5. Los dos demonios especiales

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"Eres tan hermosa como un girasol al florecer, y tú brillo resplandece como el sol al amanecer.

Tu encanto irradia alegría como un día primaveral, y en tu presencia todo se vuelve especial"

Tu encanto irradia alegría como un día primaveral, y en tu presencia todo se vuelve especial"

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—Se que estás ahí.

Esas palabras, esas malditas palabras que a pesar de ser cortas causaron un gran impacto en mí y en mi cuerpo, haciendo que este se detuviera, y como no, que empezara a temblar ante el miedo, y por la seriedad con la que había dicho eso.

Jadee con miedo, aunque alcancé a poner mi mano en mi boca, empezando a rogar que por favor solo se diera la vuelta y siguiera caminando, aunque sabía que eso iba a ser imposible pues ya me había visto.

Fueron largos los minutos en los que nadie dijo nada, el rey de los demonios no decía nada, pero, aún estaba ahí, podía sentirlo, su mirada penetrante y que hacía que se me paralizara el cuerpo no podía olvidarla.

—Okey, muy bien, ¿vas a salir de ese absurdo escondite o yo tengo que ir por ti? —preguntó, haciéndome temblar nuevamente al escuchar su voz.

¿Que decía? Nada, mi mente me decía que nada, ¿y si salgo corriendo...? Es obvio que no voy a poder con el, maldita sea, ya estoy muerta, no importa si salgo o no, el me matará.

Tan solo...desearía ver al abuelo una última vez y agradecerle por haberme salvado, agradecerle por no haber permitido que muchos hombres quisieran abusar sexualmente de mi.

—Bueno, al parecer no vas a salir, los malditos humanos solo me complican la vida. —alcancé a escucharlo.

Me arme de valor y me asome, quedándome sorprendida al ver que no estaba, voltee de nuevo al frente y Dios, mi cuerpo se paralizó por completo al verlo ahora frente a mi, pero, no me dio tiempo ni siquiera de gritar cuando en un parpadeo ya tenía su mano en mi cuello y me alzó.

—¡S-Suéltame! ¡Hijo de puta! —empecé a golpear su brazo y a intentar soltarme, a la vez que intentaba patearlo y aunque algunas veces lograba darle una patada este ni se inmutaba, era como si apenas lo tocara. —¡N-Nghh!

—¿Quien te envió? —se quedó callado unos pequeños segundos. —No me digas... ¿el cazador con aretes de hanafuda?

—¡No te dire nada! Maldito! —golpee más fuerte su brazo, y aumente la velocidad de mis patadas.

De repente, con una velocidad inhumana, este me lanzo hacia una pared, al momento de estrellarme con esta, hice muchas grietas y caí al suelo, sintiendo mi cuerpo arder y doler, puse mis ojos en blanco, con mi cuerpo paralizado, el impacto con la pared fue tan fuerte, que no podía moverme, por más que lo intentaba, no podía, era insoportable, pero eso si, podía sentir y hablar.

Alcancé a ver cómo el demonio caminaba hacia mi, traté de alejarme, de retroceder, pero no pude cuando este se agachó a mi altura, y me tomo de la barbilla, analizando mi rostro y contemplándolo al parecer.

Sangrienta enfermedad| Kimetsu no yaiba YandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora