Capítulo 15

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Unos días atrás

Recorrí el despacho en busca de la dichosa libreta que Christopher me había pedido; según él estaba en el escritorio de su padre, pero aquí no había una maldita mierda. Abrí cajones, busqué entre los papeles... pero nada.

— ¿Busca algo, señorita Alonso?—No pude evitar dar un salto al escuchar la voz de Colton a mis espaldas. Me giré lentamente con una sonrisa en la cara, intentando disimular mis nervios.

— Oh señor Fernsby, yo... pues vera...

— ¿Sabe que es de muy mala educación cotillear las cosas ajenas?— preguntó, mirándome fijamente mientras se acercaba.

Tragué saliva y empecé a retroceder hasta que mi culo chocó con el borde de su escritorio.

— Eh, sí, lo sé, y de verdad que lo siento. Su hijo me pidió que buscara una libreta, ya sabe cómo son los chicos de hoy en día lo pierden todo ¿no cree?— Comenté mientras me reía de manera nerviosa.

—¿Por qué no se calla? habla demasiado ¿lo sabía?— Susurró cerca de mi cara.

Sus manos estaban apoyadas a cada lado de mi cadera y se había agachado un poco para poder tener mi cara justo enfrente de la suya. Me miró a los ojos de manera penetrante y sonrió.

— Eh, si me lo han dicho. Cuando me pongo nerviosa hablo mucho y ya sabe es algo que no puedo...

— Shhhh...— Mi respiración se volvió todavía más irregular al sentir su dedo posarse en mis labios para que me callara. Me sentía acorralada, nerviosa, histérica, joder y excitada.

— Señor Fernsby...

— Channel Chance

— ¿Qué?

— Su colonia, es de Channel, en concreto Chance. Lo sé porque es una colonia de mujer exquisita, y usted huele increíblemente bien Aida— Acercó más su cara a mi cuello, haciendo que su nariz rozara con la piel sensible de este y robándome un suspiro.

— Colton...

— ¿Qué me estás haciendo, Aida?


Después de aquella pregunta me separé de él y, literalmente, salí corriendo de su despacho con el corazón en una mano. Sucesos como estos se habían estado repitiendo durante varios días ¿Por qué narices hacía esas cosas? Me sabía mal que intentara ponerme nerviosa; lo más seguro es que quisiera meterse en mis bragas, los hombres solo se comportan así para eso, pero no entendía el por qué; el hombre tiene una novia espectacular, que digo novia, prometida que es peor.

Me dejé caer sobre la cama soltando un largo suspiro. Miré al techo intentando sacar lo que había pasado esta tarde de mi cabeza, finalmente, como vi que seguiría igual, me levanté de la cama y caminé con paso apresurado a la cocina. Di una palmada y empecé a sacar ingredientes de la nevera para poder hacer dios sabe qué .

Una vez tuve todo lo que quería fuera, conecté mi móvil al pequeño altavoz y puse música para poder cantar un poco y bailar; pasé unos cuantos minutos cantando y bailando mientras cocinaba, bueno igual fueron horas pero ¿Qué más da?

Cuando me di la vuelta en uno de los mejores momentos de mi actuación, me percaté de la figura de Lore parada en la puerta mirándome divertida.

— Sabes, jamás esperé encontrarme a mi mejor amiga bailando y cantando mientras cocina a las — Miró su teléfono— tres y media de la mañana.

— Bueno, como ves, no tenía sueño.

— ¿Y por eso has convertido tu cocina en un buffet libre?

— Así no tengo que cocinar el resto de la semana

Ella asintió y se acercó a la mesa y, observando todos los platos, llevó el dedo a la tarta de chocolate y lo pasó llevándose glaseado. Molesta le dio un golpe en la mano con la cuchara de madera con la que había estado moviendo el salteado de verduras que estaba en el fuego, se llevó el dedo a la boca y suspiró poniendo los ojos en blanco.

— Mmm, amo tus tartas, en serio, podría tener un orgasmo simplemente comiendo esto.

— No le digas eso a Hugo porque entonces se pondrá celoso de mí ¿y no queremos eso, verdad?

— Cierto, cierto, no puede enterarse de nuestra relación secreta

Nos miramos serias y sin poder contenernos, nos empezamos a reír. Me acerqué a ella y la abracé, calmando mi risa; era lo único que necesitaba en ese momento.

— ¿Me vas a decir qué te pasa? solo haces estas cosas cuando te pasa algo.

— Sinceramente, no tengo ganas de hablar.

—Bueno sabes que cuando estés lista estaré aquí para escucharte.

Asentí y seguí abrazándola, dejé salir el aire que tenía acumulado en los pulmones y me separé lentamente. Ella me sonrió y me plantó un beso sonoro en la frente.

— Bueno pequeña zorra, me voy a dormir que estoy que me muero, tú si quieres, sigue cocinando, yo no me quejo.

—Muy graciosa, pero no te vas a comer mi comida, además mañana tengo que trabajar.

Simplemente se encogió de hombros y salió de la cocina en dirección a la habitación en la que dormía. Me dejé caer sobre la cama. Después de dar vueltas por toda la cama y tomarme dos pastillas para dormir, conseguí dormirme.

Una niñera a la españolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora