Capítulo 10 (antiguo 6)

8.2K 459 41
                                    

Me despedí de los niños en la entrada y me dispuse a hacer algunas compras mientras hablaba con Lore para confirmar a qué hora llegaría. Un silbido me hizo girar la cabeza en dirección al colegio, ¿lo que vi? a Christopher y a sus amigos mirando en mi dirección de forma intensa, les sonreí y lance un beso a la vez que guiñaba un ojo consiguiendo que las mejillas de los cinco adquirieron un color similar al de los tomates.

Entré al coche riéndome y Robert me miraba de forma divertida.

—¿Ocurre algo señorita?— Preguntó con una sonrisa mientras se ponía en marcha.

—Te lo resumiré en una palabra mi querido Robert, adolescentes.

Asintió mientras salía del aparcamiento.

— Con eso me lo ha dicho todo Aida.

— Ya lo creo que sí.

Pasamos la mañana realizando distintas compras que Greta nos encargó, me ocupé de llevar a mayores distintos alimentos que me servirían para preparar platos típicos de mi país. Una vez en la casa colocamos todo en su sitio para ahorrarle tiempo a Greta. Me sorprendió no verla revoloteando por la cocina o limpiando por algún sitio.

—¿Greta?—Caminé por distintos pasillos hasta que la encontré tirada en el suelo.

— ¡GRETA!— Me arrodillé para poder tomarle el pulso, en el momento que lo sentí contra mis dedos volví a respirar, estaba simplemente desmayada.

— ¡ROBERT LLAMA A UNA AMBULANCIA !

(...)

La ambulancia llegó de manera rápida, sin pensármelo dos veces me subí en ella para poder acompañarla asegurándome de que Robert recogería a los chicos y se quedaría con ellos hasta que su padre o yo llegáramos a casa.

En menos de diez minutos estábamos en el hospital; le había escrito a Colton y a sus padres un mensaje rápido informándoles de la situación. Moví la pierna de arriba a abajo mientras estaba en la sala de espera, odiaba los hospitales con toda mi alma.

Me pasé las manos por la cara mientras suspiraba, lo único que sabía es que estaba desmayada, pero no me informaron de nada más.

— ¡Aida!

Me giré de golpe tras escuchar mi nombre, Mason y Christopher venían corriendo en mi dirección, seguidos de un Robert algo sofocado al estar persiguiéndolos. Cuando llegaron hasta mí se lanzaron a mis brazos y les abracé como pude a ambos.

Maldita sea niños ¿ no podéis obedecer por una vez?

Ambos me miraron hasta que me percate que les había hablado en español, me di una bofetada mental y suspiré.

— Tenéis que estar en casa ¿Qué supone qué hacéis aquí?

— ¿Sabes algo de Greta? ¿Ella está bien? ¿se va a morir?—Fui completamente ignorada.

— Si...— Ambos abrieron mucho los ojos— Quiero decir no, ósea no se como esta, pero no se va a morir, ahora responder a mi pregunta.

—Que pesada— Murmuró Christopher ganándose una colleja de mi parte —Estábamos preocupados, ella nos importa, la queremos mucho y no queríamos que estuvieras sola en un sitio como este.

Asentí mientras me sentaba en una de las sillas de nuevo; ellos me imitaron sentándose cada uno a un lado y Robert nos avisó de que saldría a hacer unas llamadas. Al cabo de un buen rato terminé con Mason recostado en mis piernas mientras le acariciaba el pelo y Christopher apoyado en mi hombro mientras trazaba círculos imaginarios en su espalda con mi mano libre.

Una niñera a la españolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora