Capítulo 16

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Ahogué un gruñido en la almohada al escuchar el despertador, ese sonido infernal cada vez sonaba más alto y de un manotazo conseguí apagarlo. Agarré el teléfono y me percaté de las tantas llamadas que tenía de Colton, me mordí el labio y suspiré.

¿Debería llamarlo?

Sin pensarlo mucho decidí mandarle un mensaje.

"Buenos días señor Fernsby, siento no haber contestado a sus llamadas anoche, estaba indispuesta, pero ya estoy mejor"

Esperé varios minutos con el teléfono apoyado en el pecho hasta que sonó haciéndome dar un pequeño bote del susto, me sudaban las manos y tenía el corazón acelerado.

"Buenos días, señorita Alonso, me alegro de que ya esté bien, siento molestarla en su día libre, pero me gustaría saber si podría ocuparse de los niños hoy"

"Descuide, no me molesta tener que cuidarlos, en una hora estaré allí"

"Muchas gracias, se lo pagaré, téngalo en cuenta"

"No hace falta que me lo pague, no tenía nada que hacer hoy y me gusta estar con ellos, para mi ya no es molestia"

Observé con inquietud las dos palabras que me tenían de los nervios, en línea. El mensaje se entregó y segundos después lo vio; suspiré cuando el estado cambió a escribiendo...

"Ok"

¿Ok? ¡¿Ok?! ¡¿Era todo lo que me iba a decir?! Apreté los puños con fuerza y salí de la aplicación dejándole en visto, ale por listo, pues ahora le iba a dejar en leído para que aprendiera...

Pero a quien coño quería engañar, me sentía cabreada y triste, después de lo de la noche anterior me iba a dejar con un mísero ok, si pensaba que lo iba a dejar estar así era que no me conocía lo suficiente para saber lo que se le venía encima.

Me levanté de un salto de la cama y abrí las puertas del armario de golpe. Pasé los dedos por todas las prendas hasta detenerme en lo que iba a ponerme.

Agarré unos tejanos azules, junto con una camiseta de tirantes negra y una camisa de lino; me calcé unas zapatillas y busqué. Entré en el baño y me maquillé de forma natural, terminé pasándome los dedos por el pelo, dejando mis ondas algo peinadas, pero no en exceso para darle un aire desenfadado y sonreí..

— Joder ¿a qué se debe este outfit tan casual, pero a la vez tan mono?— preguntó Lore mirándome desde la puerta del baño apoyada en el marco— ¿te has maquillado?.

— ¿Te gusta?— pregunté dando una vuelta sobre mi misma haciéndola reír.

— ¿Pretendes empalmar a alguien en concreto? —movió las cejas de arriba a abajo sin dejar de sonreír.

— No pedazo de cerda, no todos pensamos en sexo— dije dandole un empujón en el hombro mientras terminaba de echarme gloss en los labios.

— Ya... eso dices ahora, bueno te veo muy mona, seguro que a tu jefe le encanta.

La sonrisa se me borró de golpe.

— ¿Quién te ha dicho que es para mi jefe? Además, jamás me vestiría para un hombre.

Ajam

Rodé los ojos ante ese pensamiento, estúpida conciencia.

— Aida...

— No jodas anda— le contesté mientras salía del baño en dirección a la puerta de la entrada, donde agarré el bolso y las gafas de sol que eran más grandes que mi cara.

Escuché su risa y sus pasos venir detrás de mí y antes de poder cerrar la puerta del todo la oí gritar.

—¡Usa protección! ¡No necesitamos una o un mini Aida corriendo por ahí!— le saqué el dedo a la vez que sonreía haciéndola reír como una bruja.

Rodé los ojos y cerré de un portazo; sin perder tiempo me subí al coche y conduje en dirección a la mansión Fernsby de los Hamptons. Una vez el guardia de seguridad me dejó pasar, mi boca se fue abriendo al ver las casas que iba dejando atrás. Cuando llegué enfrente de la de la familia Fernsby mi mandíbula quedó casi rozando el suelo, eso no era una casa, era una ciudad entera.

Tragué saliva y me acerqué a la puerta para llamar al timbre, me daba hasta miedo rozarlo, no fuera a romperse, lo más seguro es que el timbre valiera más que todo mi apartamento. Segundos después, la puerta se abrió de golpe dejándome ver a un Colton con el ceño muy fruncido, un ceño fruncido que dejó de estarlo cuando me vio pasando a hacer que las cejas le llegaran a la línea del pelo de levantarlas tanto. Abrió mucho los ojos y tragó saliva, mirándome de arriba a abajo, sin duda sería un día muy largo. 

Una niñera a la españolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora