Capítulo 12 (antiguo 7)

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— ¿Así que este hombre tan sumamente bueno dices que es tu jefe?— Loreto me miraba con demasiada sorpresa.

— Aja.

— Joder, ¡Joder Aida! ósea menudo bombón ósea pero mi que cara tiene no me jodas.

— Lore se como esta trabajo para él , pero es demasiado imbécil.

— Ya sí, pero me da igual ¡¿Tú has visto cómo esta?! no soy partidaria de mezclar trabajo con vida personal pero por el amor de dios mujer ¡¿Por que no te los has follado ya?!

Me atraganté con el zumo y empecé a toser como una loca, aquella pregunta era algo que no me esperaba de ninguna de las maneras.

— ¡¿Pero a ti que demonios te pasa?! ¡Es mi jefe joder!

— ¡¿Y?!

— ¡Pues eso es mi jefe, tiene dos hijos y esta comprometido!

— No me seas dramática; sus hijos te adoran admitámoslo, incluso sus padres ¿y la prometida? eres mil veces mejor que esa Barbie falsa.

Negué con la cabeza varias veces a lo que ella bufó y se cruzó de brazos. ¿Es que se había vuelto loca ?, no estábamos en una maldita novela, esto era la vida real.

Me froté la cara con las manos y suspiré.

— Mira Lore, te adoro, pero admitamos que eso nunca pasara.

— ¿Pero... por qué no?

— Es la vida real amiga, no una novela para adolescentes. Se de sobra que cuando dices que me lo folle hablas de que se enamore de mi y sea todo un maldito cliché, sabes que eso no pasará.

— Pues sigo sin entender porque, eres preciosa, simpática , amable... lo tienes todo.

Sonreí negando con la cabeza, nunca me considere una chica fea siempre alguien del montón, mi carácter y mi forma de ser eran difíciles siempre parecía risueña y tímida, pero en el fondo era una borde, por no hablar de mi mal genio.

Terminamos de desayunar y nos levantamos de la terraza para poder dar un paseo por las calles de la ciudad. Tenía que ir a comprar un vestido elegante, algo que jamás necesité... nunca necesité un vestido tan elegante como ahora; el señor Henry celebrará su cincuenta y nueve cumpleaños en unos días y sorpresa, sorpresa, había sido cordialmente invitada a la celebración de su cumpleaños que tendría lugar en el Hotel Hudson.

Nos recorrimos casi media ciudad intentando encontrar un maldito vestido para el evento al cual empezaba a replantearme el ir.

— Venga Aida, no te estreses, cuando menos te lo esperes lo encontraremos.

Suspiré frustrada mientras caminábamos mirando los distintos escaparates, frené de golpe cuando vi un vestido que me dejó totalmente idiotizada. Era largo hasta media espinilla, ajustado con escote corazón, pero lo que más destacaba eran las mangas de farol en los codos, de color azul cielo con un estampado de flores un tono más claras.

— Joder es precioso— Murmuró mi amiga observando el vestido

— Vamos a entrar, ya se que vestido llevaré a la fiesta.

(...)

— Joder, Aida para correr tienes que darle al triangulo y para disparar al circulo

—¡Pero si has sido tú el que me lo ha dicho al revés! — Sin poder evitarlo le lancé un cojín que esquivó y empezó a reírse lo que hizo que no viera el resto de cojines que se estamparon en su preciosa carita de niño rico.

—¡Pelea!—Mason se lanzó, mientras gritaba, encima de nosotros haciéndonos caer como si fuéramos un bocadillo.

— Mason levántate, Aida me esta dejando sin respiración.

— ¡¿Me estás llamando gorda niño?!

— No querida niñera, solo digo que eres de huesos fuertes.

Le miré indignada. Una vez que conseguimos levantarnos me acerqué para darle una fuerte colleja.

— ¡Auch! ¡no puedes hacer eso, es agresión!

— Sí, agresión animal, deja de ser tan dramático .

Revolví su pelo con cariño y le guiñé un ojo mientras iba a preparar la cena. Al final entre los tres terminamos llenos de harina después de intentar hacer una pizza, la verdad algo parecido a lo que queríamos hacer salió, con aspecto de pizza pisoteada, pero era comestible.

Decidimos ver una película hasta que fuera mi hora. Después de una discusión terminamos haciendo lo que yo quería, les obligué a ver Aladdin en español con subtítulos para que fueran aprendiendo algo del idioma.

Al final me quedé más tiempo de lo esperado, terminamos hablando sobre las anteriores fiestas de cumpleaños de su abuelo; no me dieron muchas esperanzas de que fuera a ser algo divertido o tan siquiera entretenido ¿acaso los ricos no sabían divertirse?

(...)

— Bueno ¿Qué tal me veo?

Lore abrió la boca sin emitir un solo sonido al igual que Hugo que observaba a través de la pantalla.

— ¿Alguien me explica por qué tengo una amiga tan sexy? Creo que Dios escucha mis plegarias de querer tener a mi alrededor mujeres sexys.

Rodé los ojos ante su comentario mientras daba una vuelta; tenía el pelo recogido en una especie de trenza, mis pies calzaban unos zapatos de tacón de punta puntiaguda de color blanco y en cuanto al maquillaje llevaba lo básico para estar arreglada.

— Vas a dejar a todos esos ricachones sin palabras y a muchas mujeres sin marido.

— ¡Loreto!

— ¿Qué? es la verdad, cualquier hombre o mujer con ojos ser iría contigo sin dudarlo, yo me estoy replanteando el hacerme lesbiana.

— Gracias amor yo también te quiero— Bufó Hugo.

— Bueno tortolitos os dejo, por favor si vais a tener sexo telefónico que sea lejos de mi cama, cocina o sofá.

— Pero serás cerda, ¿Cómo te atreves siquiera a insinuar que haremos tal atrocidad maldita pecadora?— Dijo Loreto haciéndose la ofendida.

— ¿De verdad me llamas a mi pecadora? Además, te digo eso no por nada si no porque los dos sois unos ninfómanos y además de que practicáis sado, así que espérate a volver a España pelirroja quiero mi casa intacta.

Escuché sus risas antes de salir del piso, respiré hondo y empecé a prepararme mentalmente para la noche que me esperaba.



Una niñera a la españolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora