10. La montaña Natagumo

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"La vida no es vida si no es contigo.

Créeme, no te dejare ir, tú vida es mía, así como mi vida es tuya.
Dejaría arder al mundo solo por verte bien, por que eres una droga de la cual no quiero rehabilitarme.

Es como una obsesión, un círculo vicioso que me encanta, ¿por que lo digo? Por que sin duda alguna te necesito para vivir, y tú me necesitas aunque no te des cuenta."

— "Carajo

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"Carajo..." —Inosuke maldijo al sentir su corazón latiendo.

—¿Pasa algo? Te ves alterado..—ladeaste la cabeza observando su rostro nervioso, él volvió a negar con la cabeza antes de apartarla. —Bueno...ya debería de volver a ponérmela.

—No! ¡Tu rostro es muy bonito como para ocultarlo! —este tomó tus manos evitando que te pusieras la máscara. —Al menos, guárdala mientras estes con nosotros! ¡No entiendo por qué incluso cuando comes, mujer!

—Si les tengo confianza, pero..—te quedaste callada, viendo al hombre frente a ti antes de suspirar. —Está bien...

Él sonrió energéticamente al instante, antes de poner sus brazos en sus caderas.

—¡Genial! ¡Hecho está entonces! —bostezo. —Pero ahora ya vámonos a dormir.

—Okey.....

[••••]

—¡Natsuki! ¡Natsuki! ¿Como dormiste? —te pregunto Zenitsu gateando hacia ti.

Ya era de día, o al menos el amanecer estaba presente, tú te encontrabas cepillándote el cabello hasta que el rubio con puntas naranjas se acercó por detrás tuyo, abrazándote.

—Hola, Zenitsu..—le sonreíste.

El nombrado solo pudo dejarse llevar por la suavidad de tu piel cuando te abrazó por detrás, recargó su mentón en tu hombro, apreciando también tu cabello y sin que te dieras cuenta tomando un mechón y oliéndolo.

—Dijo la anciana que le llevemos nuestra ropa de caza demonios, que la iba a lavar. —de repente dijo Tanjiro, llegando con ustedes, tú lo volteaste a ver.

—Ah, en ese cambio dejen me voy a otra habitación.

—Ten, dijo que a mientras usáramos esto. —seguido acto te dio la misma ropa con la que dormiste, tú la tomaste.

Al pelirrojo si que le dio curiosidad el hecho que no usarás la máscara ahora, así que básicamente ya le era muy fácil distraerse y eso hizo, se te quedó mirando hasta que saliste de la habitación...

Zenitsu noto esto y obviamente no le pareció agradable, solo suspiro, en la noche casi no pudo dormir por el hecho de pensar como podía hacerle para quitar a esos dos cazadores de encima.

—Ten, Zenitsu. —el pelirrojo se le acercó con la ropa, el solo se la arrebató.

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Sangrienta enfermedad| Kimetsu no yaiba YandereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora