Capítulo 1

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Colton

Dos horas llevábamos buscando a Mason por todo el edificio, cuando encontrara a mi hijo me ocuparía de castigarlo hasta que cumpliera los veinticinco; me froté las sienes intentando aliviar el dolor de cabeza que se me empezaba a levantar, teníamos que encontrar a Mason cuanto antes o terminaría teniendo una crisis.

— Tranquilo hijo, mi nieto no es tonto tiene siete años, se habrá escondido.

— Papá con todo el respeto, vete a la mierda si crees que con cuatro palabras de consuelo vas a conseguir algo —estaba demasiado estresado como para tener que aguantar las palabras de mi madre como si de un entrenador se tratase.

— Ya veo estás estresado, bueno así sabrás lo que tu madre y yo sufrimos cuidando de ti y de tus hermanos, porque, déjame decirte que Christopher y Mason son igual que tú de pequeño.

— ¡Oye, abuelo, a mí no me metas en el mismo saco, me vas a comparar a mí con ese crío, yo ya soy mayor y maduro! — Protesto Christopher mirándonos mal, lo que me hizo cerrar los ojos y empezar a contar.

Amaba a mis hijos, pero por cosas como estas había llegado a pensar en que momento me pareció buena idea tenerlos; luego pensaba en cómo sería mi vida sin ellos y ese pensamiento de no tenerlos se esfumaba tan rápido como había llegado. 

— Si hijo, como las manzanas —contestó mi padre dándole unos golpecitos en la cabeza como si fuera un perro a lo que Christopher respondió lanzando un mordisco respaldando mi idea del perro —Ahora deja de quejarte y ayuda a buscar a tu hermano, adulto responsable y maduro.

Antes de poder decir nada al respecto unos gritos y un llanto desconsolado nos hicieron girar la cabeza hacía uno de los pasillos, estaba claro de quién se trataba: Mason. Salí corriendo por el pasillo seguido de Christopher y de mi padre hasta llegar al origen del alboroto.

Vanesa agarraba a Mason de la mano quien lloraba y gritaba tirando para que le soltara, tirando de él hizo que quedará enfrente de mi lo que hizo que tardará poco en lanzarse hacía mi y abrazarme sin dejar de llorar.

— Aquí tienes a tu hijo —se pasó las manos por el pelo he hizo una mueca algo extraña intentando sonreír, sabía que a Vanesa los niños no le hacían demasiada gracia, pero lo intentaba por mi y por mis hijos —bueno me voy que llego tarde a una sesión de fotos, te veo luego Coltoncito —Me dio un beso bastante profundo antes de despedirse de mi padre y desaparecer por los pasillos.

Mire a mi hijo el cual lloraba desconsolado, se había separado de mi cuando Vanesa se acerco como si tuviera la peste y había terminado abrazado a mi padre; suspiré y le separé de él haciendo que me mirara a la cara, me sorprendí al ver que tenía el pómulo raspado, pero este estaba con lo que parecía ser algún tipo de crema.

—¿Dónde estabas, Mason? ¿Qué te ha pasado?

—Me caí y me escondí— dijo sin mirarme a la cara sabiendo que estaba enfadado.

—Vanesa estaba preocupada.

—Ella no se preocupa por mí, le doy igual.

—Eso no es verdad hijo, ella os quiere y se preocupa, igual que yo.

—Mentira, me trata mal por eso me fui.

—Mason, sabes que mentir no está bien.

—¡Pero no miento!— gritó, sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas de nuevo y no tardó en dejar estas correr por sus mejillas.

Empezó a alterarse de nuevo y mi padre lo separó de mí para poder hablar con él.

— Mason, ¿Quién te curó eso?— dijo desviando el tema.

Una niñera a la españolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora