Capítulo 20

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—Pues la verdad, su noticia me cayó como balde de agua fría—habló Gigio—no tengo que decir mentiras ¿cierto? Como yo le ayudaba a conseguir hembritas y todo, y usted nada—él rió—pero pues como dice mi abuelita, cada uno hace con su cu

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—Pues la verdad, su noticia me cayó como balde de agua fría—habló Gigio—no tengo que decir mentiras ¿cierto? Como yo le ayudaba a conseguir hembritas y todo, y usted nada—él rió—pero pues como dice mi abuelita, cada uno hace con su cu...

—¡Ey!—lo detuvo Fabián—no Gigio, cuide sus palabras.

—Ya, deje el drama—dijo este—con su cuaderno un chismografo ¿si? Ay en pocas palabras ¿sabe qué? A usted así le gusten los hombres, usted me sigue cayendo bien, sigue siendo mi parcero—ambos chocaron los cinco—.

—Muy bien, ¿alguien más?—preguntó Francisco, pero nadie dijo nada—Brayan—este no contestó porque tenía los audífonos—Brayan.

Este se los quitó.

—¿Qué?

—¿Quiere decir algo?

Este se puso de pie.

—A ver cucho, ¿qué le digo? Vea yo... yo pensé que no tenía problemas con esa vuelta de los gays. Pero hasta que escuché al señor Daniel—habló con sarcasmo—dar su discurso por la emisora, todo cambió.

—Yo no quería que las cosas fueran as...

—Pero así fueron—lo cortó este con seriedad—.

Brayan se puso delante de él.

—Yo no quería que usted fuera gay, pero así fue, ¿así qué sabe qué? Yo no sé ni que pensar, ni que decir—volteó a mirar a todos—pero lo que si sé y que me molesta mucho, no tiene nada que ver con este pelado, tiene que ver con todo los demás... o no ¿sabe que sí? Si tiene que ver mucho con usted—volvió a ponerse frente a Daniel—y con lo falsa que fue su amistad.

—Mi amistad nunca fue falsa...—se levantó Daniel—.

—¡Si fue falsa! ¿O es que qué? Que usted no me contara de sus gustos, y ahora decir que me ama, ¿eso no le parece falso? ¿no? ¿Entonces qué es falso?—este desvió la mirada—míreme, Daniel ¿entonces que le parece falso a usted? Parcerito vea, el hecho de que usted sea marica, eso a mi no me importa y no me incumbe, pero me duele porque yo si fui frentero con usted, mijo.

—Ey, ey, ey, Brayan. Acuérdese de lo que le dije de usar la palabra marica—habló Francisco—.

—Vea, marica, loca, lo que sea, como le quieran llamar, homosexual, como quieran, eso a mi no me importa, a mi lo que me importa es que no me la vayan a montar. Si a este man le gustan los manes, a mi me gustan las hembras—dicho eso, se sentó—.

—Brayan, ¿o sea qué lo que usted quiere decir es que... que usted no va apoyar a Daniel, qué usted no va a ser más su amigo?

—No tengo nada que ver con este man.

Brayan y Liliana cruzaron miradas. Ella solo la desvió.

—Está bien, desahogarse está bien—habló él—Daniel, ¿usted quiere decir algo?

Las reglas del amor || Francisco el matemáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora