los ojos y me miró fijamente, era increíble el parecido físico con su padre, era una copia suya mucho más joven. 

— Christopher...

Negó con la cabeza. 

— Yo no quiero dinero, por mí como si tuviéramos que dormir todos en la misma habitación en un piso minúsculo; solo quiero que este con nosotros y que nos quiera y en cuanto a Vanesa, ella es una arpía solo quiere a papá por su poder y su dinero, la odio.

Los ojos se le llenaron de lagrimas y mi corazón se oprimió al verlo, eran unos niños no tendrían que sufrir así y mucho menos por culpa de la prometida de su padre; yo no era de odiar a la gente, pero en este caso esas mujer lo había conseguido. 

—Cielo...

Volvió a pegarse a mi lado libre haciendo que los tres cayéramos en el sofá abrazados. 

— Es verdad, la escuché decirle a una amiga suya por teléfono que nosotros éramos un cero a la izquierda, un maldito estorbo y que cuando pudiera nos mandaría a un internado lejos de casa para poder tener a papá con ella, tener hijos con él y que se olvidara de nosotros.

Mis pobres niños, les di un beso a cada uno en la cabeza y les abracé más fuerte. No dije nada más ni él tampoco, definitivamente tendría que hablar con su padre, estos niños no podían seguir así.

Una niñera a la españolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora