Capítulo 9

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Colton 

Miré en dirección al reloj por quinta vez, solo quedaba una hora y media para que el despertador sonara y yo no había pegado ojo en toda la noche. Giré mi cara al lado contrario observando a la rubia que dormía dándome la espalda, suspiré pesadamente mientras la tapaba con las sábanas, no pude evitar observar su culo, tenía claro que eso ni sus pecho eran naturales aunque ella insistiera en que sí lo eran.

Me levanté mientras agarraba un calzoncillo del cajón de la cómoda, para meterme en la ducha. Una vez dentro dejé el agua caliente correr por mi cuerpo mientras cerraba los ojos relajándome; la imagen de ayer de los niños con Aida dormidos paso fugazmente por mi cabeza al igual que todas las que tenía en las que ella aprecia desde que nos conocimos ¿por que no podía dejar de pensar en ella? apreté los puños dejando la espalda apoyada contra la pared. Esa mujer se me había metido por todo mi sistema sin quererlo, incluso teniendo sexo con Vanesa había llegado a visualizar su cara, tenía que olvidarme de ella como fuera, no estaba bien, era una cría, la niñera de mis hijos, ni siquiera era mi tipo nuca me gustaron las morenas y menos las mujeres con una personalidad tan vibrante, prefería las mujeres finas y serías que sabían comportarse.

Recordé el primer día que la vi en la oficina cuando Williams la hizo llamar y se tiró todo el té por encima haciendo que se le transparentara el sujetador, esa simple escena me generó una jodida erección, como si fuera un maldito adolescente.

Salí de la ducha envolviendo una toalla en la cintura y bajé a la cocina, sin preocuparme de encontrarme a Greta o Robert, ellos me conocían desde crío y me había visto en situaciones peores que esa.

Cuando entré en la cocina pegué un salto al ver a Aida mirándome con los ojos bien abiertos a la vez que el plato que sostenía en la mano se cayó al suelo ¿Qué cojones hacía ella aquí?¿Cuánto tiempo estuve en la ducha metido?

— Ostia puta— Dijo en español sin dejar de mirarme.

— ¿Se puede saber qué hace aquí a estas horas?— No contestó, estaba totalmente embobada mirándome, por lo que chasquee mis dedos delante de su ojos haciendo que reaccionará — Contesta.

— Son las siete menos diez, llegué hace veinte minutos, si no lo recuerda sus hijos van a clase hoy, por eso estoy aquí.— Comentó mientras recogía los trozos de cerámica del suelo.

— Déjalo mandaré qué lo recojan.

— No importa yo lo rompí yo lo recojo, no quiero que nadie se haga daño.

No dije más y me dirigí hacia la cafetera para poder servirme una taza bien cargada de café, ojee lo que había en la sartén que olía tan bien, se trataba de un revuelto de algo.

— Es huevo revuelto con tomate y bacón, por si quiere— Murmuró a la vez que untaba una tostada de lo que aprecia mantequilla.

— No, pero gracias— Me acerqué la taza a la boca y antes de poder beber su voz me frenó.

—¿No le pone azúcar? —Negué con la cabeza mientras bebía— ¿ni siquiera leche?— Volví a negar.

— Ahora entiendo mucho— Susurró.

— ¿Qué?

— ¿Qué de qué?— preguntó haciéndose la tonta.

— ¿Por qué dice eso?

— Oh por nada cosas mías, olvídelo, se me va la pinza a veces— ¿ no se daba cuenta de que no la entendíamos?— Nada, olvídelo.

Asentí volviendo a beber y nos mantuvimos en silencio unos minutos hasta que un correteo se escuchó cada vez más cerca.

— ¡Joder que bien huele!— Gritó Christopher al entrar en la cocina, se acercó a Aida y dejó un beso en su mejilla haciéndola sonreír, se giró en mi dirección y desvió la mirada de manera rápida sentándose a desayunar.

— Buenos días Aida— Se escuchó la voz de Mason— ah hola papá ¿no encontraste tu ropa?

Una risita se escuchó a mi lado y me giré para ver a la mujer de mi lado que se estaba riendo, cuando me vio se puso colorada y dejó de reírse mientras miraba a otro lado.

— Buenos días hijos y sí, sé dónde está mi ropa, pero no sabía que era ya tan tarde.

— Claro después de la de anoche...— Susurró Christopher agarrando con fuerza el tenedor.

— Si vas a decir algo, que sea en alto, así nos enteramos todos, no te creas que estas tu solo y puedes comentar lo que te de la real gana— Dije con dureza mirándole

— No...— Miró de nuevo el plato y suspiró— No tengo hambre.

Sin darnos tiempo a replicar agarró su mochila y salió de la cocina casi corriendo, Aida me lanzó una mirada fulminante y lanzando el paño a la encimera para salir detrás de él.

— ¿Esta perra no se irá nunca? ¿Qué pretende vivir aquí?— Dijo con asco Vanesa entrando en la cocina.

Observé a Mason rodar los ojos y soltar el tenedor de golpe.

— Yo tampoco tengo hambre— Agarró su mochila y se dirigió a la puerta para salir.

— Buenos días querido— dijo Vanesa a lo que el bufo.

—¡Piérdete plástica! — gritó mientras salía de la cocina.

— ¡Mason Luke Fernsby vuelve aquí ahora mismo!

— ¡Mason Luke Fernsby vuelve aquí ahora mismo!

Salí detrás de él rápidamente, sin siquiera mirar a Vanesa ¿Cómo decía eso delante de mi hijo? ¿acaso no podía asegurarse de que alguno de ellos estaba delante antes de hablar?, vi cómo los niños salían por la puerta con Aida, Mason me vio y me volvió la cara antes de cerrar la puerta de un portazo; me agarré el puente de la nariz mientras cerraba los ojos para tranquilizarme

— Lo siento mucho Coltoncito— Musitó Vanesa abrazándome por la espalda— Bueno yo me voy, he quedado con las chicas para ir a mirar vestidos de novia, te quiero.

Antes de poder decir nada se fue dejándome solo, sin duda aquella mañana había empezado de todas las maneras menos de buena Subí rápidamente para cambiarme de ropa y ponerme en camino hacia la empresa antes de que me terminara de cabrearme más, una vez estuve listo me dirigí a la cocina a beber agua y observe los paltos de los niños practicante llenos y el de tostadas de Aida con una sola mordida; negué con la cabeza y salí de la casa montándome en el coche, no quería seguir pensando más en ella ni en ellos, por lo menos durante unas horas.

Una niñera a la españolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora